"España está presionando para que se duplique el presupuesto europeo; quiere que alcance una cifra que supera los dos billones de euros. La intención es que se financie, como ocurrió durante la pandemia, a través de préstamos mancomunados. Esa expansión presupuestaria sería, útil, desde la perspectiva del gobierno, tanto para impulsar la economía de la eurozona como para afrontar tanto las presiones del nuevo gobierno estadounidense.
La posición española puede ser bien vista en países del sur de Europa, como Italia, Francia o Grecia, pero Alemania y el norte europeo son contrarios a ella. Es una derivada, aunque de mayor envergadura y ambición, de las tensiones vividas en la UE en los últimos años. Hay Estados que quieren mantenerse firmes en la idea de los presupuestos nacionales equilibrados y que son profundamente contrarios a mancomunar deuda, mientras otros entienden que este es un momento de dar un impulso vigoroso a la UE. Además, la propuesta española solicita reprogramar la deuda ya existente, de modo que “alivie la presión fiscal a corto plazo, garantice la liquidez en el mercado de bonos de la UE y permita inversiones continuas para el futuro modelo económico europeo”,
El dilema existencial europeo
El mero hecho de la existencia de la propuesta española es señal de que algo se está moviendo en Europa, alentado por la llegada de Trump. No es solo el gobierno español. Hay muchas voces dentro de Europa que ven imprescindible una mayor integración. Enrico Letta, decano de la Escuela de Política, Economía y Asuntos Globales de IE, presidente del Instituto Jacques Delors, y autor del informe sobre el mercado único que ha servido, junto con el informe Draghi, como inspiración para el Brújula de la Competitividad, es uno de ellos. Letta pone el acento en otro ámbito, el de la integración de los mercados de capitales y del ahorro. Sería necesario para movilizar inversiones imprescindibles para el continente, pero también sería muy útil para hacer frente a los EEUU de Trump. Letta sugiere que, de existir aranceles en el ámbito productivos que perjudiquen a la UE, se reaccione imponiendo aranceles e impuestos a las empresas financieras estadounidenses en Europa. Y tampoco hay que olvidar que gran parte del dinero de los ahorros europeos acaba en la esfera financiera estadounidense, por lo que la unión de los mercados de capitales permitiría que permanecieran aquí.
O la UE da pasos en la dirección de una mayor integración o afloja los lazos y permite un mayor margen de acción a los Estados
Ambas posturas ahondan en el dilema que debe resolver la UE, y es cada vez más urgente tomar decisiones en ese sentido: o Europa da pasos adelante en la dirección de una mayor integración, y la fiscal y la de los capitales forman parte de ello, o da marcha atrás y afloja su presión, de manera que los gobiernos nacionales tengan un ámbito de acción bastante mayor. La Comisión, según Financial Times, está apostando por adoptar ambas decisiones a la vez, como queda patente en su visión para los nuevos presupuestos, que acordarían un “único plan para cada país con reformas e inversiones clave”, incluidos fondos regionales y subsidios agrícolas, pero permitiendo que los Estados decidan qué proyectos van a apoyar. La Comisión fijaría la dirección, pero existiría un ámbito discrecional más amplio para los Gobiernos.
Sánchez es el enemigo
No es suficiente, y es probable que una postura de esa clase no contente a nadie. La UE vive en un complicado equilibrio, ya que trata de frenar tanto las pulsiones unionistas como las disgregadoras, lo que será complicado de mantener durante mucho tiempo. Hay actores políticos muy relevantes que tratan de inclinar la balanza hacia un lado u otro. En este orden, la reunión de Patriotas por Europa en Madrid la semana pasada fue muy expresa en cuanto a sus intenciones. Los soberanistas, en la línea de Trump, aspiran a que los Estados tengan un poder de decisión mayor, y van a presionar para que la UE afloje el lazo. Al otro lado de la línea, estaría el Gobierno de Sánchez, con propuestas que tienden hacia la unión, como la del presupuesto. Y no es solamente cuestión de oportunidad: Patriotas lo ha identificado el mayor enemigo. Las referencias al presidente español durante el encuentro del pasado fin de semana no estaban destinadas únicamente a apoyar a un aliado.
Sánchez quiere convertirse en el líder internacional del proyecto que han encabezado los demócratas estadounidenses
Desde Vox explican que el presidente español, “en su huida hacia adelante”, está intentando convertirse en el líder europeo del proyecto que antes encabezaban los demócratas estadounidenses. La insistencia en la agenda 2030, en las políticas climáticas, en la lucha cultural y en la integración europea son parte de su intención de convertirse en la cara visible de un entorno político derrotado. La debilidad de Macron, de los socialdemócratas alemanes y de los italianos, deja un hueco a Sánchez para convertirse en la figura que defienda en Europa ese proyecto. El anuncio del presidente del pasado martes, en el que señala a las grandes empresas que están olvidando sus objetivos de diversidad y de igualdad, es una piedra más en ese camino.
Esa es también la causa, aseguran desde Vox, de que demande un presupuesto mayor: “Está impulsando que la UE tape los huecos que ha dejado el Gobierno americano”. Se refieren a programas como USAID, “que antes estaban repartidos entre la administración Biden y Bruselas, y que ahora quieren que cubra la UE”. Alertan, además, de los intentos de censura en las redes que pueden vivirse a partir de ahora en Europa, y que fueron señalados expresamente en la reunión de Patriotas del pasado fin de semana.
Los populares como eje
En ese reparto de posiciones, con el grupo europeo de Abascal alineado con Trump, y Sánchez intentando ejercer de líder progresista en Europa, hay un espacio todavía por definir, el del Partido Popular Europeo: “La intervención de Matteo Salvini el pasado fin de semana fue muy clara en ese sentido; el PPE tiene que decidir con quién va a intentar sumar, si con los progresistas o con nosotros”. Vox prolonga el argumento para traerlo a la escena nacional, ya que la tensión creciente del PP parte, más allá de asuntos coyunturales, de esa impronta ideológica: “Feijóo tiene que decidir si va a seguir pactando todo con Sánchez, o lo va a hacer con Vox”.
El PP tiene un dilema similar al alemán, porque la derecha liberal tiene que ver cómo integra y/o combate a libertarios y soberanistas
En Génova tienen clara cuál es la posición de su partido: “El PP defenderá a España en Europa y a Europa en el mundo”. Pero ese propósito tiene tintes ambiguos todavía. La CDU de Merz y los populares españoles son las dos mayores fuerzas del grupo europeo. La vieja democracia cristiana ha desaparecido y los partidos de la derecha liberal están en retroceso frente a los libertarios y los soberanistas. La probable victoria de Merz en las elecciones alemanas afianzará ese alineamiento entre Alemania, la Comisión y el partido de Feijóo. Sin embargo, lo que está por definirse es la posición ideológica que adoptará ese bloque.
Merz quiere reducir el gasto público, pero también debe mantener a la industria alemana, por lo que invertirá en energía, especialmente en gas. Eso supone gasto. Al mismo tiempo, recortará ayudas, pero afirma que solo en aquellas destinadas al mercado laboral, de manera que expulsen del sistema a aquellos que no quieren trabajar. Necesita invertir en defensa, lo que supone más gasto, algo que su Tribunal Constitucional limita a través de un tope al déficit. Son demasiadas cosas a la vez, y algunas de ellas contradictorias, especialmente si no se ven los impuestos con buenos ojos, como es el caso. Y todo esto bajo la presión inmigratoria de AfD y con su afición a la motosierra que alaba Musk. En España, el PP tiene dilemas similares, porque la derecha liberal tiene que ver cómo integra y/o combate a los libertarios, muy crecidos con la legislatura de Milei, y a los soberanistas, que están creciendo en todas partes.
La clave de la lucha ideológica en las derechas
Esa posición intermedia también afecta a los populares en otras áreas. Si Feijóo llega al gobierno, el aumento de los presupuestos solicitado por Sánchez le vendría muy bien para impulsar la economía española y para asentarse en La Moncloa. El PPE, por tradición política pero también por los intereses de los países que lo componen, es mayoritariamente contrario no solo a un presupuesto común más elevado, sino a la posición mantenida por los países del sur, la que apuesta por una deuda común. Es un espacio en la que lo ideológico y lo nacional chocan.
En ese escenario, el diagnóstico de los Patriotas es correcto. El PSOE ha adoptado una posición combativa y exigente, que tendrá buenos o malos resultados, pero que defiende el tipo de valores por los que abogaban la administración Biden y los progresistas europeos, mientras el grupo de Abascal apuesta por el programa que defiende la administración Trump. En medio, están los populares, que mandan en la Comisión, que son la mayor fuerza en el Europarlamento, que gobernarán Alemania y son el partido más votado en España. Tendrán que definir cuál es el lugar que ocuparán en los próximos años y cuáles serán sus socios prioritarios. Esta pelea es la que está de fondo en la tensión renovada entre PP y Vox, y la que sostiene la lucha por el apoyo a los presupuestos de las comunidades autónomas que están en el aire." (Esteban Hernández , El Confidencial, 13/02/25)
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