"(...) La idea de la “Greenspan-Bernanke-Yellen Put”, bajo una visión monetarista
del mundo errónea, es muy sencilla: los bajos tipos de interés acabarán
curando siempre los problemas del mercado.
Desafortunadamente, los
banqueros centrales de medio mundo han caído en un patrón por el cual
los períodos de bajos tipos de interés, incluso al 0%, son cada vez más
largos, pero ello lleva implícitamente al exceso financiero del mañana.
Los banqueros centrales tratan de apagar los pequeños incendios del
sistema capitalista, mientras que son incapaces de reconocer que ellos
son los responsables últimos de las grandes deflagraciones. La
desafortunada dinámica de la "Greenspan-Bernanke-Yellen Put" ha acabado
erosionando lentamente el poder adquisitivo de los bancos, las pensiones
y otros ahorradores en nuestra economía al impulsar los tipos de
interés hacia abajo.
Pero no contentos con conducir los tipos de interés a corto plazo al 0%,
los banqueros centrales se embarcaron en una fantástica aventura
especulativa de manipulación del mercado.
Pensaban que las compras en el
mercado abierto ayudarían a la economía mediante la generación de
rentas e inflación. La realidad es que las diversas medidas estadísticas
de inflación apenas se han movido, los salarios no repuntan, pero en
cambio se han disparado los precios de las acciones, la vivienda y las
materias primas.
El verdadero objetivo de los banqueros centrales no era
restaurar el pleno empleo, y mucho menos
la estabilidad de precios. Los bancos centrales estaban, y siguen
estando, obsesionados por evitar una deflación general de deuda. Pero,
paradójicamente, empujan a la economía hacia ella.
El hecho de que los niveles generales de deuda hayan subido gracias al
uso y abuso de bajos tipos de interés por parte de los Bancos Centrales
obviamente plantea la pregunta clave: ¿qué se ha logrado al final
realmente? La realidad global, tanto para la Reserva Federal, el Banco de Japón o el Banco Central Europeo,
por ejemplo, es el aumento implacable de la deuda, primero privada, y
ahora pública.
El "Greenspan-Bernanke-Yellen Put" ha aumentado la carga
de la deuda en todo el mundo, con el agravante de que el último
componente, la “Yellen-Put” ha dejado a los mercados financieros aún más
frágiles que en 2007.
La mayor asunción de riesgos por parte de los mercados se ha traducido
en que han demandado bonos de mayor vencimiento, que implícitamente
tienen más riesgo. Una medida que recoge este riesgo es la duración del
bono, que cuanto mayor sea, ante un aumento de tipos de interés, mayores
serán las pérdidas. (...)
Las duraciones de distintos índices de bonos agregados
soberanos han aumentado más de un 50%, aproximándose en muchos casos a
los 6 años. Ello supondrá que cuando repunten los tipos de interés y/o
aumente la aversión al riesgo las pérdidas serán cuantiosas.
Otro
hecho destacado, además del aumento de las duraciones de los distintos
índices de bonos agregados, es el aplanamiento de las curvas de tipos de
interés. En el caso de Estados Unidos el diferencial entre los tipos de
interés del bono soberano a 2 y 10 años se acerca implacablemente a
cero.
En un contexto de mayores duraciones, ante un repunte de los tipos
de interés y/o un ciclo de aversión al riesgo, implicará perdidas
inmensas para muchos gestores de renta fija. (...)
Pero los banqueros centrales no solo han creado una bomba de relojería
en los bonos, sino que el período prolongado de bajos tipos de interés
también ha creado una ola oculta de futuros incumplimientos de préstamos
y bonos.
Al suprimir los diferenciales de crédito y, por lo tanto, el
coste del crédito, los reguladores otorgaron a los prestatarios un
acceso al crédito a precios “premium”. Y estos diferenciales no les
quepa duda que repuntarán.
La política monetaria si se quiere utilizar para evitar procesos de inestabilidad financiera, y atenuar así un ciclo Minsky, debería ser preventiva, siendo necesarios tipos de interés más altos por inflación de activos. (...)
Queda ya meridianamente claro que la política monetaria debería haber sido mucho más restrictiva. (...)
Al implementar políticas monetarias laxas, con descensos importantes en
los tipos de interés nominales y reales, los Bancos Centrales,
especialmente la Reserva Federal de Estados Unidos, cimentaron las bases
de gran parte de los problemas económicos existentes en la actualidad.
Por un lado, eliminaron la deflación “a la Keynes”, la buena, lo que
castiga aún más a las rentas del trabajo. Por otro lado, promovieron el
endeudamiento, y facilitaron la generación de burbujas o inflaciones de
activos (acciones, casas, bonos corporativos…) que servían de colateral
para esa deuda.
(...) los inversores, especialmente los bancos, asumen
importantes riesgos en sus apuestas a sabiendas de que si al final las
cosas van mal, las autoridades monetarias los rescatarán.
Había otra alternativa
En
recesión de balances privados la política monetaria es ineficiente.
Había otra alternativa, el uso de la política fiscal. Y la situación en
2008 era perfecta, y ahora igual. Los gobiernos que emiten sus propias
monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos
emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero.
El culto a la
austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a
los sistemas monetarios “fiat” modernos. Ya no es necesaria la
maquinaria institucional creada para la emisión de bonos soberanos en
los mercados privados.
A pesar de ello, los gobiernos sufrieron intensas presiones para
mantener comportamientos y estructuras institucionales que limitaban sus
capacidades de gasto. Pero además había otra razón más sutil, las
élites económicas odian la política fiscal encaminada al pleno empleo,
porque bajo un régimen de pleno empleo permanente, el miedo dejaría de
desempeñar su papel como medida disciplinaria.
Pero por los caprichos de
esta gente, nos aproximamos al estallido de la siguiente burbuja.
¿Cuándo aprenderemos?" (, V
Juan Laborda ox populi, 30/11/17)
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