"Nada justifica un asesinato, pero el aluvión de mensajes en las redes sociales, firmados por víctimas de la inclemencia —o la rentabilidad, según de qué lado se mire— de las compañías aseguradoras, pueden hacer pensar que el asesinato de Brian Thompson, consejero delegado de UnitedHealthcare, la rama de seguros de UnitedHealth Group, en Nueva York, ha servido para abrir la caja de los truenos del descontento. Los ejemplos hablan por sí solos: la carta del médico de un niño enfermo de cáncer al que la citada compañía de seguros denegó por su coste los medicamentos antieméticos para aliviar las náuseas. Los más de 23.000 emojis de celebración que recibió una publicación en Facebook de UnitedHealthcare en la que anunciaba la luctuosa noticia, antes de ser retirada de su página. “Las compañías de seguros médicos son parásitos que desvían el dinero de la sangre de los enfermos, moribundos y heridos”, reaccionaba un usuario. “Sólo me sorprende que [el asesinato] no haya ocurrido antes”, escribía otro. “No creo que el establishment gobernante haya comprendido la dimensión de la rabia del público hasta ahora, de golpe”, apuntaba un tercero en X (antes Twitter).
“El asesinato de un consejero delegado desata la ira contra las aseguradoras”, titulaba el jueves un medio tan poco sospechoso de amarillismo como el portal Axios. Esa rabia, un malestar que alimenta a bufetes de abogados especializados sólo en reclamaciones, se concreta por ejemplo en los alrededor de 20.000 millones de dólares que en 2022 alcanzaba el monto de las solicitudes de reembolso de profesionales sanitarios a las compañías aseguradoras, según la ONG Premier, rechazadas con frecuencia en el caso de los tratamientos de mayor coste, las facturas superiores a los 14.000 dólares.
Desde el asesinato, los internautas se han lanzado masivamente a afear las condiciones de cobertura y otras prácticas abusivas, mientras UnitedHealthcare, la mayor aseguradora privada del país por cuota de mercado, retiraba el organigrama de ejecutivos de su página web, con sus correspondientes fotos, al igual que otras firmas del sector, en una rápida evaluación de riesgos. La firma de Minnesota ostenta el dudoso récord de rechazo de coberturas, por lo que ha sido objeto, como otras grandes del sector, de demandas y críticas por parte de reguladores y legisladores. El método es bien sencillo: denegar coberturas para maximizar beneficios. Lo más flagrante es que se rechazan coberturas pese a que el cliente privado, aquel que no sea beneficiario de Medicaid o Medicare —los dos programas federales públicos—, paga cuotas mensuales muy altas y además abona las visitas al médico con distintos copagos. Según una encuesta publicada este viernes, sólo el 44% de los adultos opina que la calidad de la atención sanitaria en EE UU es excelente o buena, el porcentaje más bajo desde que Gallup comenzó a realizar este seguimiento en 2001.
Paulette, la esposa de Thompson, de 50 años, declaró a NBC News el miércoles que su esposo había sido amenazado. Un falso aviso de bomba se recibió en el domicilio familiar horas antes del crimen. Porque el asesinato de Thompson es mucho más que una noticia de sucesos, o de las páginas de economía (el grupo que Thompson dirigía desde 2021 es la cuarta empresa más valiosa del país, según la clasificación Fortune 500): es una sangrienta radiografía de cómo funciona la sanidad en EE UU, un sistema tan perverso que ha llevado a la bancarrota a miles de familias incapaces de afrontar la factura de una enfermedad. El asesino de Thompson dejó un mensaje en las balas: las palabras “denegar, defender y deponer” (esta última puede traducirse también por “declarar” en un contexto judicial), en lo que parece un remedo del lema de las compañías aseguradoras para rechazar la cobertura de un acto médico o su reembolso: delay, deny, defend (retrasar, negar, defender). También el título de un libro que en 2010 denunció esas prácticas, que han dejado a la intemperie a miles de familias.
Como la de Margaret Murray, vecina del hostal donde pernoctó el asesino de Thompson en Nueva York, que asistía este jueves al espectáculo de cámaras a las puertas del establecimiento, mientras la policía registraba la habitación 407. Con un collarín, Murray, una afroamericana septuagenaria, explica que tuvo que recurrir a un abogado porque su seguro no cubrió una nueva operación de cervicales que aún la mantiene rígida. “La primera intervención la cubrió el seguro, pero los dolores y los vértigos no se me pasaban y fui operada de nuevo. La compañía se negó a reembolsar la segunda intervención y ahora tengo una factura de 45.000 dólares que no puedo pagar. Es tremendamente injusto, porque las cuotas que pagamos por el plan de cobertura no son precisamente baratas, nos cuestan miles de dólares al año. Por eso lo he puesto en manos de abogados, como mucha gente que conozco”, explica.
Para empezar, hablar de pacientes en EE UU es una hipérbole. Tampoco son usuarios como los de la sanidad pública española o la de otros países afortunados por contar con una atención universal y gratuita. En EE UU son clientes, con una tarjeta de crédito que pesa tanto, si no más, como el historial clínico. Más allá de la investigación criminal en curso, y la hipotética detención del sospechoso, aún huido, la muerte de Thompson ha sido recibida en el sector como una advertencia que ya ha tenido alguna consecuencia inmediata: la aseguradora Anthem Blue Cross Blue Shield anuló este jueves, menos de 24 horas después del crimen, una nueva política que limitaba la cobertura de la anestesia durante las intervenciones quirúrgicas.
La compañía había establecido un límite de tiempo para pagar por la anestesia: si un procedimiento duraba más de lo que Anthem creía conveniente, la aseguradora no cubriría los minutos adicionales. La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, adelantó en X la rectificación de tan controvertida medida. “Presionamos a Anthem para que diera marcha atrás en su decisión de quitar la cobertura de anestesia a los neoyorquinos y hoy [por este jueves] anunciará la anulación total de esta política equivocada. No jueguen con la salud y el bienestar de los neoyorquinos, no bajo mi mandato”. Anthem figura también entre los primeros nombres de la lista de aseguradoras por su ratio de rechazo de coberturas.
Sistema perverso
El de EE UU es un sistema perverso, con un potencial económico ingente, en el que la salud es una mercancía y la sanidad, una oportunidad insoslayable de hacer caja. Las consultas médicas ocupan locales comerciales con escaparate a la calle. La realización de una simple prueba de imagen no baja de los tres ceros; un análisis de sangre supera los 100 dólares. De consuno con las grandes farmacéuticas —una dosis actualizada de la vacuna de la covid se cotiza este año a 200 dólares—, las aseguradoras tienen un mercado cautivo: todos y cada uno de los ciudadanos necesitarán en algún momento atención médica. United Healthcare, que proporciona cobertura a más de 49 millones de estadounidenses, obtuvo el año pasado unos ingresos de más de 281.000 millones de dólares.
En octubre, la compañía de Thompson fue mencionada junto a otras dos aseguradoras en un informe del Senado que detalla cómo su tasa de rechazo de servicios a algunos pacientes de Medicare Advantage —un tipo de cobertura sanitaria ofrecido por compañías privadas en el marco de Medicare, el programa federal para mayores de 65 años y discapacitados— ha aumentado en los últimos años. En octubre de 2023, fue denunciada por evaluar mediante inteligencia artificial defectuosa y posteriormente denegar la cobertura necesaria a dos pacientes de edad avanzada, que fallecieron después. Los dos eran beneficiarios de Medicare Advantage. Las familias alegaron que la compañía utilizó a sabiendas un algoritmo de IA defectuoso para rechazar el pago. El uso de ese modelo de IA, que según la empresa tenía una tasa de error del 90%, se impuso a la prescripción de los médicos de que el gasto era clínicamente necesario.
Según el citado informe del Senado, la tasa de denegación de cobertura a personas mayores que habían sufrido caídas o derrames cerebrales aumentó hasta el 22,7% en 2022, desde el 10,9% en 2020. Aproximadamente, el periodo en que Thompson asumió la dirección de la división de seguros del grupo y se implementó el sistema de “autorización previa”: un listado de condiciones draconianas —no clínicas, sino dinerarias— para dar el visto bueno a una factura.
Pistas de novela negra
La otra derivada del caso, la investigación, semeja una novela negra de final imprevisible. Cómo es posible que un asesino profesional —no le tembló el pulso para rematar a su víctima, pese a un revés con el gatillo— se haya esfumado de la faz de la tierra, en una ciudad sembrada de cámaras, es la pregunta que martiriza a las autoridades. En el hostal donde supuestamente se alojó en vísperas del crimen, el sospechoso, un joven bien parecido de fuerte mandíbula y abierta sonrisa, aparece presuntamente a cara descubierta en el mostrador de recepción. El flirteo con la recepcionista hizo que, a petición de esta, se quitara momentáneamente la máscara que llevaba, lo que permitió ver su rostro al completo. Qué pistas dejó al usar la bicicleta del servicio municipal, que requiere una tarjeta de crédito para desbloquear el cepo, con la que escapó del lugar del crimen. Por qué entró minutos antes de la ejecución —eso parece, la obra de un asesino profesional— en un Starbucks, embozado y cubierto con la capucha del abrigo, para comprar un café y una barrita de cereales. Por qué llevaba una mochila de más de 300 dólares, según las imágenes de las cámaras de videovigilancia, y la prenda más distintiva de su indumentaria.
Los últimos datos indican que el sospechoso llegó a Nueva York en autobús de línea regular, el medio de transporte más barato, desde Atlanta a finales de noviembre, se registró en el hostal —situado a un costado de Central Park, el lugar en el que el miércoles se le perdió la pista— con un documento de identidad falso de Nueva Jersey y se marchó del establecimiento al día siguiente de Acción de Gracias, para volver a registrarse unos días después. La policía informó este viernes de su posible huida de la ciudad, también en autobús, horas después del crimen.
Denegar pagos por visitas a urgencias
El perfil bajo de Thompson, que a diferencia de otros altos ejecutivos se movía sin guardaespaldas, llamó la atención en la conferencia de inversores celebrada el año pasado, al exponer el cambio de su compañía hacia una “atención basada en el valor”, pagando a médicos y demás personal sanitario por mantener sanos a los pacientes en lugar de tratarlos una vez enfermos. Algo parecido a la prevención, en un país con elevada tasa de mortalidad por enfermedades evitables (como diabetes tipo 2 o coronarias, ligadas al sedentarismo y una dieta de ultraprocesados). Thompson también cosechó titulares en 2021, cuando la aseguradora, al igual que sus competidoras, fue criticada por un plan para empezar a denegar el pago de lo que consideraba visitas no críticas a las urgencias de los hospitales.
Un día después del asesinato del
ejecutivo, un urólogo llamado Sravan Panuganti, de Carolina del Norte,
mostraba su extrañeza en X por el hecho de que un tratamiento que había
solicitado para un paciente, y que había sido rechazado, hubiese sido
autorizado de repente por la aseguradora. “La compañía de seguros que
había rechazado el tratamiento oncológico de un paciente mío, con la que
tenía programada una entrevista esta tarde, me ha contestado esta
mañana [la del jueves] diciendo que han reconsiderado su decisión y que
aprobarán el tratamiento. ¿Está pasando algo?”."
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