3.3.25

Mucho más que aranceles: el plan de Trump para dominar la economía mundial... El reparto de papeles en el orden de la globalización estaba bien delimitado: EEUU poseía el poder financiero, gracias al poder del dólar como moneda de reserva, y países como China, Alemania y Japón, el poder industrial... pero los superávits constantes de Alemania y de los países del norte de Europa, esos que se denominaban a sí mismos frugales, no se destinaron a mejorar la economía continental, ni siquiera a reforzar las capacidades de sus propios países, sino que acabaron en los bonos del Tesoro estadounidense, o en su esfera inmobiliaria, o en sus mercados bursátiles o en sus fondos de inversión... El enorme presupuesto de su ejército no se hubiera podido financiar sin todo ese capital global fluyendo hacia EEUU... A la larga, los efectos negativos han sido notables en muchos ámbitos. La deuda estadounidense es gigantesca, el déficit comercial elevado y la desindustrialización un desastre para el país... estos problemas fueron puestos de manifiesto por Trump en su campaña electoral, y fueron exactamente los que le llevaron a la victoria... Washington cuenta con dos armas poderosas para conseguir sus objetivos, los aranceles y la amenaza de eliminar el escudo militar. Estos son los instrumentos que le permitirán negociar con el resto de países de forma individualizada... La amenaza de retirar la seguridad que proporciona a Europa está forzando a la UE a supeditarse a su programa... Al final del camino, se conformará una esfera de influencia sobre países protegidos por la seguridad estadounidense, que perderán industria y comprarán más bienes y servicios estadounidenses, mientras que otra parte tenderá a alejarse de Washington y a acercarse a China, y proporcionará recursos a la administración Trump mediante el pago de aranceles... está generando incentivos para que las economías extranjeras, sobre todo las más potentes, den pasos adelante hacia la desdolarización y busquen vías alternativas a la dependencia de EEUU. Esta estructura global produjo el déficit comercial con el que ahora quiere acabar Trump (Esteban Hernández)

 "El reparto de papeles en el orden de la globalización estaba bien delimitado: EEUU poseía el poder financiero, gracias al poder del dólar como moneda de reserva, y países como China, Alemania y Japón, el poder industrial. El cierre del círculo que sustentaba la hegemonía estadounidense requería de una condición, que los beneficios generados en el ámbito de la producción fuesen a parar a EEUU. Así ocurrió, y en Europa conocemos bien sus efectos, porque los superávits constantes de Alemania y de los países del norte de Europa, esos que se denominaban a sí mismos frugales, no se destinaron a mejorar la economía continental, ni siquiera a reforzar las capacidades de sus propios países, sino que acabaron en los bonos del Tesoro estadounidense, o en su esfera inmobiliaria, o en sus mercados bursátiles o en sus fondos de inversión.

Esta estructura global produjo el déficit comercial con el que ahora quiere acabar Trump. Pero ese déficit también resultaba necesario para el Tesoro estadounidense. El enorme presupuesto de su ejército, por ejemplo, no se hubiera podido financiar sin todo ese capital global fluyendo hacia EEUU. Era una articulación económica que aportaba ventajas notables para las clases con más recursos, ya que financiarse con capital extranjero permitía bajar los impuestos a las capas más altas y tener una economía más liberal.

A la larga, los efectos negativos han sido notables en muchos ámbitos. La deuda estadounidense es gigantesca, el déficit comercial elevado y la desindustrialización un desastre para el país. Además, sus ciudadanos vieron cómo su nivel de vida descendía a causa de la pérdida de poder adquisitivo provocada por un orden que deslocalizaba la producción y fisuraba la economía. Todos estos problemas fueron puestos de manifiesto por Trump en su campaña electoral, y fueron exactamente los que le llevaron a la victoria. Más allá de los votos de los grupos típicamente republicanos y de los conservadores trumpistas, hubo un añadido electoral que le llevó a la presidencia, como fue su capacidad de ganarse a los estadounidenses con este programa impugnatorio que señalaba riesgos significativos y males muy presentes.

El plan de Stephen Miran

Una vez ganado el gobierno, es la hora de cumplir las promesas realizadas, lo que resulta muy complicado si se pretende, como no puede ser de otra manera, que el dólar continúe siendo la moneda de reserva mundial. El privilegio exorbitante que le concede esa posición es la base de su dominio, por lo que no puede renunciar a él. Aquí es donde entran en juego las tesis de Stephen Miran.

El primer Trump impuso aranceles a los productos chinos y consiguió aumentar los ingresos sin que se produjera inflación

Miran, estratega senior de Hudson Bay Capital Management, publicó hace unos meses A User's Guide to Restructuring the Global Trading System, un informe en el que explicaba cómo se podían utilizar los aranceles para conseguir todos estos objetivos a la vez. Miran fue elegido por Trump, poco después, para presidir su Consejo de Asesores Económicos (CEA, por sus siglas en inglés).

En su texto cita precedentes que pueden ser útiles. Reagan combatió el auge japonés con los Acuerdos del Plaza en 1985 y, en su primer mandato, Trump impuso aranceles a los productos chinos, al acero y al aluminio, y a otros productos con efectos positivos, ya que aumentaron los ingresos, pero no la inflación. Son experiencias del pasado que demuestran que las tesis económicas ortodoxas no siempre encuentran un reflejo en la realidad.

Miran es consciente de los riesgos existentes a la hora de aplicar aranceles. Si otros países toman represalias y hace lo mismo, los efectos positivos se pueden desvanecer; pueden no reducir el déficit comercial si lo que acaban provocando es una subida del precio del dólar; solo resultan prácticos cuando los precios de las importaciones apenas suben y, por lo tanto, no generan inflación. En fin, Miran analiza en su informe una serie de pros y contras que ya han sido detallados en El Confidencial.

Las dos armas de Trump

La estrategia de Trump no es, sin embargo, aplicar aranceles. Estos son solo una parte de ella. Tampoco se trata exactamente de reducir el déficit comercial. El fondo del asunto es recomponer el orden internacional en beneficio de EEUU.

Como aseguraba Miran en su informe, Washington cuenta con dos armas poderosas para conseguir sus objetivos, los aranceles y la amenaza de eliminar el escudo militar. Estos son los instrumentos que le permitirán negociar con el resto de países de forma individualizada. Sus objetivos varían según las regiones del mundo, ya que pretende cosas diferentes dependiendo de los Estados con los que se siente a la mesa.

La amenaza de retirar la seguridad que proporciona a Europa está forzando a la UE a supeditarse a su programa

El plan se está aplicando, y Europa es un buen ejemplo. La amenaza de retirar la seguridad que proporciona está forzando a la UE a supeditarse a su programa, y ya ha asegurado que invertirá más en defensa y que proveerá de fuerzas a Ucrania. Las compras que realice serán a empresas estadounidenses, lo que es una forma de activar la industria norteamericana. Del mismo modo, razones de seguridad, así como la voladura del Nordstream, han impulsado las ventas de petróleo y de gas licuado de firmas estadounidenses a Europa. La seguridad también impulsará la venta de su tecnología a Europa.

La amenaza de los aranceles generará otro tipo de efectos, que ya están comenzando a sentirse. Reino Unido, según informa FT, está negociando un acuerdo de libre comercio con Washington, por supuesto en condiciones favorables a EEUU. México y Canadá se verán obligados a ofrecer concesiones. La aplicación de un 10% adicional sobre los aranceles ya impuestos a China introducirá mucha presión a Pekín para devaluar el yuan. Es solo el inicio, ya que les puede ocurrir lo mismo a las monedas de otros países asiáticos, con el objetivo de que sus exportaciones no provoquen inflación en EEUU. El programa para Europa es diferente, ya que, con los aranceles puede presionar para que cambie sus bonos del Tesoro de vencimiento temprano por bonos a largo plazo o para que la industria europea, particularmente la alemana, se traslade a EEUU.

Al final del camino, se conformará una esfera de influencia sobre países protegidos por la seguridad estadounidense, que perderán industria y comprarán más bienes y servicios estadounidenses, mientras que otra parte tenderá a alejarse de Washington y a acercarse a China, y proporcionará recursos a la administración Trump mediante el pago de aranceles.

El doble riesgo

Por una vía o por otra, EEUU seguirá financiándose gracias al capital extranjero, ya que, al aumentar su poder, los ahorros de los países integrados en su esfera seguirán aterrizando en el Tesoro y en la esfera financiera de Wall Street, mientras que la otra generará recursos en forma de aranceles. El dólar continuará siendo la moneda de reserva mundial, ya que su influencia mundial tiene uno de los pilares más importantes, si no el decisivo, en ese hecho. Si el dólar se convirtiera en una moneda más, el resultado para EEUU sería catastrófico, con una industria escasa, una esfera financiera débil y una deuda muy elevada. Es justo lo que Trump quiere evitar a toda costa.

Pero este giro tiene riesgos. EEUU eligió ser financiado por las provincias del imperio en lugar de financiarse a sí mismo, y persistir en esa idea puede provocar problemas serios. Si las presiones de la administración Trump funcionan, lo que es bastante probable, permitirán que determinados sectores productivos estadounidenses cobren vigor, y máxime si el intento de que las grandes empresas europeas se trasladen a EEUU tiene éxito. Pero eso no será suficiente, ya que, al mismo tiempo, está insistiendo en una economía mucho más liberal, sino libertaria, en el interior de su país. Hacer las dos cosas a la vez puede recuperar trabajos para sus nacionales, pero no los suficientes para mejorar el nivel de vida de la mayoría de sus ciudadanos. Haría falta una llegada masiva de empleos para compensar, de alguna forma, el incremento estructural del precio de bienes esenciales para la existencia, como la vivienda, la sanidad, la educación o los alimentos. Si la generación de trabajos no es muy elevada, las siguientes elecciones serán complicadas para los republicanos, porque han ganado estas precisamente con la promesa de que a sus nacionales les iría mejor. En segunda instancia, está generando incentivos para que las economías extranjeras, sobre todo las más potentes, den pasos adelante hacia la desdolarización y busquen vías alternativas a la dependencia de EEUU. Ambos riesgos se hallan en estado embrionario, veremos cuál es su desarrollo."

( Esteban Hernández , El Confidencial, 02/03/25)

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