28.2.25

¿Se han vuelto locos? Tendríamos que asombranos ante el hecho de que prácticamente todos los líderes políticos europeos y los comentaristas profesionales occidentales parezcan ver con horror y estupor la posibilidad de que Estados Unidos y Rusia, las dos principales potencias nucleares con enorme capacidad de destrución, puedan mantener relaciones correctas y de cooperación, en lugar de hostiles... Otra fuente de asombro racional debería ser la creencia, aparentemente unánime entre los «líderes» políticos europeos, de que si las relaciones entre Estados Unidos y Rusia dejaran de ser hostiles, el gasto militar europeo tendría que aumentar considerablemente... ¿por qué Rusia, que en tres años de lucha ha sido incapaz siquiera de ocupar todo el territorio de los cuatro oblasts de mayoría rusófona, tendría algún incentivo concebible para atacar a un país de la OTAN o incluso a un país europeo post-OTAN? Racionalmente, si los países europeos lograran independizarse de la dominación y el control estadounidenses, ya fuera por iniciativa propia o porque se les impusiera la independencia, y, como resultado, no tuvieran enemigos identificables, reales o imaginarios, deberían poder reducir significativamente su gasto militar y consagrar los recursos liberados a intentar mejorar la calidad de vida de sus propios pueblos. ¿Se ha vuelto loco el mundo? (John V. Whitbeck)

 "Las personas racionales tendrían que asombrarse ante el hecho de que prácticamente todos los líderes políticos europeos y los comentaristas profesionales occidentales parezcan ver con horror y estupor la posibilidad de que Estados Unidos y Rusia, las dos principales potencias nucleares con enorme capacidad de destrución, puedan mantener relaciones correctas y de cooperación, en lugar de hostiles.

Uno puede entender que quienes estén implicados financiera y/o profesionalmente en la Industria del Odio, el Miedo y la Guerra con ánimo de lucro, y que tengan, por tanto, una necesidad existencial de enemigos y amenazas, vean un mundo en paz como algo impensable, pero ¿por qué debería hacerlo cualquier otra persona?

En mi juventud, la era de la «distensión» entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue acogida como un acontecimiento excelente. ¿Por qué hoy se condena la «distensión» como el mal supremo de las mentes simples: el «apaciguamiento»?

Otra fuente de asombro racional debería ser la creencia, aparentemente unánime entre los «líderes» políticos europeos, de que si las relaciones entre Estados Unidos y Rusia dejaran de ser hostiles, de tal forma que Estados Unidos ya no viera ninguna necesidad de contar con el apoyo militar de los «aliados» o Estados vasallos europeos, el gasto militar europeo tendría que aumentar considerablemente.

¿Para qué? ¿Para contrarrestar qué amenaza militar?

Debería estar claro que, con la posible excepción de la actual guerra por poderes entre la OTAN y Rusia, las guerras en las que los países europeos se han visto directa o indirectamente implicados en este siglo -contra Afganistán, Irak, Libia, Siria y Palestina, ninguno de los cuales suponía una amenaza para Europa pero todos ellos percibidos como enemigos por Estados Unidos y/o Israel- les implicaron precisamente por su relación como «aliados» o Estados vasallos de Estados Unidos, una relación que les ha arrastrado a guerras innecesarias en lugar de protegerles de la guerra.

Incluso la actual guerra en Ucrania no fue provocada y perpetuada en defensa de ningún principio occidental coherente ni de ningún interés europeo genuino, sino más bien para promover la búsqueda estadounidense durante décadas del «dominio total» de la humanidad y el planeta.

Si los países europeos dejaran de ser aliados de unos Estados Unidos que odian a Rusia, ¿por qué Rusia, que en tres años de lucha ha sido incapaz siquiera de ocupar todo el territorio de los cuatro oblasts de mayoría rusófona que se anexionó formalmente en septiembre de 2022, tendría algún incentivo concebible para atacar a un país de la OTAN o incluso a un país europeo post- OTAN?

Racionalmente, si los países europeos lograran independizarse de la dominación y el control estadounidenses, ya fuera por iniciativa propia o porque se les impusiera la independencia, y, como resultado, no tuvieran enemigos identificables, reales o imaginarios, deberían poder reducir significativamente su gasto militar y consagrar los recursos liberados a intentar mejorar la calidad de vida de sus propios pueblos.

¿Se ha vuelto loco el mundo? ¿O me he vuelto loco yo?"

( John V. Whitbeck , en Rafael Poch, blog, 27/02/25, fuente https://www.counterpunch.org/2025/02/27/has-the-world-gone-mad/ )

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