"Recientemente, una imagen que captó la atención mundial mostró a un
prisionero de guerra israelí besando la frente de miembros de Hamas
durante un intercambio de prisioneros en Gaza. Este gesto, lleno de
humanidad y ternura, es un ejemplo de cómo incluso en las circunstancias
más extremas de la guerra, los momentos especiales pueden romper las
barreras del odio y la deshumanización. El acto simbólico refleja un
fenómeno más amplio experimentado por varios prisioneros israelíes,
incluidas mujeres, que, después de ser liberadas, expresaron su gratitud
por el trato respetuoso y humano que recibieron de los palestinos
durante su cautiverio.
Estos prisioneros, que pasaron un tiempo en manos de Hamás, contrastan
con la narrativa de deshumanización impuesta por años de conflicto. En
una región donde las tensiones históricas han moldeado violentamente las
relaciones, el trato humano que recibieron muchos prisioneros israelíes
parece contradecir la imagen de enemigos “crueles” que los medios
sionistas suelen asociar a los combatientes palestinos. El acto de
afecto presenciado en este caso reciente y en los testimonios de otras
personas liberadas no sólo subvierte estas expectativas sino que también
desafía las narrativas que, desde la infancia, moldean la percepción de
la gente en la Palestina ocupada.
En Israel, el adoctrinamiento y la educación de gran
parte de la población está enfocada en ver a los palestinos como una
amenaza constante, carente de humanidad. Esto se alinea con los
fundamentos racistas de la ideología sionista, que guía todas las
decisiones del Estado israelí. Sin embargo, el trato humanitario
brindado a estos prisioneros, que incluyó atención médica y respeto a su
integridad física y emocional, reveló una faceta del conflicto que
muchas veces se ignora. El comportamiento de los prisioneros al ser
liberados, con gestos de cariño e incluso expresiones de alegría por la
experiencia vivida, demuestra también que es posible, incluso en el
escenario más adverso, desmontar estereotipos y encontrar humanidad en
quienes alguna vez fueron vistos como el “enemigo”.
De hecho, para los israelíes debe haber sido sumamente chocante
descubrir que las personas a las que les han enseñado a odiar desde la
infancia pueden, de hecho, tratarlos con un nivel de dignidad y
humanidad nunca visto en las cárceles sionistas. La comparación entre el
trato dado a los prisioneros por cada lado muestra claramente cómo cada
actor en este conflicto ve al enemigo. Mientras que los palestinos
cuidan a sus prisioneros y los devuelven en perfectas condiciones
físicas y mentales, en Israel, los debates públicos legitiman la
violación de los palestinos capturados. En la práctica, los palestinos
ven a los israelíes comunes, fuera de las hostilidades, como seres
humanos dignos de un trato justo. Pero los sionistas ven a los
palestinos como menos que animales.
Este lavado de cerebro basado en el odio y la misantropía ha creado un
fenómeno de auténtica sociopatía colectiva entre muchos israelíes. En
las Fuerzas de Defensa de Israel, la tortura y el asesinato de civiles
palestinos es casi una regla a seguir. Además del fanatismo ideológico y
pseudorreligioso, la propaganda oficial desempeña su papel,
describiendo siempre a los palestinos como enemigos inhumanos,
exagerando las acciones de Hamás el 7 de octubre y, a veces, incluso
mintiendo descaradamente, como cuando describió la Operación Inundación
de Al Aqsa como una “masacre” o una “violación colectiva”.
Lo que está destruyendo la propaganda sionista y cambiando la opinión
pública en la propia sociedad israelí –y en todo Occidente– es la
experiencia práctica de los ciudadanos israelíes que estuvieron cautivos
de Hamás. El buen trato y la dignidad humanitaria, admitidos por los
propios prisioneros liberados, están mostrando al mundo que los
palestinos no actúan como sionistas. Los israelíes simplemente están
regresando a sus hogares conscientes de que hay más respeto por la vida
humana entre los palestinos que entre los soldados israelíes comunes.
En la práctica, la resistencia palestina neutraliza la propaganda
sionista con la verdad y el respeto por la vida humana. Al actuar con la
mayor benevolencia posible con los débiles e indefensos, los palestinos
están curando el lavado de cerebro sionista y demostrando al mundo que
es posible superar la barbarie."
( Lucas Leiroz, Jaque al neoliberalismo, 25/02/25, fuente Strategic Culture)
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