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28.11.17

Recordando Banca Catalana. Desde mayo de 1984, todo se confabuló para que el gran relato construido por Jordi Pujol continuara alimentando la política catalana... el comienzo del 'procés'

"De Pujol se podrá pensar que ha sido un mal banquero, que es de la derecha camuflada o que es feo, pero nadie, absolutamente nadie en Cataluña, sea del credo que sea, puede llegar a la más leve sombra de sospecha de que sea un ladrón”. 

No, esto no lo dijo ningún paniaguado de Pujol ni ningún beneficiario de alguna concesión al 3%; esto lo escribió Manuel Vázquez Montalbán para expresar la mezcla de estupor e indignación que le produjo la querella interpuesta en mayo de 1984 por la Fiscalía del Estado contra Jordi Pujol y otros 24 consejeros de Banca Catalana por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil. 

Recordaba Vázquez Montalbán la “pobreza semántica del lenguaje judicial” y comparaba la querella firmada por los fiscales Jiménez Villarejo y Mena con los procesos por “rebelión militar por equiparación” sufridos durante el franquismo por quienes, como él, habían sido víctimas del lenguaje judicial. 

Víctima también de la persecución franquista, Pujol sufría de nuevo los efectos de la jerga del Poder Judicial que pretendía engañar a las masas para convencerlas de que aquel señor al que acababan de votar mayoritariamente era un ladrón.

Sostenía Vázquez Montalbán que, con la acusación de apropiación indebida, o sea, llamar ladrón a Pujol en un lenguaje tecnocrático “que puede sonar a descarga de ley de fugas”, una de dos, o se quería provocar un conflicto nacionalista de fondo, o se actuaba “desde una prepotencia de señoritos tecnócratas con más teléfonos que cerebro” (EL PAÍS, 29-5-1984). 

Algo similar se desprendía de la pregunta que al mismo Pujol formulaba Josep Ramoneda en una entrevista para La Vanguardia (28-5-1984) cuando le sugería que la querella interpuesta por la fiscalía revelaba, “una vez más, la incapacidad de Madrid para pensar y articular un modelo de Estado en el que realmente quepamos todos”. 

 Interponer la querella era, de acuerdo ahora con Miquel Roca en su respuesta a María Mérida para Abc (28-5-1984), “un proceso a la burguesía catalana” planeado por alguien que “quiere desestabilizar Cataluña, pero no lo conseguirá”. La burguesía es elemento fundamental en la contextura social de Cataluña, añadía Roca, y poco le gusta que alguien se dedique a poner “bastones en las ruedas”.

Corría el mes de mayo de 1984 y nadie en Cataluña se acordaba de que Joaquim Molins i Amat, portavoz del grupo Minoría Catalana en el Congreso de diputados, había manifestado en una sesión de la Comisión de Economía, Comercio y Hacienda celebrada en junio del año anterior, su pleno acuerdo, y el de su grupo, con el impecable informe presentado por Miguel Boyer sobre la crisis de Banca Catalana: las causas de la quiebra, las primeras y fallidas propuestas de compra por entidades financieras catalanas de modo que se salvara su “catalanidad”, la negativa del Gobierno a ejercer su derecho de tanteo, y en fin, su compra por un pool de bancos tras su saneamiento por el Banco de España y el Fondo de Garantías de Depósitos.

Pero había pasado un año de todo aquello y ¿quién, sino un Gobierno formado por tecnócratas con más teléfonos que cerebro, incapaz de concebir un modelo de Estado en el que cupiéramos todos, y enemigo de la burguesía catalana, podía acusar de un delito de apropiación indebida a un político que acababa de conquistar la mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya? ¿Pujol y los 24 consejeros, culpables de una contabilidad falsa y beneficiarios de la caja B de Banca Catalana cuando ya de su agujero no se veía el fondo? Imposible. 

Y así, sin leer la querella, se dio por seguro que los fiscales no actuaban más que como instrumentos al servicio de una sucia iniciativa del Gobierno de Madrid contra Cataluña o, como sentenció Ramon Pi desde La Vanguardia (20-5-1984), “una operación política subterránea revestida de legalidad formal y con poco creíbles pretensiones de imparcialidad fiscal”.

El inmediato uso político de las reacciones publicadas ante la querella transformó a Jordi Pujol de político perseguido por la justicia en depositario de un poder sin trabas. En esos días de incredulidad, asombro y denuncia, Pujol vivió la singular experiencia de disponer, no ya de hegemonía, sino de todo el poder, primero, cuando la Audiencia Territorial de Barcelona se declaró incompetente para dar curso a la querella, decisión premonitoria de las que vendrían dos años después, con jueces en fuga, que ni querían ver los papeles de los fiscales; luego, cuando comprobó la desorientación y el encogimiento de espíritu o, más bien, la entrega interior que la querella había provocado en las filas de los socialistas catalanes, insultados y agredidos en las calles; en fin, cuando, identificando su persecución con la secular humillación catalana a manos de España, definió, entre ovaciones de unos y silencios de otros, la querella como un “ataque a Cataluña”, culminación de un designio de asfixiarla económicamente. 

Fue entonces cuando recordó en el Parlament que “Catalunya té força; en té perquè en té i perquè es forta Catalunya té força, i avui té més força que fa un temps”, para recibir de inmediato la aclamación de la multitud congregada en la plaza de Sant Jaume, gritando: “Obiols, cabrón, som una nació” y “Felipe, Guerra, atacan nuestra tierra”. 

Un Jordi Pujol, poseído de esa emoción que solo se siente en la llegada a la cima del poder recordaba a la multitud (75.000 según la Guardia Urbana, 300.000, medio millón, qué mas da, según los convocantes) que Cataluña era una nación, era un pueblo y “con un pueblo no se juega. A partir de ahora, cuando alguien hable de ética y de moral, hablaremos nosotros”.


Hasta Pasqual Maragall, su adversario político, hubo de tragarse su célebre tres por ciento
La querella se había presentado contra 25 consejeros o exconsejeros de Banca Catalana, pero eso era solo una apariencia, eso no era la verdad, sino una aplicación subrepticia de la ley de fugas contra una burguesía, una nación, una tierra o, como lo dirá Pujol, “una hábil y poco limpia jugada del Gobierno central contra Cataluña”.

 Y como la verdad no es un valor que se cotice en la bolsa del poder, Pujol se construyó a sí mismo como protagonista de aquel cuento, que tanto le gustará repetir, del jovencito que cae en manos de una banda de asesinos en el desierto y que recupera su dignidad, su fortaleza interior, cuando se encuentra a sí mismo dentro del hoyo que han cavado para él. 

Así ha ocurrido con Cataluña, perdida, derrotada, y ahora fuerte, con esa fortaleza que solo procede de la moral y la ética; y así ha ocurrido con él, perseguido, acusado vilmente con el único propósito de destruirlo, y ahora aclamado, fortalecido.

Treinta años después de aquellas emociones, y conocida al fin la verdad del cuento, muchos lloran, otros se indignan y no faltan quienes celebren la caída de un mito. ¿Un mito? No, Pujol no ha sido nunca un mito. Culto, leído, bien dotado para la retórica, dueño de voluntades, Pujol ha sido el fabulador de un gran engaño, el constructor de un gran relato, fuente de legitimación de un poder absoluto que ha resultado ser un poder operando a la manera de clanes y mafias.

 Hasta su más pertinaz adversario político, Pasqual Maragall, hubo de tragarse su célebre 3% cuando en un arrebato perdió el control de lo indecible en el Parlament de Catalunya. Desde mayo de 1984, todo se confabuló para que el gran relato construido por Jordi Pujol continuara alimentando la política catalana, incluso cuando el emperador emprendió el camino de retirada.  (...)"            (Santos Juliá, El País, 17/08/14)

6.11.14

Pujol creó una red de negocios ilícitos que beneficiaban a toda una casta de políticos, empresarios, jueces y medios de comunicación... el llamado 'oasis' catalán

"El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre servil. Por esta razón el Régimen ha fomentado la inmoralidad en la vida pública y económica.

 Como sucede en ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todo el mundo se ensucie las manos y esté comprometido". Este texto forma parte de la octavilla que Jordi Pujol Soley divulgó, y que su esposa Marta Ferrusola mecanografió, durante una visita del dictador Franco en la primavera de 1960 y que le acarreó la cárcel.

Parece un escrito premonitorio de lo que él organizaría cuando llegara al poder en el Gobierno de Cataluña. Creo necesario hacer un ejercicio de recuperación de la memoria reciente para que la ciudadanía no olvide, ni pase página, ante el terrible engaño que ha perpetrado el expresidente Pujol. 

Utilizó el poder para crear una tupida red de negocios ilícitos que beneficiaban a toda una casta de políticos, al propio partido (CDC), empresarios, jueces y medios de comunicación.

Todo el mundo sabía lo que pasaba en el país, mucha gente era consciente del trato de favor que dispensaba el Gobierno catalán a ciertos sectores y personas. Pero pocas personas e instituciones de control querían indagar, nadie quería llegar al fondo de los rumores de corrupción fuera por miedo, por complicidad o, lo que es peor, por no hacer daño a Cataluña. 

Asunto este que Pujol trabajó muy bien como se demostró en el caso Banca Catalana, que después de estafar a miles de accionistas y que la fiscalía le abriera un procedimiento judicial, echó mano de la bandera, se puso la patria como escudo y envió a sus acólitos y cómplices mediáticos a vociferar vivas a Cataluña e insultos a los fiscales acusadores. Esta victoria contra la democracia y la justicia le abrió las puertas de la impunidad.

A partir de este episodio se abrió una fase donde sus amigos, su partido, miembros de su Gobierno y su entorno, empezaron a coser la trama delictiva con la participación imprescindible del Gobierno catalán para saquear dinero público en beneficio personal o del partido.

Una vez creciditos los hijos, algunos formaron parte de la red de chupadores de la Hacienda pública, ganando posiciones en el entramado, según su inteligencia al servicio del delito, e iban ampliando y consolidando la corrupción del Régimen.

 No existen empresas del clan Pujol que merezcan tal nombre: no producen ni puestos de trabajo, ni productos o servicios que sirvan para mejorar la economía. Lo que hay es una mínima estructura de mediación financiera, urbanística y de contratación localizada allí donde fuera más útil para su exclusivo beneficio. Ahora empezamos a entender los eslóganes del Gobierno nacionalista: Fem país o La feina ben feta no té fronteres.

El fango franquista debió de servir de inspiración al Régimen para utilizar actitudes autoritarias contra algunas instituciones y medios de comunicación que eran comprados y callados a base de subvenciones o amenazas. 

A esta manera de hacer política algunos lo llamaban “oasis catalán”, pero era una trama de corrupción que algunos (pocos) medios de comunicación y algún partido político llevó al Parlamento y a la justicia las actuaciones ilícitas del Régimen, cosa que les significó ser tildados de traidores a la patria. (...)

Fíjense que mientras en Cataluña se sigue hablando exclusivamente del proceso, en el resto de España hay una fuerte presión social contra los lentos movimientos del PP y del PSOE, para frenar la corrupción. Y les puedo asegurar que el tamaño, la duración y la intensidad del expolio mafioso del Régimen de Pujol no tienen parangón.

Estoy convencido que en un país con fuerte convicción democrática, sin interceptores nacionalistas, la ciudadanía se hubiera echado a la calle, para mostrar su ira y su repulsa contra el mayor robo que ha sufrido Cataluña. Caerían esculturas, efigies, placas conmemorativas y nombres de calles del señor Pujol, que envilecen a muchos pueblos y ciudades de nuestro país.

Me temo que nada de esto va a pasar. Algunos están más interesados en mirarse en el espejo y repetirse qué valientes que somos que hacemos frente a España, que en reconocer lo cobardes que han sido en permitir y jalear un Régimen corrupto en Cataluña."         (   ,  El País5 NOV 2014)

7.10.14

¿Qué político del PSUC o de lo que fuera, y que aceptara someterse, no conseguía un buen cargo como historiador o editor o comentarista? Vasallaje y discreción... con Jordi Pujol

"(...) la escena espectacular del balcón de la Generalitat, aquella tarde de mayo de 1985, cuando exonerado de una de las estafas más escandalosas de la historia bancaria de Catalunya, dijo con voz solemne, un tanto agrillada por la emoción:
 “A partir de ahora seremos nosotros los que hablemos de moral y de ética”. Y las masas embebidas ante el líder, como si se tratara de un documental de Leni Reifenstahl.

De ahí la secuencia empalma con la entrada en el Parlament donde sumisamente, como corresponde a un Padrino que va a encontrarse con un subalterno, la presidenta Núria de Gispert recibe al expresident en el umbral y le conduce a las salas altas. Le ha invitado a comer. No creo que haya precedentes en la historia parlamentaria de Europa que un político delincuente haya tenido el privilegio de compartir mesa y mantel con quien va a dirigir el debate.

 (A partir de ahora, cada vez que me cite un juez le pediré respetuosamente a su Señoría que tenga el detalle de invitarme a desayunar; al fin y al cabo yo siempre he pagado más impuestos que el exhonorable, y la justicia se sostiene de eso). ¡Qué gentil es la clase política catalana y qué encantadores son sus comentaristas!

El filme continúa. La intervención emotiva de por qué un buen hombre se ve obligado a estafar por el bien de sus herederos, y a su vez enseña a su hijo cómo en los tiempos oscuros es mejor robar a que te roben; una enseñanza que marcará el destino de este hombre providencial. Una pequeña herencia, entonces suculenta, testimonio más falso que un duro sevillano.

 Luego la pantalla va desgranando las intimidadas declaraciones, reflejando el respeto que les merece el Padrino, que apenas los mira. Casi todos se lo deben todo, porque, como muy bien expresó su señora, modelo de mujer y esposa, al decir de las masas, una Evita Perón con floristería: la Generalitat era su casa.

 Y la voz un tanto quebrada de los líderes de la oposición -eché a faltar la zapatilla del líder de la CUP que exhibió ante Rato, que en este caso yo hubiera sugerido una Chiruca de las de antes, pero le dijo algo conmovedor: le negaba un asiento en el inminente viaje a Ítaca-. Estupefacto debió quedar el exhonorable.

Y entonces llegó el gran momento de este actor de provincias, que no pronuncia bien pero que como la gente le tiene muy visto y muy oído, puede reconstruir las frases sin demasiado esfuerzo. Le salió bordada la insolencia al Padrino. “Yo no soy un corrupto”. Incluso salió Felipe González de avalista, ¡con el pedigrí que le garantiza! 

La casta se protege y los padrinos más; aunque la zona de tu influencia no sea la misma, compartes pasados y trampas y hasta cosas más gordas que la autocensura evita que se escriban. Bastaría con ese momento de la entrevista de Mónica Terribas a Artur Mas: “¿Está usted limpio, president?”. No hacía falta un detector de mentiras ante lo inseguro de la respuesta.

Pero sigamos con el filme. El Padrino de Catalunya, antiguo presidente, expresa una idea genial, un retrato de su personalidad: “Yo me he desnudado”. A inventarse una historia para tontos creyentes sobre una supuesta herencia antes de que le cayera la Hacienda, y la Policía, y los Tribunales; al taparrabos de sus vergüenzas lo llama “desnudarse”. Es toda una concepción del mundo. 

Fue entonces cuando pensé por primera vez que no estábamos ante el redentor de unas clases sociales complacientes con la Dictadura que él había redimido gracias a un panfleto que redactó pero que no tiró en el Palau, y por el que pasaría cárcel, en la que tuvo la fortuna de poder solicitar que fuera Zaragoza, cerca de casa, modesto privilegio que miles de antifranquistas no soñaron. 

En el texto se denunciaba al Caudillo de corruptor de la sociedad catalana, la lucha por la libertad aún no estaba del todo presente y menos en el Palau. Digo, que cuando escuché la insolencia del exhonorable President, pensé por primera vez en la posibilidad de que más que un redentor se tratara de un impostor. Aquí termina el filme y empieza la historia.

Cuando dio por terminada la sesión, que él mismo programó en día y hora, se evidenció que no tenía ganas de seguir representando aquella pantomima. Un Padrino no se somete a sus empleados políticos. Son subalternos y de eso se encargó ese tipo de aspecto definitorio que es Jordi Turull, un sacristán untuoso y servil como un personaje de Goldoni, que ayudó a la misa del Padrino, desdeñoso con aquella feligresía. Ni siquiera agotó el turno que le quedaba. No merecía la pena ni gastar saliva.

¿Y si Jordi Pujol Soley siempre hubiera sido un impostor? El hombre que salió de la cárcel para crear un Banco, no un Partido; cosa insólita en la historia de la humanidad. Un banco que quebró y fraudulentamente, y que gracias al respaldo de una parte de la sociedad catalana, logró envolverse en el patriotismo y la bandera para evitar la humillación de asumir una estafa de la que él salió beneficiado no sólo políticamente sino económicamente.  (...)

¿Qué político del PSUC o de lo que fuera, y que aceptara someterse, no conseguía un buen cargo como historiador o editor o comentarista? Vasallaje y discreción. Lo único importante era la Familia, como los Padrinos. ¿Qué puede hacer un hombre sin familia? Y en verdad que él alimentó de modo suculento a la suya. No fue un político corrupto, fue el jefe de los políticos corruptos. (...)

“La doblez pujoliana es uno de los hallazgos de la historia contemporánea de este país. Ha conseguido hacer de la doblez una moral. Entre el personaje real y el que la gente se quiere creer hay tal diferencia que el resultado es un producto genuino: él es él y su doblez”.

“Y esta doblez pujoliana, que es el privilegio mejor guardado del Olimpo, ha cimentado el denominado oasis catalán. En casi veinte años se ha creado un sindicato de intereses del tal envergadura, que al final se impone como moral social la propia doblez pujoliana: no somos como somos sino como creemos que somos”. (...)"             (La insolencia del Padrino, de Gregorio Morán en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 04/10/2014)

6.10.14

En el Parlament exigimos que se retirara el servicio de orden de CDC, un grupo de personajillos que gritaban excitados por los pasillos

"El 30 de mayo de 1984, Jordi Pujol fue elegido presidente de la Generalitat por el Parlament de Catalunya. La elección se produjo pocos días después de que se le incluyera como imputado en la querella de la Fiscalía General del Estado por el caso Banca Catalana. 

 El adversario socialista en las elecciones al Parlament que se habían celebrado el 29 de abril, Raimon Obiols, junto con otros diputados y dirigentes del PSC, como el alcalde Pasqual Maragall, fueron insultados, poco antes de que el presidente reelegido gritara desde el balcón del Palau de la Generalitat que "en adelante, de ética y moral hablaremos nosotros, no ellos".

 El 25 de julio pasado, Pujol confesaba que mientras hacía esta apelación a la ética tenía dinero escondido en el extranjero. El chófer que sacó a Obiols del Parlament tuvo que sortear los golpes contra el vehículo de muchos de los manifestantes convocados al acto. Algunos de ellos gritaron "Matadlo, matadlo".

¿Cómo reaccionó cuando conoció la confesión de Jordi Pujol que había tenido dinero oculto en el extranjero mientras fue presidente de la Generalitat? 

No lo esperaba, pero no me sorprendió demasiado, vistas las informaciones ya conocidas. Ahora bien, la carta de Pujol ha marcado un espectacular cambio de registro. Los golpes de pecho de los dirigentes de Convergència y los aspavientos de la caverna española no me sorprenden pero me han disgustado bastante. 

En esta situación debemos asumir nuestra condición de catalanes sin orgullo ni vergüenza. La corrupción en Barcelona y Madrid ha sido perfectamente equivalente, por no hablar de las sórdidas situaciones que se han sufrido en Valencia, en Mallorca o Andalucía.

¿Relacionó aquella confesión con la crisis de Banca Catalana?

Josep Andreu Abelló y Jaume Carner nos decían que con la crisis de Banca Catalana ellos habían perdido el dinero pero Pujol había mantenido su fortuna, vendiendo con antelación sus acciones. Información privilegiada, lo llaman. Espero que esto ahora se aclare finalmente. En su actuación en el Parlament, Pujol no respondió a este tema, ni en general a ninguno.

Al recordar el día de la elección en el Parlament de Jordi Pujol como President de la Generalitat, en mayo de 1984, y los incidentes que se produjeron, incluidos los insultos y agresiones contra usted, ¿cómo lo analiza hoy? 

No me gusta mucho hablar de este tema. Pero no hay que olvidarlo, no por ánimo vindicativo o victimista, sino para mirar de que no vuelva a pasar. Siempre hay gente de buena fe que se exalta con cuatro gritos en nombre de Catalunya y se traga lo que sea.

Aquella noche en el Parlament exigimos que se retirara el servicio de orden de CDC, un grupo de personajillos que gritaban excitados por los pasillos, lo que se consiguió con dificultades. Se nos sugirió permanecer unas horas en el edificio, hasta que la manifestación hubiera abandonado los accesos.

 No quise ni hablar de ello. Estaba indignado por aquella ocupación del Parlament que todavía hoy me causa una profunda vergüenza ajena. Por encima de ese sentimiento, estaba dolido por la injusticia de todo aquello. Políticamente, fui el principal damnificado de la ola de victimismo y odio que se había fomentado.

Pujol y CDC hicieron una gestión sin escrúpulos de la crisis de Banca Catalana, presentándola como una agresión de los socialistas contra Catalunya. Hasta el punto de que un director de “La Vanguardia” escribió un artículo invocando a mi padre, de probada “fidelidad a una idea de Catalunya”, y exigiéndome “un mínimo de decencia filial”. No repliqué, pensando en mi madre.

 Resultó que estaba perfectamente al corriente y me aconsejó que no hiciera caso. “Es un anticuado”, me dijo. Mi madre tenía entonces más de ochenta años, pero su idea de Catalunya no coincidía con la de aquel señor. ¡Decencia filial! ¡No sé de qué me suena, vistas las cosas que hemos visto después!

Aquello les funcionó bien, además, porque fuimos muy silenciados. Se ha calculado y publicado que mientras fui jefe de la oposición el porcentaje de pantalla de Pujol en TV3 fue 22 veces superior al mío. 

La cifra no me parece exagerada y quizás se queda corta. La discriminación era tan colosal que, cuando fui invitado por única vez a los estudios de TV3, después de años de ausencia, dije a los que me recibían que me sentía tentado de besar el suelo, como si fuera la tierra prometida. Rieron, pero las cosas siguieron igual.

Cuando Pujol salió al balcón del Palau de la Generalitat y dijo que a partir de entonces "de ética hablaremos nosotros, no ellos", él era consciente de que tenía dinero escondido en el extranjero. Es chocante, ¿no? 

Lo es mucho, efectivamente. No quisiera caer ahora en una exclamación correlativa.

¿Por qué cree que la Audiencia no aceptó el procesamiento de Jordi Pujol que pedían los fiscales Mena y Villarejo? 

Los jueces se limitaron a decir, de manera acomodaticia, que Pujol había cometido "graves desaciertos de gestión". El artífice de la defensa de Pujol, Joan Piqué Vidal, aprovechó el ambiente tenso y espeso del momento y se mostró muy eficaz, hasta el punto de que Pujol le muestra "gratitud" en sus memorias.

 Hay que recordar que Piqué acabó condenado a siete años de prisión, con su cómplice, el ex juez Lluís Pascual Estivill, ex miembro del "Consejo General del Poder Judicial" a propuesta de Convergència, condenado a nueve años por delitos de cohecho, extorsión, prevaricación y detenciones ilegales.

Si Jordi Pujol hubiese dimitido a raíz de la querella del caso Banca Catalana ¿cómo habría evolucionado Catalunya en los años posteriores? 

Las ucronías son siempre un poco absurdas. Cuando era candidato, yo tenía el convencimiento de que, llegado el caso, habría ejercido razonablemente bien la presidencia de la Generalitat. Hoy, si alguna vez se me ocurre pensar en ello, esa convicción la he relativizado, pero la mantengo.

 He sido partidario de la unidad de las izquierdas y del catalanismo, me gustan las administraciones simplificadas y no partidistas, nada me entusiasma tanto como un buen proyecto llevado a cabo por un equipo de excelencia. He preferido hacer de director de orquesta que actuar de solista. 

Tengo olfato para detectar a la gente con talento y un instinto de repugnancia a flor de piel en lo que se refiere a los desaprensivos y tarambanas, que en general detecto a distancia... Pero alguien podría pensar que entro retroactivamente en campaña, y no es el caso.

¿Siente compasión, pena, lástima por el final de la carrera política y personal de Jordi Pujol? 

Por muchas razones, no siento indiferencia por la persona de Pujol. Pero francamente, vistas las tragedias actuales, creo que debemos concentrar nuestra compasión en los más débiles y, cuando es posible, actuar en consecuencia. (...)"          (Entrevista a Raimon Obiols: "Pujol y CDC hicieron una gestión sin escrúpulos de la crisis de Banca Catalana", en eldiario.es, 01/09/2014)

28.9.14

Pujol no responde; el pederasta de Ciudad Lineal, tampoco. Que actúe la Ley



"Jordi Pujol representa lo peor de la política española de los últimos 35 años. Hasta Financial Times reconoce que es “la vergüenza de Cataluña”Defraudó a Hacienda desde el principio escamoteando el pago de impuestos que nos hacía pagar al resto de catalanes.

 Construyó un sistema corrupto con el trespercent como pilar estructural. Enriqueció a su familia hasta convertirla en la sexta fortuna de España. Hizo multimillonarios a sus siete hijos. Construyó una enorme superestructura administrativa que asfixió el empuje de la otrora dinámica e indomable sociedad civil catalana, si acaso antaño nuestro único hecho diferencial. 

Estableció (The Economist dixit) la cultura de la queja, el victimismo y la irresponsabilidad en Cataluña. Inventó o agrandó y exageró las diferencias con el resto de los españoles, destruyendo puentes en vez de construirlos. Diseñó una Cataluña de papel, invivible,  con buenos y malos catalanes según su grado de nacionalismo.

El resultado ha sido un desastre: la Generalitat, que gestiona €39.000 millones (casi la mitad del presupuesto del Estado de Israel) está arruinada. La deuda alcanza €62.000 millones. Pagamos los impuestos más altos del mundo tras Aruba y Suecia. No tenemos crédito internacional. 

La convivencia está rota. Nuestra imagen en el resto de España es -con razón- de egoístas y quejicas. Nuestro prestigio ante la comunidad internacional ha desaparecido. Los farmacéuticos, funcionarios y proveedores no cobran. (...)

El pederasta de Ciudad Lineal también se niega a reconocer sus monstruosidades. Pero está detenido y le interrogan cada rato. Pujol sigue en la calle. La justicia sigue siendo dual en España: si eres de primera división se portan bien contigo. (...)"               (Dolça Catalunya, 27/09/2014)

9.9.14

El caso de Banca Catalana obliga a reconstruir el dramático sufrimiento de aquel juez instructor, Ignacio de Lecea, que lo llevaba puramente en la cara

"1984 es el año clave del pujolismo. Y de toda la neolengua vertida en Cataluña. Es el año en que buena parte de la sociedad catalana cede ante el nacionalismo, empezando por alguno de sus más conspicuos intelectuales. 

El año en que los ciudadanos pasan a CIUdadanos. En mayo la fiscalía se querella contra Jordi Pujol y otros directivos de Banca Catalana, a los que acusa de apropiación indebida. La reacción de Pujol es fulminante: acusa al Gobierno de indigno y el mismo día de su investidura convoca a los ciudadanos a una esperpéntica manifestación en defensa de su honradez.

 A cualquier carácter templado se le debió caer ese día la cara de vergüenza, sin necesidad de ver más de lo que veía: unas masas que despreciaban la ley, birladas por el populismo. Pero cuando se evoca la luz innoble de aquella tarde añadiendo lo que ahora es conocido, es decir, que aquel que había sacado las masas a la calle para que reivindicaran su moralidad intacta llevaba cuatro años manteniendo una cuenta opaca en el extranjero, la impresión es puramente devastadora.

El caso de Banca Catalana es doblemente importante. Primero, porque es el epicentro de una estafa ética, caja B de la moral, que en España al menos no tiene precedentes. Y en segundo lugar por la supuesta relación entre la ruina del banco y la sucia fortuna pujolista que acaba de descubrirse. Lo primero es una evidencia y lo segundo un indicio. Pero los dos asuntos obligan a que aquellos años sean investigados, ahora que el arrogante blindaje pujolista se ha deshecho.

Obligan a que se conozca la historia del fiscal Burón Barba, de la que el psiquiatra Castilla del Pino daba un inquietante apunte en sus memorias, cuando señalaba a qué punto de agobio le condujeron las presiones del entonces gobierno socialista para que la querella quedase en nada. Obligan a que el siguiente fiscal, Javier Moscoso, cuente las instrucciones reales que dio y que recibió, y hasta las afrentas que sufrió. 

Obligan a reconstruir el dramático sufrimiento de aquel juez instructor Ignacio de Lecea, que lo llevaba puramente en la cara. Y obligan, sobre todo, a que hable Felipe González. Porque la impresión dominante, y la que es en realidad la hipótesis menos dolorosa sobre su conducta, es que al presidente González le ocurrió lo mismo que a muchos ciudadanos subyugados por el mito pujolista. 

También él debió de creer que en las cuentas de Banca Catalana había desorden y hasta trampas… antifranquistas, pero que no eran la obra de un tramposo. Exactamente y lo que, sin duda alguna, Pujol ha resultado ser."         (EL MUNDO 04/09/14, ARCADI ESPADA, en Fundación para la Libertad)

1.9.14

100 millones de euros es la fortuna de Jordi Pujol en el extranjero, alimentada durante "23 o 30 años de obra pública"

 "La exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, María Victoria Álvarez, ha asegurado este lunes que el dinero que la familia del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol había depositado en el extranjero tiene un origen diferente al argumentado por Pujol: "Faltan más explicaciones del dinero, no es una herencia".

En una entrevista en 'Espejo Público' (Antena 3), ha señalado que la fortuna de la familia en el extranjero se ha alimentado de "23 o 30 años de obra pública", y ha dado veracidad a los informes de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) sobre las cuentas en el extranjero de la familia, que Álvarez ha cifrado en más de 100 millones de euros.

Preguntada sobre si el presidente de la Generalitat y líder de CiU, Artur Mas, estaba al corriente de estas cuentas, ha augurado que "las cosas irán saliendo".

Álvarez ha manifestado que "Jordi Pujol miente patológicamente", y ha considerado que a la familia le une la obsesión por el dinero, que según su versión, han movido por 13 paraísos fiscales durante los últimos años. (...)"          (La Voz Libre, 28/07/2014)

11.8.14

Los Pujol serían los séptimos más ricos de España en la 'lista Forbes'... poquito a poquito, de 3% en 3%

"A los muchos reconocimientos que a lo largo de estos años la familia Pujol ha recibido de la sociedad catalana, podría haberse sumado uno más, en el caso de que su inmensa fortuna hubiera sido conocida por todos y, preferentemente, legal.

 Los 1.800 millones de euros que, según la investigación de la Policía, esconde el clan en distintos paraísos fiscales, habrían permitido a Jordi Pujol y sus hijos la entrada en la prestigiosa lista de la revista Forbes de los más ricos del mundo, que se publica desde 1986. 

Entre el 600º y el 700º puesto en el cómputo de los más acaudalados del planeta, pero un más que meritorio séptimo lugar en el ranking de las mayores fortunas de España. Un motivo más de orgullo para la familia. 

El ex presidente de la Generalitat, todo un símbolo en Cataluña e incluso fuera de ella tras permanecer 23 años en el cargo, se codearía de este modo tan visible con los grandes empresarios del país. 

 Con la única rareza de que él sería el único político en una exclusiva nómina de hombres y mujeres de éxito, dedicados a los negocios, muchos de ellos hechos a sí mismos, cuyo dinero proviene de la buena marcha de sus empresas y, en mayor medida, de la habilidad que han demostrado para gestionarlas.(...)

 En la lista nacional, seis escalones más abajo se situaría la familia Pujol, de quien la Policía sospecha que ha conseguido su fortuna como consecuencia «de todo tipo de acciones presuntamente delictivas» derivadas de «la condición de privilegio que cuenta en Cataluña». 

Según los cálculos de los agentes judiciales, unos 1.800 millones de euros (2.400 millones de dólares) que, presumiblemente, han salido del cobro de comisiones a cambio de adjudicaciones de contratos públicos durante las seis legislaturas que Jordi Pujol gobernó la Generalitat.

Por delante de él, en el ranking de 2014 la revista económica Forbes sitúa en España a la hija del fundador de Inditex, con 5.900 millones de dólares (4.402 millones de euros); a Isak Andic, dueño de Mango, con 5.500 millones de dólares (4.103 millones de euros), y a Juan Roig, de Mercadona, con 4.700 millones de dólares (3.506 millones de euros). En quinto lugar figura el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino y Calvo-Sotelo, que atesora un patrimonio de 3.500 millones de dólares (2.611 millones de euros). 

Superada la parte más alta de la tabla de los españoles con más de 1.000 millones de dólares, a partir del quinto puesto el clan Pujol se hace hueco sin mayor dificultad entre la mayores fortunas del país. 

Sin empresa conocida más allá de los negocios aislados de los hijos, sólo le supera la familia Daniel Maté, el directivo vasco ligado a la mercantil Glencore, a quien Forbes atribuye un capital de 2.700 millones de dólares (2.014 millones de euros). Inmediatamente después entrarían los Pujol si el dinero que la Policía cree que esconden fuera de España tuviera un origen lícito, tal y como ellos intentan mantener.(...)"             (El Mundo, 03/08/2014)

29.7.14

Jordi Pujol supone el más importante caso de corrupción de la España democrática

"La confesión de Jordi Pujol supone el más importante caso de corrupción de la España democrática. La importancia de la corrupción no debe cifrarse en términos meramente económicos. Aún no se sabe lo que ha supuesto en dinero la evasión del ex presidente. 

Pero no serán cifras devastadoras. Devastadoras son la mentira y la estafa proyectadas sobre los ciudadanos que durante 23 años le dieron adictivamente su voto; y la evidencia de que no hay redención, porque es imposible que Pujol pague. Puede devolver el dinero, aunque con dificultades, pero no puede devolver los años ilegítimos en que llamó a los catalanes a sacrificarse por la construcción nacional.

Aquello que es fama que le dijo a su esposa: «Marta, habrá un momento en que Cataluña pase por delante de la familia.» De ahí que el anciano ex presidente haya escogido la rendición de cuentas ante dios. 

Su confesión tiene un aspecto y una profundidad metafísicas y así lo han entendido, incluso, aquellos de sus fieles más lubricados que en esta hora inesperada y amarga han escrito decenas de artículos en la prensa provinciana para subrayar el automartirio infligido y hasta su coraje penitencial, que así lo ha dicho, por ejemplo, un alto señor de La Vanguardia.

Ni su actitud ni la de sus feligreses pueden sorprender a nadie. Cristo y Cataluña (incluso como siglas: aquel CC de su juventud militante) están inscritos en su actividad contante y sonante.

 Mucho más sorprendente es el temor de dios que han manifestado los partidos políticos españoles, incapaces de poner a Pujol en el lugar que merece, que es el de primordial corrupto de la política española. El fuego cruzado que aplicaron a Bárcenas, a Urdangarin, a Matas, al PSOE andaluz en pleno (...) han sido salvas de cortesía ante el Muy Evasor. (...)

La mentira de Pujol no es nada más que la mentira general del nacionalismo. El nacionalismo miente, y siempre, porque está en su naturaleza. Miente sobre sus orígenes infamantes, miente sobre la historia, miente sobre las balanzas fiscales y miente sobre la honradez de sus patriotas. El principal responsable de las mentiras es, obviamente, el mentiroso. Pero poco y menos serían sin ese español acomplejado que las encubre."         (ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 29/07/14, en Fundación para la Libertad)

24.1.09

Es que están los políticos a los que se les cree, y están a los que no... los de Banca Catalana

"No acabó ahí la cosa, pues Pujol arremetió también contra los intelectuales catalanes que, durante sus 23 años de mandato, ridiculizaron sus apelaciones patrióticas y su defensa de los valores tradicionales y que ahora están entusiasmados con Barack Obama.

En un coloquio organizado por la fundación que preside, al que acudió como invitado el escritor Quim Monzó, Pujol defendió su legado echando mano del sarcasmo. Trabajo duro, honestidad, justicia, patriotismo... «Esto lo ha dicho san Obama. Y aquí, ¿quién lo dice esto? ¿Quién lo ha dicho un montón de años? ¡Con la coña que se ha hecho con todos estos valores!», exclamó." (ABC.es, 24/01/2009)

Es que Obama no es un racista, nunca escribiría lo siguiente: "El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. (...) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menos valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad." (Jordi Pujol: "La inmigració, problema i esperança de Catalunya", (Editorial Nova Terra, Barcelona, 1976, págs. 65, 67 y 68). En la línea del nacionalismo, el vasco también, com se puede ver en "Chanchidrian: nacionalismo y xenofobia".

Ni Obama "desapareció" 50.000 millones de las antiguas pesetas en el escándalo de Banca Catalana. Así que parece bastante lógico que los intelectuales se rieran de Pujol cuando hablaba de, precisamente, valores (ver El País, 26/08/1986)