8.3.25

El plan de gasto en defensa se puede volver contra Sánchez... la Unión Europea, y esta es una característica típica, disfruta engañándose... Se va a gastar más en Europa en defensa, pero no conocemos con qué objetivo ¿De crear un ejército europeo? ¿De reforzar los ejércitos nacionales? ¿De todo a la vez? Será muy complicado que España, Francia o Italia gasten puntos adicionales del PIB sin que realicen ajustes en las áreas sociales... En caso de que no ocurra así, los mercados de bonos los sancionarán con un aumento del precio de su deuda... un esfuerzo extra en inversión en defensa será un problema para el gobierno de Sánchez, pues la mayor parte del gasto se destinará a compras de empresas estadounidenses, y porque hay firmas europeas, como las francesas, que son más potentes en defensa que las españolas. De modo que gastaremos más, pero nuestra industria se verá escasamente beneficiada... cuando la buena posición electoral del PSOE tiene como requisito indispensable que la economía española no se tuerza... El caso español no es más que un ejemplo de los efectos perjudiciales que puede tener esta reacción incompleta europea, que pueden debilitar a la Unión más que fortalecerla (Estaban Hernández)

 "La Unión Europea siempre avanza con las crisis. Le cuesta tomar impulso, remolonea, pero cuando se ve presionada, reacciona con fuerza. Es la conclusión estándar, la que se difunde de nuevo estos días. El acuerdo alcanzado en una cumbre extraordinaria en Bruselas para gastar más en defensa y seguridad es la prueba de que Europa, cuando se decide a tomar las riendas, sabe cómo hacerlo.

Pero la Unión Europea, y esta es una característica típica, también disfruta engañándose. El plan de rearme diseñado por el ejecutivo comunitario ha llevado a afirmar a Ursula von der Leyen que, con iniciativas de esa clase, Europa "está escribiendo la historia". La Comisión es muy dada a grandes palabras a las que suele faltar concreción. Se va a gastar más en Europa en defensa, pero no conocemos con qué objetivo. ¿Se trata de abastecer a Ucrania de lo necesario para proseguir la guerra? ¿De garantizar la seguridad de Ucrania después de que se firme la paz? ¿De reforzar las capacidades europeas dentro de la OTAN? ¿De crear un ejército europeo? ¿De reforzar los ejércitos nacionales? ¿De todo a la vez?

No son preguntas retóricas, porque las respuestas señalarán cuáles son los propósitos estratégicos de la Unión Europea y hasta qué punto existe el deseo de convertirse en una potencia con poder e influencia mundiales, o si se está limitando a seguir proyectos ajenos, pero aportando más capital. El incremento en defensa es un instrumento, pero no puede ser un fin en sí mismo.

Cómo cuadrar las cuentas

Conviene no perder de vista lo que este giro va a significar económicamente para la cohesión europea. La respuesta al golpe en la mesa que ha supuesto la llegada de la administración Trump, con el anuncio de la posible retirada de Ucrania y de los aranceles, somete a mucha presión a las capitales continentales.

Alemania ha puesto fin a las reglas fiscales, que parecían intocables, porque está en un momento de gran dificultad. Merz ha anunciado un plan de 500.000 millones de euros para defensa e infraestructuras. Aún debe aprobarse, pero marca una intención clara. Francia ha ofrecido su paraguas nuclear a otros países europeos, pero dejando claro que París estará al frente. Los franceses tratan de ganar influencia, una vez constatada la debilidad alemana. El primer ministro polaco, Donald Tusk, al igual que los países bálticos, ponen el acento en armarse más rápido y mejor que Rusia. Pedro Sánchez insistía el pasado jueves en la necesidad de los eurobonos. Son reflejos de los intereses de cada país, que varían sustancialmente según su posición geográfica, pero también según el estado de su economía.

Será muy complicado que España, Francia o Italia gasten puntos adicionales del PIB sin que realicen ajustes en otras áreas, como las sociales

El gasto no es una solución, sino una exigencia, que aportará ventajas, pero también perturbaciones internas. Alemania ha gozado de superávits significativos durante esta época, fruto de la arquitectura del euro y tiene margen fiscal. Alemania no quiere un plan Draghi para el conjunto de Europa, pero tiene recursos para diseñarlo para sí misma. Berlín no se ha planteado nada ambicioso, y se limitará a aportar dinero para sus infraestructuras, pero posee capacidad de acción. Otros países de la eurozona cuentan mucho menos.

Francia está intentando ajustar sus cuentas públicas a causa de un déficit que es ya demasiado elevado. Italia y España están en la misma situación. Con ese suelo, el gasto adicional en defensa introducirá presión sobre sus presupuestos y obligará a un esfuerzo extra, justo en el instante en que el cumplimiento de las reglas sobre el déficit público se hará valer.

La Comisión, para introducir algo de alivio, parece contemplar dos vías. Ha propuesto flexibilizar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, de manera que el gasto adicional en defensa no compute a la hora de contabilizar el límite de déficit del 3% del PIB. Además, Von der Leyen ha planteado un plan de rearme europeo con la creación de un fondo de 150.000 millones de euros en préstamos para que los Estados miembros financien compras conjuntas de armamento. Pero esto, por más que no genere problemas en la UE en el plano interno, lo será en el externo. Será muy complicado que España, Francia o Italia gasten puntos adicionales de su PIB sin que tengan que ajustar su presupuesto en otras áreas, como las sociales. En caso de que no ocurra así, los mercados de bonos los sancionarán con un aumento del precio de su deuda.

El caso español

Hacer un esfuerzo extra en inversión en defensa será un problema para el gobierno de Sánchez. Nos traerá pocas ventajas, ya que la mayor parte del gasto se destinará a compras de empresas estadounidenses, y porque hay firmas europeas, como las francesas, que son más potentes en defensa que las españolas. De modo que gastaremos más, pero nuestra industria se verá escasamente beneficiada. Al mismo tiempo, habrá que conseguir recursos recortando en otros lugares, lo que supondrá tensión con los socios de gobierno, cuyas alianzas están tejidas a partir de las concesiones que el gobierno realiza, algo que este giro en el gasto le dificultará.

Una buena posición electoral del PSOE tiene como requisito indispensable que la economía española no se tuerza

La actividad económica hasta la fecha arroja un saldo positivo en los grandes números. Además, existía un consenso en el ámbito empresarial acerca de que los próximos dos años iban a ser positivos, por el impulso de los fondos y porque España está atrayendo actividad inversora, aunque sea más extractiva que productiva. Sin embargo, el giro europeo puede cambiar esas previsiones, y más en la medida en que, si Trump impone aranceles, el parón exportador alemán afectará a España. La presión estadounidense puede sumir a Europa en mucho mayores riesgos económicos de los que se reconocen.

Todos esos factores, un freno de la actividad económica, mayor gasto en defensa y necesidad de ajustes presupuestarios, serán un problema serio para el gobierno de Sánchez si se producen a la vez. No solo por las dificultades para manejar su alianza de gobierno, sino porque una buena posición electoral del PSOE tiene como requisito indispensable que la economía española no se tuerza. También por eso insiste el presidente en que la inversión en defensa se financie con deuda mancomunada europea.

Los parches son parches

El caso español no es más que un ejemplo de los efectos perjudiciales que puede tener esta reacción incompleta europea, que pueden debilitar a la Unión más que fortalecerla. Dado que los anuncios que se han realizado hasta la fecha subrayan que la inversión será fundamentalmente nacional, y no comunitaria, la salida de esta crisis producirá efectos de desigualdad. Hay países que cuentan con margen fiscal y poseen recursos para invertir en sus economías, por lo que resultará más factible que crezcan, y otros que se verán obligados a ajustarse el cinturón para encontrar las cantidades necesarias para el gasto en defensa. Unos Estados podrán afrontar los malos tiempos con un colchón amplio y otros verán cómo su margen de acción queda sustancialmente limitado. En ese instante, la tentación de fortalecerse a costa de los vecinos será muy difícil de evitar. La experiencia de la crisis de 2008 parece haber servido de poco.

Trump quería que Europa invirtiera mucho más en defensa y que se hiciera cargo de la seguridad de Ucrania. Lo está consiguiendo

En segunda instancia, lo anunciado hasta la fecha no es exactamente un plan para reforzar las capacidades europeas. Quien mejor lo ha descrito ha sido el secretario de Defensa británico, John Healey, al asegurar a su homólogo estadounidense, Pete Hegseth, que Europa y el Reino Unido están asumiendo ese papel de liderazgo en materia de defensa y en el apoyo a Ucrania que había exigido EEUU. Eso fue lo que Washington pidió y "es lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que seguiremos haciendo". Trump quería que Europa invirtiera mucho más en defensa y que se hiciera cargo de la seguridad de Ucrania. Lo está consiguiendo. Esto tiene poco que ver con la autonomía estratégica europea.

El problema europeo no es su escasa capacidad militar. Tiene mucho más que ver con su deficiente cohesión y, sobre todo, con una serie de debilidades estructurales, desde la enorme pérdida de capacidades productivas hasta su dependencia financiera, comercial y energética con el exterior. La militar es una más de ellas. El gasto debería servir para reactivar su potencia y reconstruir sus fortalezas a medio plazo. Mientras esa mentalidad no se instale, cada reacción supondrá la aplicación de un mero parche. Que, por supuesto, acabará instigando una mayor inestabilidad: entre Estados y en términos sociales." 

(Esteban Hernández , El Confidencial, 08/03/25)

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