5.7.24

Israel está utilizando el hambre como arma de guerra en Gaza y el mundo no ha podido detenerlo... No se trata de una mera inferencia, sino de la declaración real del ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, quien el 9 de octubre declaró que había ordenado un "asedio total" y que "no habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, ni agua" que entren en Gaza (Ramzy Baroud)

 "La ayuda humanitaria nunca debe politizarse, aunque, con bastante frecuencia, la propia supervivencia de las naciones se utiliza como moneda de cambio político.

Lamentablemente, Gaza sigue siendo un ejemplo paradigmático. Incluso antes de la guerra actual, la Franja de Gaza sufría un bloqueo hermético de 17 años, que ha hecho que la empobrecida zona sea prácticamente "invivible".

Ese mismo término, "invivible" fue utilizado por el entonces Relator Especial de las Naciones Unidas para la Situación de Palestina, Michael Lynk, en 2018.

A mediados de diciembre del año pasado, "casi el 70% de las 439.000 viviendas de Gaza y alrededor de la mitad de sus edificios han sido dañados o destruidos", informó The Wall Street Journal, citando a expertos que realizaron un análisis exhaustivo de los datos de satélite.

Tan trágica como era la situación en diciembre, ahora es mucho peor.

El 67% del agua, las instalaciones sanitarias y las infraestructuras de Gaza han quedado destruidas o dañadas, según una declaración de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, UNRWA, del 19 de junio, lo que ha provocado la propagación de enfermedades infecciosas, que lleva meses asolando a la población asediada.

La propagación de enfermedades también está relacionada con la acumulación de basura por todas partes en Gaza. Anteriormente, la agencia de refugiados informó de que "a 9 de junio, más de 330.000 toneladas de residuos se han acumulado en zonas pobladas de Gaza o cerca de ellas, lo que supone riesgos catastróficos para el medio ambiente (y) la salud".

 La situación ya era desastrosa. De hecho, tres años antes de la guerra, el Global Institute for Water, Environment, and Health (GIWEH) afirmó, en una declaración conjunta con el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, que el 97% del agua de Gaza no era potable ni apta para el consumo humano.

Sin embargo, hasta ahora, cualquier conversación sobre permitir la ayuda a Gaza, o la reconstrucción de Gaza después de la guerra, se ha situado en gran medida dentro de contextos políticos.

Al cerrar todos los pasos fronterizos, incluido el cruce de Rafah entre Egipto y Gaza -que el 17 de junio fue incendiado-, Israel ha politizado los alimentos, el combustible y los medicamentos como herramientas de su guerra en la franja.

No se trata de una mera inferencia, sino de la declaración real del ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, quien el 9 de octubre declaró que había ordenado un "asedio total" y que "no habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, ni agua" que entren en Gaza.

El momento de la declaración, que de hecho se puso en marcha desde el primer día de la guerra, sugiere que Israel no aplicó la estrategia como último recurso. Fue una de las piezas más importantes de la estratagema bélica, que sigue vigente a día de hoy.

 En lugar de presionar a Israel, Washington intentó obtener su propia influencia política, también politizando la ayuda. El 2 de marzo, la Fuerza Aérea de Estados Unidos comenzó a lanzar ayuda aérea en el norte de Gaza. Sin embargo, una opción mucho más propicia y menos humillante para los palestinos habría sido la presión directa de Estados Unidos sobre Israel para que permitiera el acceso a los camiones de ayuda que llegaban a través de Rafah, el cruce de Karem Abu Salem o cualquier otro.

Las escenas e imágenes de miles de palestinos hambrientos persiguiendo cajas de ayuda lanzadas en paracaídas a Gaza quedarán grabadas en la memoria colectiva de la humanidad como ejemplo de nuestra fallida moralidad.

Las noticias hablaban de personas que murieron bajo el peso de la "ayuda" lanzada, gran parte de la cual había caído en el Mediterráneo, para nunca ser recuperada.

Incluso el muelle de Gaza, construido por el ejército estadounidense en la costa de Gaza en mayo, hizo poco por aliviar la situación. Se limitó a transportar 137 camiones de ayuda, según las propias estimaciones de Estados Unidos, suficientes para cubrir las necesidades de alimentos de Gaza sólo durante unas horas.

Durante los años de asedio, una media de 500 camiones llegados diariamente a Gaza ha mantenido con vida, aunque desnutrida, a los 2,3 millones de habitantes de la franja.

Para hacer frente al resultado de la guerra y evitar la hambruna actual, especialmente en el norte, el número de camiones de ayuda tendría que ser mucho mayor. Sin embargo, pasarían días enteros sin que un solo camión llegara hasta la población que sufre. Esto es inaceptable.

La comunidad internacional no sólo ha fracasado a la hora de poner fin a la guerra, sino también a la hora de desvincular la ayuda humanitaria de los objetivos políticos y militares.

El problema de politizar la ayuda es que los civiles inocentes se convierten en moneda de cambio para políticos y militares. Esto va en contra de los fundamentos mismos del derecho internacional humanitario.

Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, citando el Reglamento de La Haya, "el derecho internacional humanitario es la rama del derecho internacional que trata de imponer límites a la destrucción y el sufrimiento causados por los conflictos armados". En Gaza, nadie ha "impuesto" tales "límites".

Proporcionar ayuda a Gaza y garantizar la reconstrucción de la franja no debe ser un tema político de negociación. Es un derecho humano básico que debe respetarse en cualquier circunstancia.

Debe ejercerse una presión significativa sobre Israel para que ponga fin al asedio de Gaza, y los representantes de las instituciones humanitarias de la ONU, la Liga Árabe y las autoridades palestinas y gazatíes deben elaborar planes urgentes, a partir de hoy, para que sean las entidades responsables de suministrar ayuda a Gaza.

La ayuda humanitaria a Gaza no debe utilizarse como palanca política, ni como herramienta en una guerra cruel, cuyas principales víctimas son millones de civiles palestinos."        

(Ramzy Baroud , editor del Palestina Chronicle. Brave New Europe, 03/07/24, traducción DEEPL, enlaces en el original)

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