12.12.12

Cerebros que hacen las maletas. “Todo el personal joven, becarios, doctores recientes, posdoc… se está yendo sin esperar: nos estamos hundiendo a gran velocidad”. “Me volveré a un país donde me traten dignamente”. Emigrar otra vez. Destino Australia. De regreso a Estados Unidos...

"El mayor temor de la comunidad científica española se está cumpliendo: la fuga de cerebros es ya una realidad, un goteo creciente en los centros de investigación camino de convertirse en un grifo abierto por el que se escapen muchos de los mejores investigadores de una generación llamada a ser el puntal de la I+D española.

 Un bioquímico que trabajaba en enfermedades autoinmunes en Granada, en situación precaria, y que ya se ha ido a un centro alemán; un experto en biocatálisis que regresó de EE UU y que ya está pensando en volverse a ir y, si lo hace, dice, no volverá a España “más que de vacaciones y a congresos”; un especialista en física estelar planteándose si no será mejor abandonar la ciencia y buscarse otro trabajo…

Los casos se van acumulando y tienen en común una edad en torno a los 40 años, una buena carrera científica a sus espaldas, pocas o nulas perspectivas en España y ofertas en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Australia. Los científicos e ingenieros españoles están bien valorados en el extranjero. 

El panorama no es mejor para los más jóvenes, los que acaban de terminar la tesis doctoral o aspiran a alguna beca para hacerla y ven con desesperación que las convocatorias se retrasan o se cancelan, los contratos desaparecen y la generación anterior emprende de nuevo el camino de la fuga de cerebros.

“¿Cómo se pretende hacer ciencia de vanguardia cuando la edad media del personal de plantilla supera con creces los 50 años?”, se pregunta el astrofísico Luis Colina, del Centro de Astrobiología. “Todo el personal joven, becarios, doctores recientes, posdoc… se está yendo sin esperar: nos estamos hundiendo a gran velocidad”, añade.

 Efectivamente, toda una generación de científicos que salieron de España para formarse en el extranjero y que han ido regresando en los últimos 10 años de mano del programa Ramón y Cajal (de acceso de investigadores de alto nivel al sistema de ciencia) con excelentes currículos, ven cómo se cierra la vía española y han empezado a salir de nuevo hacia otros lares que les ofrecen mejores perspectivas para desarrollar su labor. La maleta la llevan llena de frustración al cerrarse la vía que creyeron tener en España.

Cesar Terrer, de 27 años, licenciado en Ciencias Ambientales y con un máster en gestión de la biodiversidad, ha estado trabajando en España en un proyecto de investigación pero, a la vista de la situación, ha decidido buscar una beca fuera que le permita realizar el doctorado “de forma digna” (...)

“Por suerte, en Australia ha interesado mi perfil y voy a poder realizar mi doctorado con un sueldo aceptable y unas instituciones y un personal docente de primer nivel”, dice. Su centro en los próximos tres años será la Universidad de Western Sydney.

“Era consciente de que el sistema de I+D español tenía serias deficiencias y de que la situación económica del país iba a peor, pero aun así no quise dejar pasar la oportunidad de volver a mi país, con los contratos Ramón y Cajal como puerta de entrada”, dice Jorge Peñarrubia, del Instituto de Astrofísica de Andalucía. 

“Lo que me he encontrado supera mis peores previsiones”, añade, enumerando varios elementos de ese pronóstico: imposibilidad de lograr una plaza como científico en España ante la previsiblemente tardía recuperación económica; recortes en la I+D que dificultan la obtención de proyectos; y la decreciente posibilidad de atraer fondos internacionales dada la situación del sistema.

Peñarrubia, a sus 36 años, volvió a España en 2011 tras una estancia posdoctoral en Cambridge (Reino Unido) y más de 10 años en centros de Alemania y Canadá. Regresó con la idea de aportar su grano de arena a la investigación española, pero considera que en este momento quedarse es una trampa.

 “Es ahora cuando tengo posibilidades de volver a salir, si me quedara, me arriesgaría a defenestrar mi carrera como investigador”. Ya ha tomado la decisión: se va a la Universidad de Edimburgo (Escocia), con una plaza fija.

La fuga de cerebros es la realidad, negada incluso como riesgo por el anterior Gobierno, pero anunciada hace tiempo por los expertos como consecuencia dramática de la reducción continuada de la inversión en I+D, lo que muchos denuncian como manifiesta falta de apoyo. (...)

“Entre las fortalezas que la comunidad científica española posee destaca la existencia de una masa crítica de investigadores de alto nivel. Gran parte de ella se alimenta de contratos no estables, altamente competitivos, cuya oferta ha decrecido significativamente en los últimos años”, alertan dichos analistas. 

“La nueva Estrategia no contempla planes para estabilizar este capital humano, que en la actualidad está engrosando las cifras del paro o se está yendo a otros países que los reciben con los brazos abiertos”. 

El exilio de científicos de 30 a 40 años, en su periodo más productivo, señalan los expertos, “es una de las más sangrantes emigraciones de nuestro país en décadas recientes y una de las que podría tener efectos económicos más perjudiciales a largo plazo”. (...)

También es dramática la situación de quienes terminan su periodo Ramón y Cajal. Pese al compromiso de “favorecer la estabilización a la finalización del contrato, a través de la creación de puestos permanentes en los que puedan participar con éxito los investigadores que hayan superado positivamente los procesos de evaluación y seguimiento”, como indicó el BOE en 2007, la realidad ahora es que no se estabiliza su puesto en muchos casos. 

Ni las universidades ni los organismos públicos de investigación están en condiciones de hacerlo, y Economía ha dispuesto que ellos se hagan cargo de las prórrogas de los contratos que vencen, pero “en el marco de sus propias posibilidades presupuestarias y con la autorización preceptiva del Ministerio de Hacienda”.   (...)

“Los grupos que estamos en proyectos internacionales, como los de la Agencia Europea del Espacio o el Observatorio Europeo Austral, y, en general, todos los equipos de investigación, no tenemos ninguna posibilidad de renovación ni captación de gente joven y brillante”, advierte Colina, resumiendo la marea de “profunda preocupación por la situación y por el cariz que están tomando las medidas de personal científico”.

 La fuga de cerebros, advierte, resta credibilidad al sistema español de I+D justo cuando había empezado a ganarse una merecida respetabilidad internacional."           (El País, 09/12/2012)

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