"Miren esta gráfica situada debajo de este párrafo. Deténganse en ella un
minuto o dos. Mide los porcentajes de beneficios sociales en dinero
contante y sonante que se pagan a los quintiles* de población más ricos y
a los más pobres.
Es una gráfica que aparece en un reciente informe de la OCDE sobre gasto social y del que he conocido gracias al politólogo (y amigo) José Fernández Albertos.
Lo que muestra en esencia esta gráfica es que el gasto social en España no se reparte con equidad entre las distintas clases sociales.
Bien al contrario, parece estar sirviendo para aumentar la desigualdad:
Mientras que el 20% de la población de renta más baja recibe un apenas
un 10% del total del gasto público social, el 20% de población más rica recibe algo más del 25%.
El gasto público, tal como está diseñado en España, tiene efectos regresivos y no permite redistribuir la riqueza, sino al contrario. El
país se sitúa así en el entorno de países como Italia, Grecia o
Portugal, pero también como Austria o Luxemburgo. En el otro extremo,
Australia, Noruega y Dinamarca, entre otros, muestran altísimos niveles
de redistribución en favor de los quintiles más pobres. (...)
La lucha contra la desigualdad no es solo un tema moral o político. La evidencia muestra que es un tema de eficacia económica.
Está claro que toda sociedad que quiera disponer de incentivos para la
innovación y la creación de riqueza ha de sufrir con ciertos niveles de
desigualdad, pero ésta no puede ser (en mi opinión) extrema, ya que en
ese caso destruye los fundamentos de los sistemas democráticos tal cual
los conocemos y genera un montón de externalidades negativas.
Así, hay
estudios recientes que concluyen que los países menos desiguales son los que luego crecen de forma más estable y resisten mejor las crisis.
Los datos de Eurostat (ver
gráfico inferior) demuestran que España está muy por debajo aún en el
gasto público social respecto a la media europea (6.026 euros por
persona, por debajo incluso de Grecia). Pero a nivel de PIB per cápita
el país está mucho más cerca de la convergencia con la UE.
Es decir, que
en teoría hay margen para cambiar y mejorar la recaudación y el gasto
público, así como la distribución del mismo. La sostenibilidad futura de la economía española depende de ello. No es posible continuar con estos niveles de desempleo, pobreza infantil, desahucios y pobreza energética. No son asumibles más bajadas de salarios “lentas ineficaces e injustas”. No es propio de un país todavía rico. Lo diga Podemos o lo diga quien sea.
La lucha contra la desigualdad no es solo un tema moral o político. La evidencia muestra que es un tema de eficacia económica.
Está claro que toda sociedad que quiera disponer de incentivos para la
innovación y la creación de riqueza ha de sufrir con ciertos niveles de
desigualdad, pero ésta no puede ser (en mi opinión) extrema, ya que en
ese caso destruye los fundamentos de los sistemas democráticos tal cual
los conocemos y genera un montón de externalidades negativas.
Así, hay
estudios recientes que concluyen que los países menos desiguales son los que luego crecen de forma más estable y resisten mejor las crisis.
Los datos de Eurostat (ver
gráfico inferior) demuestran que España está muy por debajo aún en el
gasto público social respecto a la media europea (6.026 euros por
persona, por debajo incluso de Grecia).
Pero a nivel de PIB per cápita
el país está mucho más cerca de la convergencia con la UE. Es decir, que
en teoría hay margen para cambiar y mejorar la recaudación y el gasto
público, así como la distribución del mismo. La sostenibilidad futura de la economía española depende de ello.
No es posible continuar con estos niveles de desempleo, pobreza infantil, desahucios y pobreza energética. No son asumibles más bajadas de salarios “lentas ineficaces e injustas”. No es propio de un país todavía rico. Lo diga Podemos o lo diga quien sea. (...)" (Nicolás M. Sarriés – blogs.20minutos, Attac España, 06/12/2014)
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