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6.6.24

Ann Pettifor: ¿Es hora de apretarse el cinturón financiero? Cuando estalló la Gran Crisis Financiera, el total de la deuda pública y privada representaba el 193% del PIB... La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra empezaron a subir los tipos en 2004. Así lo hicieron hasta que el puñal hizo estallar la burbuja de la deuda en agosto de 2007... Bastaron cuatro años para que el puñal de los altos tipos de interés reales hiciera estallar la burbuja de la deuda de 2007... En la actualidad, la deuda pública y privada mundial se acerca al 250% de la renta mundial... En diciembre de 2024 se cumplirán tres años desde que el Banco de Inglaterra comenzó a subir los tipos. ¿Quién sabe lo que ocurrirá? A la vista de la historia reciente, sería prudente apretarse el cinturón de seguridad financiero

 "En el periodo previo a la Gran Crisis Financiera advertí en repetidas ocasiones que los elevados tipos de interés reales de los bancos centrales eran como «una daga apuntando a una burbuja de deuda». Como escribí en el sitio Open Democracy en 2003 en un artículo titulado The Coming First World Debt Crisis:

    "Cuando los tipos de interés empiecen a subir de nuevo, cuando los costes de la deuda se disparen tanto para las empresas como para los hogares, cuando los impagos y las quiebras aumenten más rápidamente que ahora, entonces se habrá alcanzado el punto de inflexión»."

La cuestión del impacto de unos tipos de interés más altos queda bien ilustrada en el gráfico del FT publicado tras la CFG.

La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra empezaron a subir los tipos en 2004. Alan («el Maestro») Greenspan y el Comité Federal de Mercado Abierto subían agresivamente cada trimestre. Así lo hicieron hasta que el puñal hizo estallar la burbuja de la deuda en agosto de 2007.

Un gráfico publicado por el Banco de Inglaterra la semana pasada me recordó sus decisiones. El Banco, dirigido por un gobernador abiertamente político, Andrew Bailey, empezó a subir los tipos en diciembre de 2021 y desde entonces los miembros del Comité de Política Monetaria han subido más y más rápido que la Reserva Federal entre 2004-2007.

Ahora sabemos que los niveles de deuda pública y privada como proporción de la renta mundial (PIB) eran elevados en 2007, cuando estalló la Gran Crisis Financiera. Por aquel entonces, la deuda pública representaba el 61% del PIB mundial; la deuda privada, el 134% del PIB; y el total de la deuda pública y privada, el 193% del PIB.

 También sabemos que la deuda es global. Los tipos de interés elevados en el Reino Unido afectan a los deudores lejanos. Desde la crisis financiera mundial, muchas empresas de capital riesgo con sede en EE.UU. y Australia se han desprendido de grandes cantidades de deuda de empresas británicas, como Thames Water, ASDA, Morrisons, AA y el club de fútbol Liverpool.

Bastaron cuatro años para que el puñal de los altos tipos de interés reales hiciera estallar la burbuja de la deuda de 2007.

Desde entonces, y adentrándonos en la pandemia, los volúmenes de deuda tanto pública como privada se han expandido según el FMI.

En la actualidad, la deuda pública y privada mundial se acerca al 250% de la renta mundial.

El Banco de Inglaterra inició la última ronda de subidas de los tipos de interés en diciembre de 2021. Las subidas posteriores han sido más rápidas y más brutales que las subidas de la Reserva Federal durante tres años hasta 2007.

En diciembre de 2024 se cumplirán tres años desde que el Banco de Inglaterra comenzó a subir los tipos.

¿Quién sabe lo que ocurrirá entonces?

A la vista de la historia reciente, sería prudente apretarse el cinturón de seguridad financiero."           (Ann Pettifor , blog, 03/06/24, traducción DEEPL, enlaces en el original)

21.12.21

Juan Torres: Los índices de precios están alcanzando los niveles más altos de los últimos treinta años ante la pasividad de las instituciones que nos habían asegurado que son las únicas que podrían evitarlo, los bancos centrales... A ellos se les encomendó garantizar la estabilidad de los precios y para conseguirlo reclamaron y consiguieron todos los privilegios y competencias posibles... pero no han sido capaces de prever que los precios se iban a disparar. Y, lo que es mucho peor, no pueden hacer nada para evitarlo, salvo subir tipos de interés y dejar de financiar a los gobiernos, dos medidas que provocarían un destrozo descomunal en todas las economías sin que sea seguro que frenasen la inflación actual... La explicación es que su actuación está plagado de falsedades sobre el funcionamiento real de las economías y la naturaleza de la inflación... ¿Para qué va a servir que suban los tipos de interés cuando los precios aumentan porque las cadenas de suministro están bloqueadas? ¿Cabe pensar que el aumento de costes financieros provocado por tipos más elevados no se va a trasladar a los precios? Centrarse ahora en la inflación olvidando la necesidad de crear empleos y de evitar nuevas crisis empresariales es suicida... hacerle frente con medidas exclusivamente monetarias cuando proviene principalmente de un bloqueo de la oferta y del poder sobre el mercado de grandes oligopolios es un dislate

 "Los índices de precios están alcanzando los niveles más altos de los últimos treinta años ante la pasividad de las instituciones que nos habían asegurado que son las únicas que podrían evitarlo, los bancos centrales.

A ellos se les encomendó garantizar la estabilidad de los precios y para conseguirlo reclamaron y consiguieron todos los privilegios y competencias posibles: disponen del personal más cualificado y bien retribuido que constantemente nos está diciendo que sabe lo que va a ocurrir en nuestras economías, ahora y en el futuro; son plenamente independientes para diseñar y ejecutar la política monetaria; tienen poder ilimitado para crear dinero y un control prácticamente absoluto sobre todo lo que ocurra en el sistema financiero.

Sin embargo, los bancos centrales no han sido capaces de prever que los precios se iban a disparar. Y, lo que es mucho peor, no pueden hacer nada para evitarlo, salvo subir tipos de interés y dejar de financiar a los gobiernos (directamente o por la puerta de atrás), dos medidas que provocarían un destrozo descomunal en todas las economías sin que sea seguro que frenasen la inflación actual.

La explicación de por qué los bancos centrales están resultando tan incompetentes para evitar un episodio de inflación tan preocupante, por su magnitud y por el momento en que se produce, es bastante fácil: el fundamento de su actuación está plagado de falsedades sobre el funcionamiento real de las economías y la naturaleza de la inflación.

Los bancos centrales asumieron la tesis monetarista y combaten la inflación como un fenómeno de raíz exclusivamente monetaria, es decir, tan solo provocada por un exceso de dinero en circulación y/o de la demanda de dinero. En consecuencia, suponen que para evitarla simplemente hace falta subir el precio del dinero, los tipos de interés.

Es cierto que esto último podría conseguirse si la inflación está ocasionada por un exceso de demanda pues resulta probable que, con financiación más cara, disminuyan el consumo y la inversión. Pero también lo es que, si se hace eso, se provoca un freno considerable de la actividad económica que trae consigo desempleo, una enorme caída de la inversión y de la vida empresarial y un gran aumento de la deuda. Es lo que han hecho en las últimas cuatro décadas casi todos los bancos centrales (unos, como el Banco Central Europeo, más que otros): tratar de bajar la fiebre del enfermo quitándole la vida.

La realidad es que la inflación no es un fenómeno exclusivamente monetario, sino que tiene que ver con la pugna entre los sujetos económicos por la percepción de rentas en los mercados de bienes y servicios y por eso no se le puede hacer frente solo con una medida monetaria.

Por otro lado, el propio comportamiento de los bancos centrales multiplicando la oferta monetaria en los últimos trece años sin que subieran los precios desmiente otro supuesto erróneo que sostiene su política monetaria. Aumentar la masa monetaria no tiene por qué provocar inflación si los medios de pago no llegan a las empresas y familias o si, llegando, hay oferta suficiente.

 Otro supuesto erróneo que se utilizó para justificar la independencia de los banco centrales centrados en el objetivo de la estabilidad de precios fue que los gobiernos son, por definición, manirrotos e incapaces de llevar a cabo políticas fiscales de contención del gasto. La experiencia también ha demostrado que si alguna institución no ha tenido límite a la hora de gastar dinero en fines que no está del todo claro que hayan sido los convenientes (como salvar a bancos quebrados por su gestión irresponsable o enriquecer sin límite a los grandes propietarios) han sido precisamente los bancos centrales.

E igualmente se ha comprobado que se trataba de una auténtica ingenuidad (por no llamarla directamente mentira) establecer como punto de partida que los mercados financieros son estables y los que han de disciplinar a los gobiernos y empresas que no actúan convenientemente, razón por la cual se estima que deben ser quienes los financien y no los bancos centrales. La evidencia absoluta es que los mercados financieros son justamente lo contrario, muy inestables e indisciplinados; no los que pueden imponer disciplina sino quienes la pierden constantemente.

Y, por último, es otra auténtica falacia considerar que la política monetaria que llevan a cabo los bancos centrales es una misión técnica y ajena a la controversia política. La realidad también muestra sin lugar a dudas que las medidas que toman tienen un efecto muy desigual sobre el patrimonio y las decisiones económicas de los sujetos, es decir, que son tan políticas como puedan serlo las medidas fiscales que adoptan los gobiernos.

La consecuencia de todos esos errores y falsedades es que los bancos centrales han venido actuando como fuentes de rentas financieras extraordinarias para determinados grupos sociales mientras que frenaban constantemente la actividad productiva de las empresas y el bienestar de los hogares y provocaban el aumento de la deuda. No han conseguido alcanzar ningún objetivo positivo: la subida muy limitada en los precios que se ha producido en las últimas tres décadas no es un tanto que se puedan apuntar como propio los bancos centrales. 

Se debe, realmente, a la globalización que ha permitido la entrada en el mercado de docenas de millones de trabajadores asiáticos con salarios de miseria, a la desindustrialización y al debilitamiento del poder sindical. Lo que sí provocaron los bancos centrales, como he dicho, fue que las fases de recesión fuesen más acentuadas y eso ha hecho que durante muchos años no hayan tenido que luchar contra la inflación sino contra la deflación, la bajada de precios como consecuencia de la falta de empuje de las economías.

No se trata de simples equivocaciones. Son mentiras porque, como dijo Joseph Stiglitz en su artículo Mentiras graves sobre los bancos centrales, estos asumieron estos principios "justo cuando los testimonios empíricos estaban desacreditando las teorías en que se basaban".

Ahora pagamos las consecuencias. Los bancos centrales están paralizados porque no disponen de medidas eficaces para hacer frente a subidas de precios que están provocadas por desajustes en la economía real y no por causas monetarias. ¿Para qué va a servir que suban los tipos de interés cuando los precios aumentan porque las cadenas de suministro están bloqueadas? ¿Cabe pensar que el aumento de costes financieros provocado por tipos más elevados no se va a trasladar a los precios?

 La combinación de la crisis industrial global manifestada ya antes de la pandemia y los efectos de esta última han dejado desnudos a los bancos centrales. El armamento ideológico que los ha pertrechado desde que son independientes les impide enfrentarse con eficacia a la inflación cuando no nos podemos permitir que se aborte la recuperación ya de por sí débil y problemática en la que estamos.

 Centrarse ahora en la inflación olvidando la necesidad de crear empleos y de evitar nuevas crisis empresariales es suicida; hacerle frente con medidas exclusivamente monetarias cuando proviene principalmente de un bloqueo de la oferta y del poder sobre el mercado de grandes oligopolios es un dislate; dejar que la imprescindible financiación pública de la inevitable transición eco-digital que se acerca quede en manos de los mercados es dinamitarla; seguir haciendo una política monetaria que concentra la riqueza y aumenta la desigualdad sin cesar es incendiario.

Urge cambiar el estatuto de los bancos centrales y la orientación de la política monetaria para hacer frente a la situación actual y al futuro económico más inmediato. Es imprescindible establecer que no persigan la estabilidad de precios como único objetivo sino también la generación de actividad productiva y el empleo, la sostenibilidad y la equidad; deben asumir la financiación de los gobiernos para frenar el crecimiento de la deuda pública y hacer posible la inevitable transición ecológica y digital que se avecina; han de liderar planes de reestructuración de la deuda acumulada a causa de la pandemia; deben actuar coordinadamente para conseguir el buen funcionamiento del conjunto de las políticas económicas; y han de actuar sometidos al debate y escrutinio público porque no toman decisiones técnicas sino tan políticas como las que adoptan los gobiernos."                  (Juan torres López, Público, 10/12/21)

13.12.19

El modelo europeo está agotado. La alternativa: expansión fiscal, siguiendo la Teoría Monetaria Moderna, apoyándose en el trabajo garantizado y un New Deal verde... Si no se hace así, la Unión Europea se diluirá en un conflicto entre deudores y acreedores que acabará desintegrándola...

"Las certezas que han guiado las políticas fiscales y monetarias en los últimos años se resquebrajan, y emergen voces críticas desde la misma ortodoxia. La intersección actual del dinero, las ideas y el poder es inestable, siendo necesario un cambio de timón inclusivo que incorpore a la mayor parte de la ciudadanía. El futuro ya no va a ser igual. El objetivo es anticipar por dónde puede moverse las líneas maestras de la política económica del mañana.

 Sin duda este proceso debería pasar pasa por reconsiderar lo asumido; que los economistas entonen el mea culpa; por replantear el papel del dinero; por entender la cara oculta del sistema financiero y fuente de riesgo sistémico, la banca en la sombra; y por definir qué hay que hacer, rescatando el activismo fiscal, vía teoría monetaria moderna, e incorporando una nueva misión clave de los bancos centrales, combatir el cambio climático, garantizando que el dinero no será un obstáculo en esta batalla. Desde estas líneas hemos tratado ampliamente gran parte de estos temas, pero permítanme centrarme en dos muy específicos: los límites de los bancos centrales; y el sistema bancario en la sombra.

Los límites de los Bancos Centrales

En un mundo de híper-exportadores, donde se restringía la demanda a conciencia, véase Europa, el papel de los bancos centrales era clave, al darles las autoridades, incluida la superclase, el timón del barco de la política económica. En la actualidad, sin embargo, queda claro, incluso para alguien nada sospechoso de peligroso bolchevique, como Mario Draghi, que el Estado debe redescubrir las políticas fiscales. La caja de herramientas que dispone hoy un banco central, incluida la expansión cuantitativa, ya no funciona. La tecnocracia ha fracasado.

Empecemos por recalcar lo obvio, la doble panacea del funcionamiento de los bancos centrales (aquí Banco de España sigue sin interesarse) se desvanece. Los bancos centrales modernos funcionan bajo una doble premisa falsa. Por un lado, el dominio de la oferta en la economía. Por otro, la inflación entendida como el peligro real e inminente. El perjuicio a largo plazo que la crisis del euro ha infligido a las perspectivas de crecimiento de múltiples economías, y el fracaso de las políticas de austeridad, invalida la proclama de que la oferta debe dominar la economía.

Economistas del BCE demostraron recientemente el dominio aplastante del principio de demanda efectiva, en un artículo muy recomendable, On the sources of business cycles: implications for DSGE models, y que ustedes ya conocen porque hemos esparcido por aquí sus conclusiones más relevantes. 

Lo fundamental es muy simple: la dinámica del ciclo económico de los datos macroeconómicos clave puede explicarse, en gran medida, por una única fuente de variación: la demanda agregada, es decir, el gasto. Las implicaciones son brutales porque los modelos de equilibrio general dinámico estocástico, los famosos DGSE, muy queridos por la ortodoxia, no pasan la prueba del algodón. 

Los autores lo explicitan de la siguiente manera: "Los modelos más destacados de DSGE hoy en día no son compatibles con nuestros hallazgos empíricos sobre la cantidad de factores y la naturaleza del movimiento conjunto en los datos macroeconómicos”. Resulta grotesco que a estas alturas algunos economistas relevantes patrios, del agrado entusiasta de nuestra superclase, emitan juicios y opiniones apoyándose en esos modelos. ¡Borrón y cuenta nueva, c’est la vie!

 Pero es que además el control de los tipos de interés y la cantidad de dinero por parte de los bancos centrales ya no son herramientas fiables para gobernar la economía. Otra falsedad más. En realidad, el dinero es endógeno (ver investigaciones Bank of England: Modern Creation in the modern economy; Banks are not Intermediaries of loanable funds-and why this matters!). Como ustedes ya saben, la cantidad de dinero no puede ser fijada de manera arbitraria por los bancos centrales. La oferta de dinero viene determinada por la demanda de créditos y las preferencias del público. Los créditos producen depósitos, y no al revés.

La inflación de la década de los 70, que forzó el paradigma neoliberal, fue una anomalía. La Edad de Oro, años 50-70, se caracterizó por altas tasas de empleo, crecimiento económico y una distribución equitativa del ingreso y la riqueza. A mediados de la década de 1970, sin embargo, estas políticas fueron abandonadas porque se pensaba que estaban causando inflación. 

Esta fue una evaluación incorrecta, ya que la inflación fue en realidad generada por las crisis petroleras impuestas por el cártel de la OPEP en respuesta a la política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente, combinada con las malas relaciones laborales en los países de habla inglesa, que llevaron al conflicto de clases y a huelgas alrededor de quién debería soportar el peso de estos precios más altos del petróleo.

Pero la profesión económica de aquella época, y de la actual, no se dio cuenta de ello. Sus teorías les dijeron que eran las políticas de pleno empleo las que estaban generando la inflación, por lo que alentaron a los encargados de formular políticas a abandonar estas políticas y, en cambio, intentaron controlar la inflación a través del uso de la política monetaria. 

En el mundo de hoy, sin embargo, fruto de la aplicación del kit de herramientas neoliberal, no es tanto la inflación como la deflación lo que más problemas plantea a los bancos centrales. Hay una hipótesis, aún minoritaria, que empieza a detectarse en algunos economistas: la bajada de tipos de interés es deflacionista, salvo la inflación de activos que genera (por predominio del efecto renta); la subida de tipos de interés sería inflacionista.
 
El crecimiento basado en el superávit de exportación frente al resto del mundo se desvanece. La alternativa ya la hemos detallado, expansión fiscal, siguiendo la Teoría Monetaria Moderna, apoyándonos en el trabajo garantizado y un New Deal verde. El modelo europeo se está quedando sin energía y sin tiempo. Una política fiscal sólida compensaría los daños infligidos. 

Esta respuesta, necesaria, minaría en un primer momento al importantísimo sector exterior europeo, al aumentar los salarios y disminuir la competitividad, que debería compensarse con aumentos de productividad, vía inversiones en capital, que muchos sectores no han implementado en las últimas dos décadas.

Pero, además de la reactivación del gasto, conllevaría un efecto colateral muy positivo. La subida de los tipos de interés, vía efecto renta, incrementaría adicionalmente la demanda de consumo en los países exportadores y ahorradores, disminuyendo sus excesivos superávits por cuenta corriente, que no se deben a su buen hacer. Mientras, la inflación que se generaría por todas estas políticas disminuiría la deuda de los países deudores. 

Si no se hace así, la Unión Europea se diluirá en un conflicto entre deudores y acreedores que acabará desintegrándola."      (Juan Laborda, Vox Populi, 12/12/19)

14.11.18

Claudio Borio, economista en jefe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), declaró que existe un alto riesgo de que la economía mundial sufra una recaída con consecuencias potencialmente más graves que las de la Gran Recesión. Pero "hoy ya no tenemos más medicinas para curar al paciente y asegurar su recuperación"... cousas veredes...

"La teoría económica ortodoxa sobre el funcionamiento del sistema bancario nada tiene que ver con el mundo real de las finanzas. En el plano académico eso explica la ignorancia de los economistas neoclásicos sobre las causas de la crisis financiera de 2007. 

Pero lo realmente grave es que la mayor parte de las autoridades económicas en el mundo (bancos centrales y agencias reguladoras) sigue utilizando las herramientas de esa teoría ortodoxa, a pesar de ser lógicamente inconsistente y de haber sido desacreditada por los acontecimientos.

El pasado septiembre, Claudio Borio, economista en jefe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), declaró que existe un alto riesgo de que la economía mundial sufra una recaída con consecuencias potencialmente más graves que las de la Gran Recesión.

 Las declaraciones vienen de uno de los funcionarios más lúcidos del BIS, alguien que acertadamente pudo leer las señales de los indicadores financieros más relevantes para predecir la crisis de 2007. Lo más alarmante del anuncio de Borio es su empleo de una metáfora médica: Hoy ya no tenemos más medicinas para curar al paciente y asegurar su recuperación.

Para seguir con la alusión a la medicina, después del colapso de 2008, los bancos centrales del mundo desarrollado recetaron a sus maltrechas economías un remedio muy fuerte: para contrarrestar los efectos de la crisis aplicaron de manera persistente tasas de interés cercanas a cero (e incluso negativas en algunos casos) e inyectaron cantidades astronómicas de liquidez al sistema financiero. Pero esa medicina tenía contraindicaciones y efectos colaterales indeseables.

Uno de esos efectos es el intenso síndrome de abstinencia cuando la medicina es interrumpida. Los efectos sobre los mercados emergentes están a la vista, pues los préstamos desde Estados Unidos a empresas no bancarias en los mercados emergentes se han duplicado desde la crisis financiera y hoy rebasan 3.7 billones (castellanos) de dólares. 

Según Borio, las crisis de Argentina y de Turquía son consecuencia de lo anterior, debido al ajuste en la política de la Reserva Federal que ha prometido seguir con aumentos graduales en la tasa de interés y del anuncio del Banco Central Europeo sobre la terminación de su programa de estímulo (flexibilidad monetaria) a finales de año.

Pero el problema central de la política monetaria no convencional que aplicaron los países desarrollados para enfrentar el colapso de 2008 no es solamente el de los síntomas de retiro de la medicina al llegar el momento de la normalización. El principal inconveniente es que la medicina no estuvo dirigida a curar al paciente, sino a rescatar el statu quo que imperaba antes de la crisis.

El propio Borio señaló que uno de los efectos de la flexibilidad monetaria aplicada en Estados Unidos y por el Banco Central Europeo ha sido promover un frenesí de préstamos con estrategias que siguen de cerca los infames CDO o títulos de deuda respaldados por créditos, bonos o hipotecas como garantía.   

(...) un tipo de CDO, los llamados CLO, que no son otra cosa que títulos respaldados por préstamos (típicamente deuda de empresas pequeñas y medianas). La práctica de rempaquetarlos y venderlos es similar a la de los títulos respaldados por hipotecas. Lo importante es que los CLO constituyen (al igual que sus hermanos gemelos, los CDO) un fuerte incentivo para el apalancamiento y para el abuso en la adopción de riesgo. (...)

Es bien sabido que las tímidas medidas regulatorias adoptadas en Estados Unidos (bajo la administración Obama) fueron muy débiles para corregir excesos. Además, después de la aprobación de la ley Dodd-Frank en 2010 las principales restricciones introducidas fueron debilitadas en los reglamentos que debían hacer aplicable la legislación principal. Por eso no sorprende el renacimiento de las prácticas crediticias tóxicas que tanto contribuyeron a detonar la crisis en 2008.

Los bancos en Estados Unidos desencadenaron una crisis que aniquiló la riqueza de millones de familias y destruyó 9 millones de empleos. Los bancos fueron rescatados sin un rasguño, mientras 10 millones de familias perdieron su casa. La política del banco central fue generosa con los bancos, inyectándoles liquidez con tasas de cero por ciento. 

Hoy, después de 10 años, el banco central habla de normalización, pero confirma la luz verde para que los bancos puedan seguir su peligroso juego depredador. Esta subordinación a las necesidades/necedades del sistema financiero anula por completo el mito de la autonomía del banco central y confirma la necesidad de un control responsable y democrático sobre sus actividades."                  (Alejandro NadalSin Permiso, 20/10/2018)

1.10.18

La Reserva Federal concedió unos 29 billones de dólares de dinero fabricado con una especie de éter electrónico, a los bancos americanos, de acuerdo a los investigadores de la Universidad de Missouri... Se podrían haber garantizado la sanidad universal, rehabilitado infraestructuras, realizar la transición a las energías limpias, aumentado los salarios, rescatados a los hogares endeudados, promovido programas de empleo masivo para los desempleados. Los sin-techo y enfermos mentales no estarían abandonados en las calles o apilados en las prisiones. La economía reviviría. Pero en su lugar, 29 billones de dólares fabricados se concedieron a mafiosos de las finanzas... para acabar con el hambre en el mundo la ONU calcula que se necesitan 160 dólares anuales por cada persona que vive en la pobreza

"(...)  “Antes de la crisis, estaban totalmente distraídos, especialmente la Reserva Federal, supuestamente el principal regulador de los bancos de mayor tamaño en Estados Unidos”, me dijo cuando nos vimos en Nueva York. “La Fed causó un daño terrible comportándose así porque posibilitó la crisis financiera. 

 Se convirtió en un desregulador, en lugar de en un regulador. Al inicio de la crisis financiera, la solución que podía corregir y salvar a la economía de la Gran Recesión -o como quiera que se le llamara por aquel entonces-, fue fabricar billones y billones de dólares en una especie de éter electrónico”.

La Reserva Federal concedió unos 29 billones de dólares de esta clase de dinero fabricado a los bancos americanos, de acuerdo a los investigadores de la Universidad de Missouri. ¡29 billones de dólares! Se podrían haber garantizado matrículas gratis a cada estudiante, la sanidad universal, rehabilitado infraestructuras, realizar la transición a las energías limpias, amortizado la deuda estudiantil, aumentado los salarios, rescatados a los hogares endeudados, haber creado bancos públicos para que invirtieran a bajos tipos de interés en las comunidades, haber provisto de un ingreso mínimo garantizado a todo el mundo y promovido programas de empleo masivo para los desempleados. 16 millones de niños no se hubieran ido a la cama hambrientos. Los sin-techo y enfermos mentales -actualmente se estiman 553.742 en todo Estados Unidos- no estarían abandonados en las calles o apilados en las prisiones. 

La economía reviviría. Pero en su lugar, 29 billones de dólares fabricados se concedieron a mafiosos de las finanzas para que en estos mismos momentos estemos a punto de caer una depresión que competirá en dureza con la de 1929.

Kevin Zeese y Margaret Flowers escriben la página web ‘Resistencia Popular’ que “un sexto de todo esto podría proporcionar una renta básica anual de 12.000 dólares, que costaría unos 3,8 billones de dólares al año, podría doblar los pagos a la Seguridad Social hasta los 22.000 dólares anuales -con un coste de 662 mil millones al año-, podría suponer un bonus de 10.000 dólares al año para los profesores públicos -11 mil millones de coste anual- y así sucesivamente”.

Una cláusula de emergencia en la Ley de la Reserva Federal de 1919 le permite proveer de liquidez a cualquier banco en apuros. Pero en su actuación de 2008 no se limitó a crear unos pocos cientos de miles de millones de dólares. Inundó los mercados financieros con niveles absurdos de “dinero falso”. Esto hizo que pareciera que la economía se recuperaba. Y para los oligarcas, que tuvieron acceso a todo ese dinero mientras que el resto de los mortales no lo tuvo, efectivamente supuso una recuperación.

La Fed redujo los intereses a prácticamente cero. En Europa incluso se llegaron a tipos negativos, lo que venía a significar que pagaban por conceder dinero. La Fed, en una buena jugada de contabilidad, incluso permitió a los bancos colapsados usar los préstamos sin intereses para que compraran bonos públicos. Luego se los devolvían a la Fed y recibían un 15% de intereses.

 En conclusión, a los bancos se les concedió dinero, por así decir, gratis, del que luego recibían pagos a través de la propia Fed por la inversión en bonos. Por no hablar de la limpieza de activos e hipotecas tóxicas que la Fed realizó en los mismos bancos. Mientras la Fed pudiera crear tanto dinero como quisiese, no importaba en qué los gastaba.

“Es como ir a un viejo garaje con cosas a la venta y decir: ‘Quiero esa bicicleta sin ruedas. Te pago 100 por ella. ¿Por qué? Porque no es mi dinero’.”, Prins decía. “Han manipulado el sistema”, decía de los bancos. “Han fabricado dinero a lo bestia. Los han usado para hinchar los activos. Incluso las acciones. 

No se sabe de dónde ha venido. Como el dinero es barato, hay más préstamos ofrecidos por empresas. Hay más dinero tomado prestado por la administración. ¿Y luego dónde vas a recuperarlo? Al estado, a la economía social. Extraes dinero de los programas sociales. Impones la austeridad.”  (...)"                               (El Captor, 23/09/18Artículo de Chris Hedges publicado originalmente en inglés en Truthdig)


"¿Cuánto dinero se necesita para erradicar el hambre en el mundo?en el 2030"   (ABC, 13/07/15)

18.5.18

Los principales bancos centrales se dieron a sí mismos un cheque en blanco con el cual resucitar a bancos quebrados sin posible arreglo y han creado burbujas de activos que podrían estallar en una crisis aún más grande. Así que hoy estamos cerca del filo de un peligroso precipicio financiero

"(...) Como banco central de los Estados Unidos, la Reserva configura la política financiera de la economía global manipulando el nivel de los tipos de interés. Aunque esto afecta a todo el mundo, muy pocos entienden el alcance de su influencia.  (...)

Hemos llegado a un punto crucial: ningún presidente desde Woodrow Wilson (durante cuya administración fue creada la Reserva Federal) habrá nombrado a tantos consejeros de la Reserva como Donald Trump.  (...)

No sorprende que Wall Street haya recibido con los brazos abiertos a la nueva plantilla de Trump para la Reserva, ya que sus miembros están predispuestos a relajar las restricciones a entidades financieras de toda clase.  (...)

Mientras Trump pone las cosas a su favor, den por hecho un impacto económico que se sentirá en los próximos años y podrá dejar el mundo devastado. Pero pueden estar seguros: si la Reserva puede ayudar a Trump a mantener la bolsa alta durante un tiempo con dinero fácil para la especulación de Wall Street y el dólar competitivo para una guerra comercial, lo hará. (...)

Después de casi triplicarse con respecto a la crisis post-financiera de la primavera de 2009, el año pasado el Promedio Industrial Dow Jones ascendió mágicamente de nuevo a casi el 24%. ¿Por qué? Porque a pesar de toda su campaña sobre “drenar el pantano” [frase que Trump usó en campaña como promesa de que atacaría a la élite de Washington], Trump adoptó exactamente la misma actitud de mimar a los bancos que el Presidente Obama.

 Defendió la política de dinero fácil de la Reserva y contrató a Steve Mnuchin, un antiguo compañero de Goldman Sachs y amigo especial de Wall Street, como secretario del Tesoro. Apostó por incentivar la malversación y el fraude que había al fomentar la desregulación de los bancos, como si la codicia y tendencia al riesgo de Wall Street se hubieran desvanecido.

Señales inminentes de crisis

Entrados en 2018, las sombras de 2008 ya comienzan a aparecer.

(...) el país cuyos bancos causaron la última crisis se enfrenta a niveles récord de deudas de los consumidores y las empresas, y un paisaje geopolítico global vulnerable. Es cierto que la tasa de desempleo es notablemente más baja que en el punto más alto de la crisis, pero para la gente de a pie este crecimiento no ha sido tan claro. 
En Estados Unidos, cerca de uno de cada cinco empleos suponen ingresos menores al umbral de pobreza federal.  (...)

Igual que antes de la crisis financiera de 2008, hay un terrible nivel de confianza entre los políticos y los supervisores en que ni la economía ni el sector bancario tienen posibilidad de hundirse. Incluso el nuevo presidente de la Reserva Federal ve la posible necesidad de rescates como una reliquia de tiempos pasados. (...)

A medida que aparecen señales de crisis, pocos en Washington han indagado cómo podemos asegurarnos de que no vuelve a haber otra crisis sistémica.  (...)

Lo que la investigación de mi nuevo libro —“Colusión: cómo los banqueros centrales amañaron el mundo” [sin traducción publicada]— reveló fue cómo los bancos centrales y las entidades financieras han trabajado juntas para manipular los mercados globales durante la década anterior. 

Los principales bancos centrales se dieron a sí mismos un cheque en blanco con el cual resucitar a bancos sin solución, comprar bonos del Estado, hipotecarios y corporativos, y en algunos casos —como en Japón o en Suiza— acciones. No han tenido que explicar al público a dónde iban esos fondos o por qué. En vez de eso, sus políticas han inflado burbujas de activos, mientras miman a bancos privados y empresas bajo el disfraz de ayudar a la economía real.

Las políticas de bancos centrales de tipos cero y de compra de bonos, que se imponen en EE UU, Europa y Japón, han sido parte de un esfuerzo coordinado que ha cubierto la potencial inestabilidad financiera en los países más grandes y en los bancos privados. A su vez, ha creado burbujas de activos que podrían estallar en una crisis aún más grande la próxima vez.

Así que hoy estamos cerca —cómo de cerca es algo que aún no sabemos— del filo de un peligroso precipicio financiero. Los riesgos planteados por los mayores bancos privados aún están ahí, sólo que ahora son todavía más grandes de lo que eran en 2008, y en un escenario de mayor deuda. En los EE UU de Donald Trump, esto significa que hoy se están fomentando las mismas políticas arriesgadas. La diferencia es que el presidente está nombrando miembros de la Reserva que sólo aumentarán el peligro de estos riesgos en los próximos años.

La peor herencia que deje el residente Trump podría ser una crisis económica. Trump —y la Reserva que está ayudando a crear— no sólo no está prestando atención a las alarmas que suenan (ignoradas también por la última reiteración de la Reserva), sino que se ha asegurado de que ninguno de sus designados tampoco lo hará. (...)

Cuando los políticos y los supervisores se duermen al volante, seremos el resto de nosotros quien lo sufra tarde o temprano. Porque la complicidad que ha seguido y sigue entre los principales bancos centrales del mundo es ahora un problema internacional."                     (Nomi Prins ,  TomDispatch.com  , en El Salto, 13/05/18)

19.2.18

Los banqueros centrales tratan de apagar los pequeños incendios del sistema capitalista, mientras que son incapaces de reconocer que ellos son los responsables últimos de las grandes deflagraciones

"En el año 2008 la Reserva Federal se embarcó en su programa de expansión cuantitativa, que junto con su política de tipos de interés cero ha reprimido tanto la volatilidad bursátil, medida por el archiconocido índice VIX, como la volatilidad de los bonos soberanos, representada por el menos extendido índice TYVIX

Se trata del mayor ejercicio de manipulación histórica de los mercados financieros para generar una sensación de riqueza y euforia que reactivara el ciclo económico. Sin embargo, ha sido incapaz de generar rentas, pero nos ha llenado de burbujas, a cuál más peligrosa, mediante una política de volatilidad cuasi nula.  (...)

Si bien los inversores no ignoran la posibilidad de un resurgimiento, o al menos una reversión a la media, en la volatilidad del mercado, lo más alucinante es que en su conjunto la posición corta en volatilidad es una de las apuestas más extendidas a fecha de hoy. Es muy tentador sugerir que nadie piensa que va a durar el actual entorno de volatilidad mínima, pero eso sería ignorar las ingentes cantidades de dinero que permanecen apiladas en apuestas cortas contra el VIX.

El nerviosismo sobre lo que pueda suceder el próximo año 2018 es visible en el coste relativo de apostar a un aumento en la volatilidad, que se ha incrementado respecto a aquellas apuestas por una disminución. Alguien, en alguna parte, está gastando dinero para capitalizar un rebote en el indicador de volatilidad. Pero es lo más alejado de una apuesta unidireccional. Las apuestas cortas en volatilidad superan los 2 billones de dólares en diversas estrategias.

 Y eso que en la actualidad el VIX está cerca de mínimos históricos. La realidad es que a lo largo de 2017 las apuestas contra la volatilidad han funcionado. Por el contrario, analizando distintos ETF, siete de los 20 valores negociados en bolsa de peor desempeño este año fueron largos VIX y otras medidas de volatilidad.

Entre el aumento de las ganancias corporativas, un repunte en el crecimiento global y una loable gestión del riesgo por parte de los bancos centrales, la volatilidad ha tenido pocos catalizadores. El problema es que las acciones están claramente sobrevaloradas y la aversión al riego llegará un día, de repente, y la volatilidad repuntará.

 Como condiciones necesarias o catalizadores para anticipar dicho incremento recuerden nuestras ideas: debe depreciarse las monedas de tipos de interés más alto, caer el precio de las materias primas y aumentar el diferencial entre los tipos de interés de los depósitos bancarios y las letras del Tesoro (TED Spread). Cualquier persona con una posición de volatilidad corta debe ser consciente de que cuando llegue un nuevo ciclo de aversión al riego por lo general no suele avisar y se produce de manera muy rápida, sin tiempo para actuar.

Cabe esperar que para 2018 el incremento de la volatilidadvendrá de condiciones macroeconómicas globales menos benignas. Un entorno de crecimiento global no tan favorable, unido a un endurecimiento de la política monetaria debería producir una dispersión más amplia en los datos económicos y los beneficios empresariales, lo que debería traducirse en una mayor volatilidad.

 En parte eso es lo que nos indica la curva de volatilidad. A pesar de estar mucho más extendidas las puestas contra un aumento de la volatilidad, los inversores están pagando notablemente más para protegerse contra las oscilaciones de precios dentro de un año que para la volatilidad a corto plazo. La diferencia entre la volatilidad implícita a un mes y a un año es aproximadamente tres veces más pronunciada de lo normal.

La falta de reversión a la media en la volatilidad se debe en gran parte a que los bancos centrales, empezando por la FED, están subiendo muy lentamente los tipos de interés y apenas están reduciendo su balance. 

Y aquí está la gran contradicción. Saben que si normalizan la política monetaria los mercados se hundirán, y tendrán de nuevo que implementar más expansión monetaria. De ahí que no lo vayan a hacer, de manera que las políticas de tipos de interés cero han sido reemplazadas en realidad por políticas de volatilidad cero-

Ya conocen nuestra hipótesis de partida. Tras el ascenso de Allan Greenspan a la presidencia del Banco Central más poderoso del mundo, la Reserva Federal, se produjo un cambio de paradigma en la política monetaria global. Los banqueros centrales adoptaron públicamente el paradigma de gestión del riesgo en su aproximación a la política monetaria. Y ello generó un tremendo problema de riesgo moral, la famosa “Greenspan-Bernanke-Yellen Put”, que continúa en el momento actual.
 Los mercados perdieron el miedo a la asunción de riesgos excesivos.

La idea de la “Greenspan-Bernanke-Yellen Put”, bajo una visión monetarista del mundo errónea, es muy sencilla: los bajos tipos de interés acabarán curando siempre los problemas del mercado. Desafortunadamente, los banqueros centrales de medio mundo han caído en un patrón por el cual los períodos de bajos tipos de interés, incluso al 0%, son cada vez más largos, pero ello lleva implícitamente al exceso financiero del mañana. 

Los banqueros centrales tratan de apagar los pequeños incendios del sistema capitalista, mientras que son incapaces de reconocer que ellos son los responsables últimos de las grandes deflagraciones."             (Juan Laborda, Vox Populi, 31/12/17)

13.12.17

Banco de Pagos Internacionales (BPI): Advertencia de quiebra financiera a medida que los mercados de valores continúan aumentando... vuelta al 2008... a ver si esta vez colgamos a alguien

"A medida que las bolsas continúan subiendo —el índice Dow Jones de Wall Street alcanzó ayer un nuevo récord después de que el Senado de los Estados Unidos aprobara una enorme ley de recorte de impuestos— hay crecientes advertencias de que se está gestando una nueva crisis financiera.

En su revisión trimestral de las condiciones financieras, emitida el domingo, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), a veces conocido como banco de los bancos centrales, dijo que la situación tenía similitudes con la que prevaleció en el período previo al colapso de 2008. (...)

 Al presentar la revisión del BPI, Claudio Borio, el jefe de su departamento monetario y económico, dijo: “Las vulnerabilidades que se han creado en todo el mundo durante el largo período de tasas de interés inusualmente bajas no han desaparecido. Los altos niveles de deuda, tanto en moneda nacional como extranjera, todavía están allí. Y también lo son las valoraciones espumosas.

“Además, cuanto más tiempo transcurra la toma de riesgos, mayor será la exposición subyacente al balance general. La calma a corto plazo se produce a expensas de una posible turbulencia a largo plazo”.

El viernes pasado, Neil Woodford, descrito como uno de los administradores de fondos de inversión de mayor perfil de Gran Bretaña, emitió una advertencia aún más aguda que la del BPI. En una entrevista con el Financial Times, dijo que las bolsas de todo el mundo estaban en una “burbuja” que, cuando estalle, podría ser “más grande y más peligrosa” que algunos de los peores choques de mercado en la historia.

Esta situación es el resultado de las políticas adoptadas por la Reserva Federal y otros grandes bancos centrales de tasas de interés ultrabajas y el bombeo de billones de dólares al sistema financiero, bajo la política de flexibilización cuantitativa introducida después de 2008.

“Diez años después de la crisis financiera mundial, somos testigos del mayor experimento de política monetaria en la historia”, dijo Woodford. “Los inversores se han olvidado del riesgo y esto está ocurriendo en precios de activos inflados y valoraciones infladas.

“Ya sea que se trate de bitcoins a $10.000, los bonos basura europeos ahora arrojan menos que los bonos del Tesoro estadounidense, niveles históricamente bajos de volatilidad o fondos negociados en bolsa de triple apalancamiento que atraen flujos gigantescos —hay tantas luces rojas que estoy perdiendo la cuenta”.

Woodford comentó que en un entorno económico global desafiante, las pocas poblaciones capaces de ofrecer un crecimiento confiable se habían vuelto populares. Sin embargo, eso se había manifestado en “valoraciones extremas e insostenibles”, lo que significaba que la burbuja “se había hecho aún más grande y más peligrosa”.

En sus comentarios sobre la revisión trimestral, Borio, funcionario del BIS, señaló otra razón para las crecientes valoraciones del mercado: la garantía de los bancos centrales de que están dispuestos a intervenir para apuntalar los mercados financieros.

En el período previo al colapso de 2008, señaló, la Reserva Federal había asegurado a los mercados que cualquier ajuste de las tasas de interés sería a “ritmo medido”. La política monetaria en las condiciones actuales había sido, “en todo caso, aún más telegrafiado”.

“Si el gradualismo conforta a los participantes del mercado, una política más estricta no descarrilará a la economía ni afectará los mercados de activos, la previsibilidad comprime las primas de riesgo”, dijo Borio.

“Esto puede fomentar un mayor apalancamiento y la asunción de riesgos. De la misma manera, cualquier sensación de que los bancos centrales no se mantendrán al margen si las tensiones del mercado surgen simplemente refuerza esos incentivos”.

En otras palabras, mientras que en períodos pasados, el mantra era que el rol de los bancos centrales era quitar el ponche en medio de la fiesta, ahora lo es verter más alcohol para mantenerlo en funcionamiento.

Además de las políticas monetarias de la Fed de los Estados Unidos, el otro factor importante para impulsar los mercados este año ha sido la promesa de la bonanza financiera resultante de los recortes masivos de impuestos para las empresas y las élites financieras bajo la administración de Trump.

El índice S&P 500 ha disfrutado de su carrera sostenida más larga de máximos de cierre récord consecutivos. Ha aumentado en un 18,6 por ciento durante el año. El Dow ha subido casi un 24 por ciento y el índice Nasdaq ha subido un 26,7 por ciento.  (...)

Las fabulosas ganancias monetarias en los mercados financieros son el resultado de las operaciones de capital ficticio. Es decir, no son el resultado de la producción de riqueza real, lograda a través de una mayor inversión y producción, sino que en última instancia representan reclamos sobre la plusvalía extraída de la población trabajadora.

En la medida en que las demandas de capital ficticio aumenten, a través de la escalada de valuaciones de activos y financieras, deben cumplirse incrementando la masa de plusvalía a la que en última instancia son un reclamo.

Por lo tanto, el aumento del crecimiento de los mercados financieros va acompañado de un impulso cada vez mayor para reducir los salarios y las provisiones sociales, y al mismo tiempo crear las condiciones para un colapso del sistema financiero de naipes, con inmensas consecuencias económicas y sociales."                 ( Nick Beams, wsws , en Jaque al capitalismo, 08/12/17)

7.12.17

Las élites económicas españolas odian la política fiscal encaminada al pleno empleo, porque bajo un régimen de pleno empleo permanente, el miedo dejaría de desempeñar su papel como medida disciplinaria

"(...) La idea de la “Greenspan-Bernanke-Yellen Put”, bajo una visión monetarista del mundo errónea, es muy sencilla: los bajos tipos de interés acabarán curando siempre los problemas del mercado. 

Desafortunadamente, los banqueros centrales de medio mundo han caído en un patrón por el cual los períodos de bajos tipos de interés, incluso al 0%, son cada vez más largos, pero ello lleva implícitamente al exceso financiero del mañana. 

Los banqueros centrales tratan de apagar los pequeños incendios del sistema capitalista, mientras que son incapaces de reconocer que ellos son los responsables últimos de las grandes deflagraciones. La desafortunada dinámica de la "Greenspan-Bernanke-Yellen Put" ha acabado erosionando lentamente el poder adquisitivo de los bancos, las pensiones y otros ahorradores en nuestra economía al impulsar los tipos de interés hacia abajo.

Pero no contentos con conducir los tipos de interés a corto plazo al 0%, los banqueros centrales se embarcaron en una fantástica aventura especulativa de manipulación del mercado. 

Pensaban que las compras en el mercado abierto ayudarían a la economía mediante la generación de rentas e inflación. La realidad es que las diversas medidas estadísticas de inflación apenas se han movido, los salarios no repuntan, pero en cambio se han disparado los precios de las acciones, la vivienda y las materias primas.

 El verdadero objetivo de los banqueros centrales no era restaurar el pleno empleo, y mucho menos la estabilidad de precios. Los bancos centrales estaban, y siguen estando, obsesionados por evitar una deflación general de deuda. Pero, paradójicamente, empujan a la economía hacia ella.

 El hecho de que los niveles generales de deuda hayan subido gracias al uso y abuso de bajos tipos de interés por parte de los Bancos Centrales obviamente plantea la pregunta clave: ¿qué se ha logrado al final realmente? La realidad global, tanto para la Reserva Federal, el Banco de Japón o el Banco Central Europeo, por ejemplo, es el aumento implacable de la deuda, primero privada, y ahora pública. 

El "Greenspan-Bernanke-Yellen Put" ha aumentado la carga de la deuda en todo el mundo, con el agravante de que el último componente, la “Yellen-Put” ha dejado a los mercados financieros aún más frágiles que en 2007. 

La mayor asunción de riesgos por parte de los mercados se ha traducido en que han demandado bonos de mayor vencimiento, que implícitamente tienen más riesgo. Una medida que recoge este riesgo es la duración del bono, que cuanto mayor sea, ante un aumento de tipos de interés, mayores serán las pérdidas.  (...)

Las duraciones de distintos índices de bonos agregados soberanos han aumentado más de un 50%, aproximándose en muchos casos a los 6 años. Ello supondrá que cuando repunten los tipos de interés y/o aumente la aversión al riesgo las pérdidas serán cuantiosas.

Otro hecho destacado, además del aumento de las duraciones de los distintos índices de bonos agregados, es el aplanamiento de las curvas de tipos de interés. En el caso de Estados Unidos el diferencial entre los tipos de interés del bono soberano a 2 y 10 años se acerca implacablemente a cero.

En un contexto de mayores duraciones, ante un repunte de los tipos de interés y/o un ciclo de aversión al riesgo, implicará perdidas inmensas para muchos gestores de renta fija.  (...)

Pero los banqueros centrales no solo han creado una bomba de relojería en los bonos, sino que el período prolongado de bajos tipos de interés también ha creado una ola oculta de futuros incumplimientos de préstamos y bonos. 

Al suprimir los diferenciales de crédito y, por lo tanto, el coste del crédito, los reguladores otorgaron a los prestatarios un acceso al crédito a precios “premium”. Y estos diferenciales no les quepa duda que repuntarán.

 La política monetaria si se quiere utilizar para evitar procesos de inestabilidad financiera, y atenuar así un ciclo Minsky, debería ser preventiva, siendo necesarios tipos de interés más altos por inflación de activos.  (...)

Queda ya meridianamente claro que la política monetaria debería haber sido mucho más restrictiva.  (...)

Al implementar políticas monetarias laxas, con descensos importantes en los tipos de interés nominales y reales, los Bancos Centrales, especialmente la Reserva Federal de Estados Unidos, cimentaron las bases de gran parte de los problemas económicos existentes en la actualidad. 

Por un lado, eliminaron la deflación “a la Keynes”, la buena, lo que castiga aún más a las rentas del trabajo. Por otro lado, promovieron el endeudamiento, y facilitaron la generación de burbujas o inflaciones de activos (acciones, casas, bonos corporativos…) que servían de colateral para esa deuda. 

(...) los inversores, especialmente los bancos, asumen importantes riesgos en sus apuestas a sabiendas de que si al final las cosas van mal, las autoridades monetarias los rescatarán.

Había otra alternativa

En recesión de balances privados la política monetaria es ineficiente. Había otra alternativa, el uso de la política fiscal. Y la situación en 2008 era perfecta, y ahora igual. Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero. 

El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat” modernos. Ya no es necesaria la maquinaria institucional creada para la emisión de bonos soberanos en los mercados privados.

 A pesar de ello, los gobiernos sufrieron intensas presiones para mantener comportamientos y estructuras institucionales que limitaban sus capacidades de gasto. Pero además había otra razón más sutil, las élites económicas odian la política fiscal encaminada al pleno empleo, porque bajo un régimen de pleno empleo permanente, el miedo dejaría de desempeñar su papel como medida disciplinaria. 

Pero por los caprichos de esta gente, nos aproximamos al estallido de la siguiente burbuja. ¿Cuándo aprenderemos?"                       ( Juan Laborda   , Vox populi, 30/11/17)

31.10.17

Tipos de interés bajos a largo plazo envían la señal de que las perspectivas de crecimiento son débiles... o sea, el temido estancamiento secular a la vista


Son dos preguntas que podrían resumirse en una: ¿Caminamos hacia un mundo con tipos de interés e inflación inusualmente bajos por un periodo inusualmente prolongado? 

Los motivos para este cambio de paradigma son de amplio espectro. Los tipos de interés de equilibrio, arguyen diversos expertos, tienden hacia tasas mínimas por factores como el progresivo envejecimiento de la población, una productividad en horas bajas o la globalización. En esta dirección apunta Jorge Sicilia, economista jefe del BBVA. 

“Es muy posible que la fase actual de tipos bajos haya llegado para quedarse. Esto se explica por una dinámica poblacional que ha aumentado el ahorro, los incrementos muy ligeros de la productividad que reducen la inversión o por una inflación contenida que no plantea riesgos para la estabilidad de precios”, asegura este experto.

 “Si en el futuro hay más ahorro y menos inversión, es natural que haya un tipo de interés de equilibrio más reducido”, sintetiza el catedrático de Análisis Económico Joaquín Maudos.

 La tendencia bajista de los tipos alegrará a las familias o empresas que barajan endeudarse en el futuro. Esta misma semana, el presidente del BCE, Mario Draghi, insistió en su idea de que mantendrá el precio del dinero, ahora en el 0%, durante un periodo prolongado que irá bastante más allá de 2018, año en el que está previsto que concluya el actual programa de compra masiva de deuda por parte del Eurobanco.

Pese a los beneficios de una política monetaria laxa para la economía europea y estadounidense en los últimos años, unos tipos en niveles mínimos pueden convertirse en un problema a medio y largo plazo por varios motivos. 

En la conferencia que dio en Nueva York, Fischer agrupaba estas razones en tres: los tipos de interés bajos a largo plazo envían la señal de que las perspectivas de crecimiento son débiles, hacen a la economía más vulnerable ante posibles shocks negativos y, por último, amenazan la estabilidad de los bancos, que ganan menos dinero.

Los desafíos se les acumulan a los banqueros centrales. La graduación de los tipos ya no les sirve para enfriar o calentar la economía como antes, reduciendo considerablemente su margen de maniobra. Y sus herramientas tradicionales para impulsar la inflación tampoco están funcionando a un lado y otro del Atlántico. (...)"               (   , El País, 28/10/17)

29.9.17

La superclase, decidida a reactivar la Gran Recesión... las crisis de deuda soberana y bancaria se activarán y retroalimentarán de nuevo, especialmente en aquellos países que no tienen soberanía monetaria

"Ya está, ¡decidido! La superclase parece que por fin se ha animado a pinchar la última burbuja, que ella mismo generó. Quédense con la fecha, segunda mitad de 2018. 

Objetivo inicial, Donald Trump, cuyo gobierno se comporta y se mueve como un pollo sin cabeza. Se trataría de desactivar definitivamente a esa mosca cojonera que le salió al establishment. Sin embargo, la consecuencia final será otra, el inicio de la Segunda Fase de la Gran Recesión. (...)

La fiesta está garantizada, promete dosis de emoción. Los alquimistas de la ortodoxia académica nos deleitarán con nuevas dosis de cicuta. Subirán los tipos de interés, aprovechando que el ciclo de materias primas y las subidas del precio del petróleo llevarán, allá por mediados de 2018, la inflación a niveles alrededor del 3%. 

Pero estos taumaturgos son muy aficionados al melodrama. Reclamarán nuevas dosis de sangre, sudor y lágrimas. Enésima ronda de devaluación salarial. Y cuando todo se vaya al garete, y los bancos vuelvan a estar en el punto de mira, actuarán como el “joker” de Batman. Se desternillarán de nosotros, y nos infligirán nuevas dosis de dolor, mediante otra ronda de deuda pública destinada a salvar bancos. A cambio, nueva dosis de austeridad. ¡Qué tropa!

 Una conjetura cada día más evidente es la conexión entre el actual sistema de gobernanza económica, el "neoliberalismo", y aspectos tan diversos como el populismo, el estancamiento secular y las distintas inflaciones de activos surgidas desde 1998. 

Para la ortodoxia, desde el lado de la demanda, Occidente solo puede hacer frente al estancamiento secular con tipos de interés reales negativos. Se trata del sistema diseñado por las élites económicas y políticas para, en ausencia de subidas salariales, sostener una expansión artificial de la demanda.

 La implementación de una política monetaria excesivamente expansiva conlleva procesos de endeudamiento y la activación de distintas burbujas financieras a cual más grande. Primero, la tecnológica; después, la inmobiliaria; y, finalmente, la de los balances de los Bancos Centrales. Este sistema permite, a su vez, la financiación de un gigantesco proceso de acumulación y adquisición de riquezas por todo el globo a favor de los más ricos. Pero sabemos que cualquier intento de fuga hacia delante vía burbujas acabará siendo abortado.

Bajo estas premisas, detrás del actual rebote de la actividad económica, que se inicia en 2014, solo hay una nueva burbuja, la tercera desde 1998. Sin embargo, la actual burbuja, fruto de las conexiones de poder entre las élites políticas y económicas de turno, gira alrededor de la deuda pública. Se trata de una utilización torticera y perversa de la política fiscal. 

Se ha incrementado la deuda pública para sanear los desaguisados de la superclase y financiar la percepción de rentas de determinados colectivos, relevantes electoralmente. El 1% más rico invierte en política, bien comprando voluntades o bien controlando medios de comunicación, y estas inversiones les salen muy rentables. 

Pero para mantener el sistema hay otro 20%-25% de la población que sostiene políticamente a los gobiernos que con sus políticas favorecen a ese 1%. ¿Por qué? Digámoslo claramente, se les financia sus rentas con deuda pública. 

La Gran Recesión sirvió de excusa para romper el contrato social, favoreciendo e incentivando aún más un injusto sistema económico basado en la especulación y el control de vastos sectores de la economía por oligopolios, como los bancos, y monopolios como las eléctricas y otros, así como por un sistema fiscal que castiga a los productores de riqueza y premia a los que viven del trabajo ajeno y se apropian de la plusvalía del suelo creada por el progreso social. Desde un punto de vista generacional ello supone castigar a los jóvenes y premiar a los grupos más longevos en la pirámide poblacional.

Desactivar burbujas, oficio peligroso

La Reserva Federal y el Banco Central Europeo saben que nos encontramos en un escenario de sobrevaloración extrema y hay que empezar a desinflarla. Por eso ya han decidido un cambio de tono en la política monetaria. 

El ciclo de materias primas y del precio del petróleo les permitirá ofrecer el relato necesario para su justificación, aunque solo sea para despistar. El problema es que la inestabilidad financiera es muy elevada, los bancos sistémicos tremendamente vulnerables, y cualquier experimento por desinflar la burbuja puede acabar generando una intensa recesión.

7.2.17

El proceso de financiarización de la economía global va a desembocar en el caos que está a punto de iniciarse

"Estamos en el final de un ciclo que agoniza. Ése que se inició allende finales de los 70, cuando ciertas élites decidieron que lo de generar y repartir la renta y la riqueza ya no estaba de moda.

 A partir de ahí montaron toda una parafernalia muy colorida, especialmente académica, absolutamente inútil, pero muy elegante. Acabaron con el consenso keynesiano, bajo el cual se produjo el mayor aumento de bienestar de la historia.

 Y utilizando fuego de distracción, asaltaron y se apropiaron del Estado. El objetivo era doble. En primer lugar, trasvasar renta del factor trabajo al factor capital. 

En segundo lugar, utilizar el Estado para apropiarse de todo tipo de rentas, desde transferencias ocultas, pasando por subsidios del gobierno a grupos de presión, leyes que favorecen los oligopolios y una aplicación laxa de leyes de competencia.

 Tras la ruptura de Bretton Woods en 1971, la mayoría de gobiernos empezaron a emitir sus monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio flotante. Un tipo de cambio flexible libera a la política monetaria de tener que defender una paridad fija.

 Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria pueden concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero.

 Desde el momento en que los emisores de dinero, los Estados, empiezan a ser gobernados democráticamente, las élites político-financieras decidieron sin titubear crear y difundir mitos que se han ido extendiendo, y que en el momento actual están muy arraigados en la intuición colectica. Constituyen la gran mentira: la teoría monetaria de Milton Friedman y la escuela de Chicago.

 El objetivo no era otro que mantener una serie de privilegios convirtiendo la economía en una especie de religión. En primer lugar, ocultaron a la ciudadanía algo obvio, los Estados soberanos jamás pueden quebrar. 

En segundo lugar, promovieron la independencia de los Bancos Centrales justamente en el momento en que los Estados democráticos podían ejercer su plena soberanía monetaria y generar pleno empleo. (...)

El motor de la economía es el gasto en inversión decidido con independencia de las decisiones de ahorro. En realidad es la inversión que deciden las empresas lo que determina la cantidad de ahorro. Para invertir no hace falta ahorro previo o depósitos preexistentes. La Ley de Say en una economía monetaria es falsa.

Con la teoría monetaria de Milton Friedman y la independencia de los Bancos Centralers se pretendía, en primer lugar, y por encima de todo, limitar la eficacia de la política fiscal de los gobiernos. Hay que seguir manteniendo comportamientos y estructuras institucionales que limiten las capacidades de gasto de los gobiernos.

 Esto le da a la superclase un poderoso control indirecto sobre la política del gobierno, mientras permiten dar forma a los fundamentos de cierta ética capitalista basados en que te ganarás el pan con el sudor -a menos que tengas los medios privados suficientes-. Pero sobretodo permiten que el miedo siga desempeñando su papel como medida disciplinaria.

En segundo lugar, al pasar de un sistema donde el poder lo tenía el Tesoro a otro donde se traspasa al mercado, se genera un negocio brutal a favor de la superclase, las entidades financieras. Para ello se desregularon los mercados, de manera las entidades financieras pudieran actuar con libertad en el mercado secundario. 

Pero además se permitió que las entidades financieras crearan derivados a partir de la deuda pública. Además se prohibió que el Banco Central comprara deuda soberana en los mercados primarios. El negocio estaba servido. Todas estas dinámicas son partes consustanciales al proceso de financiarización de la economía global y van a desembocar en el caos que está a punto de de iniciarse."                  (Juan Laborda, Vox Populi, 15/01/17)

2.12.16

La banca española, para evitar su colapso, recibe ingentes cantidades de dinero del Eurosistema, respaldadas por el contribujente español, no por los accionistas de la banca. Exactamente, 314.000 millones, cerca del récord de 2012 en plena crisis financiera

"(...) hay un aspecto que preocupa y de qué manera a las élites europeas. Las entidades financieras españolas, para evitar que colapsen, reciben ingentes cantidades de inyección de liquidez del Eurosistema (Banco Central Europeo y Bancos Nacionales), lo que ha provocado el aumento de los desequilibrios del Target 2 (ya explicaremos qué hay detrás de esta palabreja).

 Por eso quieren tener todo controlado, prietas la filas. Entiéndanlo, estas élites son muy asustadizas ante cualquier experimento político que ponga en solfa el equilibrio de su ecosistema. Y el equilibrio es muy inestable, nada que ver con lo que Rajoy y sus muchachadas, y sus respectivos altavoces mediáticos, cuentan y difunden a los sufridos ciudadanos.

 Vayamos por partes. Primero expliquemos que es Target 2, y luego vayamos a las cifras. Target 2 es el sistema que guarda y compensa las operaciones financierasde pagosen elEurosistema. Permite que las entidades bancarias tengan posiciones deudoras en el sistema mientras sigan teniendo colateral que colocar.

 Mientras las entidades financieras españolas sigan en una situación nada halagüeña como la actual, el Estado español no va a dejar de emitir deuda para proporcionarles colateral. Me entra la risa escuchando a Rajoy “el austero” y sus huestes sobre las maravillas de la economía patria.

Los bancos centrales del sur de Europa piden prestado a otros bancos centrales para “sus” bancos comerciales. Target2 es un sistema para las entidades financieras europeas y los bancos centrales. No es un sistema ni para los Estados europeos ni para los ciudadanos. Protege siempre a la banca privada porque si al final hay impagos lo acaban pagando los contribuyentes.

 Si un banco español no pudiera pagar su deuda con un banco alemán y su colateral no valiera nada, el Bundesbank pagaría al banco alemán, el Banco Central Europeo (BCE) al Bundesbank, y el BCE reclamaría a Banco de España. Si Banco de España no pagara, el coste de la perdida se repartiría entre los bancos nacionales del Eurosistema.

Ya hemos aprendido e interiorizado, a través de las distintos blogs sobre la Teoría Monetaria Moderna, que el BCE nunca se puede quedar sin dinero para prestar a las entidades o a otros bancos centrales. Jamás antes había sido tan fácil a las entidades financieras conseguir dinero del BCE. 

Nunca antes el BCE había expandido su balance como ahora. Jamás el colateral que admite el BCE había tenido menos valor que ahora. Ello explica dos cosas, por un lado,  las operaciones de financiación a largo plazo o préstamos LTROs a la banca europea, y, por otro, tras el acuerdo tácito entre las élites, los programas de compra de activos (deuda) del BCE a la banca, después de que esta financiara a los gobiernos y consiguiera así colateral. 

De esta manera se están recapitalizando, por ejemplo, las entidades bancarias españolas. Pero no olviden que la garantía de esos préstamos a las entidades la damos nosotros, los contribuyentes.  (...)

Pero ahora vayamos a las cifras. Hay algo que no nos cuentan ni los políticos, ni el regulador, ni los medios de comunicación dominantes. España, junto a Italia, son los paísesque presentan los mayores déficits en el sistema Target2. Por el contrario el Bundesbank presenta el mayor superávit por su posición acreedora en el Eurosistema. 

Pero estos desequilibrios no implican, como mantiene algún descerebrado, que el Bundesbank  haya prestado o esté rescatando a España, y mucho menos que estos desequilibrios del Target2 vayan a hacer que el BCE se pueda quedar sin dinero. Ya saben ustedes que un banco central emisorde sumoneda no se puede quedar sin dinero (TMM).

Los desequilibrios se empiezan a producir a partir del 2007 porque los clientes de los bancos de los países del Sur retiran fondos de sus cuentas y los depositan en las entidades alemanas, las cuales no los prestan a las entidades de los Países del Sur en el interbancario al desconfiar de ellas. Esta es la única razón.

 El aumento de los desequilibriosde Target2 refleja simplemente los problemas en los sistemas financieros de los Países del Sur para financiarse (que se reflejan en el aumento de los desequilibrios de Target2) nada que ver con la situación de los Estados, familias o empresas de economía real.

 Son una deriva de no haber hecho realmente aquello que se debería haber hecho en 2008: reestructuración de un sistema bancario sobredimensionado a costa de sus acreedores –en su momento bastaba con accionistas y bonistas, ahora lo dudo-.

Las últimas cifras, publicadas este martes son para reflexionar sobre muchas cosas, entre otras, la decapitación de Pedro Sánchez. El déficit o necesidades de financiación de la banca patria, vía Eurosistema, alcanzó los 314.000 millones de euros, aproximándonos a los niveles récord de 2012, en plena turbulencia financiera. Igual ahora algunos entienden por qué tanta necesidad de eliminar a Sánchez. Élites asustadizas yprietas las filas."               (Juan Laborda, Vox Populi, 06/10/16)