"El mayor temor de la comunidad científica española se está
cumpliendo: la fuga de cerebros es ya una realidad, un goteo creciente
en los centros de investigación camino de convertirse en un grifo
abierto por el que se escapen muchos de los mejores investigadores de
una generación llamada a ser el puntal de la I+D española.
Un bioquímico
que trabajaba en enfermedades autoinmunes en Granada, en situación
precaria, y que ya se ha ido a un centro alemán; un experto en
biocatálisis que regresó de EE UU y que ya está pensando en volverse a
ir y, si lo hace, dice, no volverá a España “más que de vacaciones y a
congresos”; un especialista en física estelar planteándose si no será
mejor abandonar la ciencia y buscarse otro trabajo…
Los casos se van acumulando y tienen en común una edad en torno a los
40 años, una buena carrera científica a sus espaldas, pocas o nulas
perspectivas en España y ofertas en Estados Unidos, Alemania, Reino
Unido o Australia. Los científicos e ingenieros españoles están bien
valorados en el extranjero.
El panorama no es mejor para los más
jóvenes, los que acaban de terminar la tesis doctoral o aspiran a alguna
beca para hacerla y ven con desesperación que las convocatorias se
retrasan o se cancelan, los contratos desaparecen y la generación
anterior emprende de nuevo el camino de la fuga de cerebros.
“¿Cómo se pretende hacer ciencia de vanguardia cuando la edad media
del personal de plantilla supera con creces los 50 años?”, se pregunta
el astrofísico Luis Colina, del Centro de Astrobiología. “Todo el
personal joven, becarios, doctores recientes, posdoc… se está yendo sin
esperar: nos estamos hundiendo a gran velocidad”, añade.
Efectivamente, toda una generación de científicos que salieron de
España para formarse en el extranjero y que han ido regresando en los
últimos 10 años de mano del programa Ramón y Cajal (de acceso de
investigadores de alto nivel al sistema de ciencia) con excelentes
currículos, ven cómo se cierra la vía española y han empezado a salir de
nuevo hacia otros lares que les ofrecen mejores perspectivas para
desarrollar su labor. La maleta la llevan llena de frustración al
cerrarse la vía que creyeron tener en España.
Cesar Terrer, de 27 años, licenciado en Ciencias Ambientales y con un
máster en gestión de la biodiversidad, ha estado trabajando en España
en un proyecto de investigación pero, a la vista de la situación, ha
decidido buscar una beca fuera que le permita realizar el doctorado “de
forma digna” (...)
“Por suerte, en Australia ha interesado mi perfil y voy a poder
realizar mi doctorado con un sueldo aceptable y unas instituciones y un
personal docente de primer nivel”, dice. Su centro en los próximos tres
años será la Universidad de Western Sydney.
“Era consciente de que el sistema de I+D español tenía serias
deficiencias y de que la situación económica del país iba a peor, pero
aun así no quise dejar pasar la oportunidad de volver a mi país, con los
contratos Ramón y Cajal como puerta de entrada”, dice Jorge Peñarrubia,
del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
“Lo que me he encontrado
supera mis peores previsiones”, añade, enumerando varios elementos de
ese pronóstico: imposibilidad de lograr una plaza como científico en
España ante la previsiblemente tardía recuperación económica; recortes
en la I+D que dificultan la obtención de proyectos; y la decreciente
posibilidad de atraer fondos internacionales dada la situación del
sistema.
Peñarrubia, a sus 36 años, volvió a España en 2011 tras una estancia
posdoctoral en Cambridge (Reino Unido) y más de 10 años en centros de
Alemania y Canadá. Regresó con la idea de aportar su grano de arena a la
investigación española, pero considera que en este momento quedarse es
una trampa.
“Es ahora cuando tengo posibilidades de volver a salir, si
me quedara, me arriesgaría a defenestrar mi carrera como investigador”.
Ya ha tomado la decisión: se va a la Universidad de Edimburgo (Escocia),
con una plaza fija.
La fuga de cerebros es la realidad, negada incluso como riesgo por el
anterior Gobierno, pero anunciada hace tiempo por los expertos como
consecuencia dramática de la reducción continuada de la inversión en
I+D, lo que muchos denuncian como manifiesta falta de apoyo. (...)
“Entre las fortalezas que la comunidad científica española posee destaca
la existencia de una masa crítica de investigadores de alto nivel. Gran
parte de ella se alimenta de contratos no estables, altamente
competitivos, cuya oferta ha decrecido significativamente en los últimos
años”, alertan dichos analistas.
“La nueva Estrategia no contempla
planes para estabilizar este capital humano, que en la actualidad está
engrosando las cifras del paro o se está yendo a otros países que los
reciben con los brazos abiertos”.
El exilio de científicos de 30 a 40
años, en su periodo más productivo, señalan los expertos, “es una de las
más sangrantes emigraciones de nuestro país en décadas recientes y una
de las que podría tener efectos económicos más perjudiciales a largo
plazo”. (...)
También es dramática la situación de quienes terminan su periodo Ramón y
Cajal. Pese al compromiso de “favorecer la estabilización a la
finalización del contrato, a través de la creación de puestos
permanentes en los que puedan participar con éxito los investigadores
que hayan superado positivamente los procesos de evaluación y
seguimiento”, como indicó el BOE en 2007, la realidad ahora es que no se
estabiliza su puesto en muchos casos.
Ni las universidades ni los
organismos públicos de investigación están en condiciones de hacerlo, y
Economía ha dispuesto que ellos se hagan cargo de las prórrogas de los
contratos que vencen, pero “en el marco de sus propias posibilidades
presupuestarias y con la autorización preceptiva del Ministerio de
Hacienda”. (...)
“Los grupos que estamos en proyectos internacionales, como los de la
Agencia Europea del Espacio o el Observatorio Europeo Austral, y, en
general, todos los equipos de investigación, no tenemos ninguna
posibilidad de renovación ni captación de gente joven y brillante”,
advierte Colina, resumiendo la marea de “profunda preocupación por la
situación y por el cariz que están tomando las medidas de personal
científico”.
La fuga de cerebros, advierte, resta credibilidad al
sistema español de I+D justo cuando había empezado a ganarse una
merecida respetabilidad internacional." (El País, 09/12/2012)
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