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2.2.25

“Hay microplásticos allá donde mires, en la cima del Everest, en la lluvia, en las fosas profundas, en las placentas de fetos humanos, en nuestra sangre, estómagos y cerebros”... los microplásticos se relacionan con la obesidad, el cáncer y los problemas de fertilidad. Y la mancha de basura del Pacífico mide tres veces Francia. La intentan reducir, pero crece a mayor velocidad

 "Oliver Franklin-Wallis, periodista de investigación, nos cuenta dónde va nuestra basura

Tengo 35 años. Soy británico, vivo en Essex. Estoy casado y tengo dos hijas. Dirijo la revista ‘GQ’. Soy un activista medioambiental que cree que el problema más urgente al que nos enfrentamos es lo que le estamos haciendo al planeta, y que la mayor prioridad es actuar para revertirlo. Soy agnóstico.

La sucia realidad

Ha pasado cuatro años viajando por varios continentes para seguir la pista de nuestros desechos, y el resultado es Vertedero. La sucia realidad de lo que tiramos, a dónde va y por qué importa (Capitán Swing / Comanegra en catalán), libro del año 2023 según The Guardian y The New Yorker. “Visité vertederos, plantas de reciclaje, incluso un silo de residuos nucleares en el Reino Unido y maravillosas playas llenas de ropa destrozada hasta donde la vista alcanzaba”. También ha seguido los pasos de nuestra tecnología desechada: “La mayoría de dispositivos electrónicos viven olvidados en cajones y sótanos. Solo un 17,4% de esos residuos se re­cicla”; y ha explorado la red mundial de exportación que obstruye los vertederos africanos. “El comercio inter­nacional de residuos es un negocio opaco dominado por escurridizos intermediarios y poderosas empresas”.       

Dónde va todo lo que tiramos?

A tres sitios: a enormes vertederos al aire libre, a incineradoras, y al reciclaje, un sistema roto y lleno de fallos. Solo se recicla el 12% de los desechos del mundo.

¿Y el resto?

Los países occidentales mandamos nuestra basura a otros países más pobres con mano de obra más barata y normas medioambientales menos estrictas. En India, y tantos otros países, las grandes ciudades están rodeadas de vertederos gigantescos.

¿Cómo de grandes?

El de Ghazipur tiene una superficie de 35 campos de fútbol y una altura de 25 plantas. En mi investigación, he visto que muchas de las cosas que pensamos que se estaban reciclando son enviadas a África, América del Sur, América Central y el Sudeste Asiático, donde son quemadas o arrojadas a los ríos.

¿Por qué ocurre eso?

Hoy en día, la basura es un negocio millonario que está en manos de unas pocas empresas gigantes que tienen lucrativos contratos con ministerios y gobiernos.

El consumo aumenta.

Cada vez más, y el sistema no se ha adaptado a este aumento, y eso ha llevado a un problema gravísimo de contaminación. Hace falta un debate que no solo interpele a los ciudadanos, sino también a los gobiernos y a la comunidad internacional.

¿Estamos de basura hasta al cuello?

Sí, generamos unos 2.000 millones de toneladas de basura al año, pero crece a la velocidad del rayo, solo la basura genera más emisiones que la aviación y el transporte juntos.

¿Cuál es la basura que más crece?

Los residuos plásticos, que no son biodegradables. Los microplásticos afectan a nuestra salud y al medioambiente.

Llueve plástico, dice.

Sí, los científicos encuentran partículas de microplástico allá donde miren, en la cima del Everest, en la lluvia, en las fosas profundas, en las placentas de fetos humanos, en nuestra sangre, estómagos y cerebros.

¿Cuál es el impacto?

Hay estudios que relacionan los microplásticos con la obesidad, el cáncer y los problemas de fertilidad. Y la mancha de basura del Pacífico mide tres veces Francia. La intentan reducir, pero crece a mayor velocidad.

En el mar también se encuentran antibióticos, venenos, carcinógenos…

Los residuos químicos tóxicos están matando la vida de los océanos y afectando nuestra salud. Debemos ser conscientes de que todo lo que produzcamos o poseamos a lo largo de nuestra vida va a acabar como residuo.

Zapatillas deportivas, bolsos y ropa baratos están hechas de plástico.

Y no cuestan nada, son casi residuos de la industria petrolera, un buen negocio. He visto playas maravillosas sepultadas por ropa de segunda mano hasta donde alcanza la vista en Accra, Ghana. La moda rápida implica que la ropa que se manda a estos países está muy degradada, no se puede usar, y la tiran por ahí porque no tienen capacidad para procesarla.

¿La moda rápida alimenta los grandes vertederos del mundo?

Las empresas se dieron cuenta de que era más rentable seguir vendiéndonos cosas todo el tiempo y se impuso el usar y tirar.

Un tercio de la comida que se produce en el mundo directamente se tira sin vender.

Si calculamos el terreno dedicado a la agricultura que acaba desperdiciada, cubriría todo el subcontinente indio, eso son tremendas emisiones de gases, y se da la paradoja de que aproximadamente 820 millones de personas pasan hambre.

¿Qué pasa con la chatarra electrónica?

Es la fracción que más rápido crece, estamos hablando de nuestros móviles, consolas, televisores, coches eléctricos, paneles solares…; una gran parte se recicla, pero otra parte importante acaba en el mercado de segunda mano en países como Ghana.

Una basura muy tóxica.

Sí, y me sorprende la escasa tecnología que hay para tratarla. Estuve en una planta de reciclaje electrónico en California donde estaban triturando montañas de televisores nuevos que los fabricantes no querían que entraran en el mercado de segunda mano porque lo que quieren es que la gente se compre el modelo nuevo. Es una barbaridad.

¿Las soluciones?

Son muy sencillas: el sistema de reciclaje debe ser transparente; quienes fabriquen materiales que no se pueden reciclar o tóxicos deben costear su gestión, y debemos consumir menos. Entonces, la gente me dice: “¿Y qué pasa con el crecimiento económico?”.

¿Y qué les dice?

Nuestro consumo ha subido como la espuma y eso no ha fortalecido nuestra economía. Yo abogo por una economía en la que las cosas que producimos sean de calidad, duraderas, que se puedan reparar. Se trata de tener una relación más sana con los objetos que compramos. Comprar menos y comprar mejor."

(ASIEC, 01/02/25, fuente La Vanguardia , 28.01.2025)

24.1.25

El lobby de las «sustancias químicas para siempre» está difundiendo desinformación y la UE se la está tragando... Una enorme campaña del lobby de las sustancias químicas corporativas busca convencer a la UE de que no imponga restricciones a las «sustancias químicas para siempre» ( una familia de miles de sustancias químicas sintéticas implicadas en un número creciente de enfermedades y complicaciones de salud, que van desde daños hepáticos a sistemas inmunitarios comprometidos), cuya limpieza podría costar 2 billones de euros (Gary Fooks, Un. Bristol)

 "Un equipo de investigadores académicos, juristas y periodistas de 16 países europeos ha sacado a la luz una enorme campaña de presión destinada a echar por tierra una propuesta de restricción en toda la UE del uso de «sustancias químicas para siempre». En esta campaña aumentaron considerablemente los gastos de los grupos de presión de los principales productores de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), conocidas como sustancias químicas «para siempre» por su persistencia en el medio ambiente.

Este gasto se destinó a muchas reuniones de alto nivel con funcionarios de la Comisión Europea, así como a esfuerzos para movilizar a otros agentes de la industria en la campaña de presión para promover alternativas voluntarias y excepciones sustanciales a esta restricción propuesta. Uno de los resultados fue que la consulta pública de la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos sobre la restricción quedó sepultada bajo un diluvio de respuestas a su propuesta.

Los PFAS son una familia de miles de sustancias químicas sintéticas implicadas en un número creciente de enfermedades y complicaciones de salud, que van desde daños hepáticos a sistemas inmunitarios comprometidos. Comparten una característica común: un enlace carbono-flúor -uno de los más fuertes de la química orgánica- que hace que los PFAS sean altamente persistentes, lo que significa que pueden bioacumularse en plantas y animales a lo largo del tiempo.

 El gran número de PFAS hace que un número cada vez mayor de científicos considere vital restringirlos como clase, como está estudiando la UE. Si esta restricción propuesta fracasa y las emisiones de PFAS permanecen sin restricciones, se calcula que el coste de la limpieza de la contaminación actual en Europa ascenderá a 2 billones de euros (1,7 billones de libras) en los próximos 20 años, una factura anual de 100.000 millones de euros.

Sin una restricción por clases, la alternativa es un planteamiento caso por caso para evaluar la toxicidad. Esto no sólo sería muy lento, sino que aumentaría el riesgo de que simplemente se cambiaran los PFAS prohibidos por otros de los que aún no se ha demostrado que causen daños, lo que se conoce como «sustitución lamentable».

Históricamente, la prohibición de sustancias químicas PFAS individuales ha llevado a su sustitución por compuestos estructuralmente similares que plantean riesgos similares o desconocidos. Una restricción por clases reduciría la probabilidad de tales sustituciones.

 En el marco de una investigación a escala europea sobre los PFAS denominada Forever Lobbying Project, he colaborado con 18 investigadores académicos y abogados, además de 46 periodistas de investigación, entre ellos Stéphane Horel y Raphaëlle Aubert, del periódico francés Le Monde, que ha coordinado el proyecto. Trabajando juntos podemos llegar a un público mucho más amplio en toda Europa y aumentar la concienciación sobre los costes de los PFAS para la salud pública y el medio ambiente».

De esta colaboración han surgido revelaciones sobre la gran campaña de presión y los costes de limpieza, la primera estimación de este tipo para Europa. Nuestro trabajo ha sido una combinación inventiva de periodismo de investigación y metodologías de ciencias sociales y aplicadas, cuyo objetivo es ampliar y apuntalar las técnicas informativas existentes.

En 2023, muchos miembros del equipo actual habían cartografiado previamente la contaminación por PFAS en toda Europa, poniendo por primera vez a disposición del público «ciencia oculta». Esta primera investigación, que identificó más de 23.000 lugares contaminados confirmados, tuvo una enorme influencia y reforzó las peticiones de la actual restricción basada en clases y a escala de la UE.

Pero la resistencia de los fabricantes de productos químicos no tardó en revelarse feroz. Y fue la constatación entre los periodistas del consorcio de que la industria química podría derrotar la restricción por clases propuesta lo que impulsó la idea de esta última investigación sobre la campaña de presión.

El coste del fracaso político

 Dos preguntas son fundamentales para que la campaña de presión tenga sentido para el público. ¿Cuál sería la factura de la limpieza de la contaminación actual por PFAS si la campaña tiene éxito? Y ¿cómo han podido los fabricantes de PFAS y la industria del plástico avanzar tanto ante los funcionarios europeos?

La estimación del coste anual de 100.000 millones de euros fue una de las varias calculadas: se refiere a los costes de limpieza en curso en Europa en ausencia de restricciones efectivas y control de las fuentes. El proceso de cálculo de los costes fue supervisado por el ingeniero medioambiental Ali Ling y el químico medioambiental Hans Peter Arp, que desarrollaron una metodología con el periodista de datos Aubert. Juntos asesoraron a los periodistas del equipo sobre los datos que debían buscar y comprobaron activamente los conjuntos de datos.

La cifra del coste anual es elevada -aproximadamente el PIB de Bulgaria-, pero representa una estimación conservadora que refleja las dificultades de abordar la descontaminación de PFAS. Las sustancias químicas PFAS escapan a la mayoría de las técnicas tradicionales de descontaminación y requieren tecnologías altamente especializadas y de alto consumo energético para erradicarlas. Este coste anual se mantendrá mientras los PFAS no se eliminen progresivamente y sigan acumulándose en el medio ambiente. 

La campaña de los grupos de presión se basó esencialmente en tres argumentos: que la mayoría de los PFAS no eran perjudiciales para la salud, por lo que no era necesaria una restricción amplia; que había pocas alternativas prácticas a los PFAS; y que una restricción amplia de su fabricación y uso ahogaría de hecho la economía europea, acabando con la transición ecológica europea.

Si los funcionarios de la UE tomaran en serio a la industria química, sería más probable que los responsables políticos de la UE se dejaran convencer por estos argumentos. Así que nuestro consorcio decidió examinarlos más de cerca y someterlos a una «prueba de estrés».

Para ello, el equipo -organizado por Horel- adaptó planteamientos utilizados para explorar la validez de los argumentos de la industria empleados en conflictos de política tabacalera y alimentaria. Los resultados son reveladores.

La asociación industrial que representa a los productores europeos de polímeros, Plastics Europe, por ejemplo, hizo hincapié en el concepto de «polímeros poco preocupantes» para afirmar que la mayoría de los fluoropolímeros eran de hecho perfectamente seguros, o al menos muy probables.

Pero, como afirma un artículo de Le Monde: «Plastics Europe se negó a compartir los datos, hipótesis y métodos en los que se basan sus funestas predicciones». Plastics Europe también rechazó las solicitudes de entrevista de Le Monde. 

Podría decirse que Plastics Europe había dado a entender que el concepto de polímeros poco preocupantes encapsulaba criterios desarrollados por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Para el observador casual, esta asociación con una respetada organización política internacional le daba cierta validez.

Así que rastreamos los orígenes del concepto. Sí, había habido un grupo de expertos de la OCDE que había «participado en debates sobre los criterios para identificar los polímeros poco preocupantes» entre 1993 y 2009. Pero nunca hubo suficientes datos fiables para que la OCDE se comprometiera con la idea como institución. La OCDE confirmó a Horel que «no se había acordado ningún conjunto de criterios a nivel de la OCDE».

Otros argumentos que pusimos a prueba presentaban distintos puntos débiles, pero por lo general surtían el mismo efecto. Los hechos y las observaciones se tergiversaron y exageraron para presentar una caracterización «distópica» o «perdedora» de las propuestas de la UE: terribles pérdidas económicas a escala mundial, sin beneficios apreciables para la salud o el medio ambiente.

Tal y como están las cosas, la restricción de la UE está finamente equilibrada. Se ha informado de que funcionarios de la Comisión Europea están «ofreciendo indicaciones tranquilizadoras a los intereses empresariales sobre la futura toma de decisiones». 

Al plantear importantes cuestiones sobre las consecuencias de no regular y poner de relieve los dudosos argumentos esgrimidos para justificar la inacción, esperamos que nuestra última investigación haya cambiado el lenguaje y el enfoque del debate público. Pero aún está por ver si esto desplazará el actual énfasis cortoplacista en la competitividad y la desregulación que impulsan algunos miembros de la Comisión Europea."

(Gary Fooks, Un. Bristol, Brave New Europe, 22/05/25, traducción DEEPL, enlaces en el original)

18.6.15

Italia logra frenar la desaparición de las abejas prohibiendo insecticidas

"Italia ha logrado frenar la preocupante desaparición de las abejas desde que prohibió en el 2008 el uso de insecticidas de la familia de los neonicotinoides, aseguraron varios expertos. 

Como numerosos países del mundo, Italia registró desde los años 2000 una elevada desaparición de las abejas, un fenómeno grave ya que esos insectos garantizan que se fecunden las flores y den así frutos y semillas.

El programa «Beenet», que recolecta información sobre la salud de los insectos, registró desde el 2009 une «mejoría» en Italia, con una mortalidad por debajo del límite natural del 15 %. Sólo el año 2014 registra una mortalidad alta con respecto a los otros desde el 2009.
La prohibición de algunos insecticidas en el 2008 ha sido clave para bajar la mortalidad de las abejas, según los investigadores, los apicultores y las asociaciones de defensa del medio ambiente.

 Según la Asociación de Apicultores, Conapi, desde el año 2009, la población de abejas dejó de descender en Italia gracias a la prohibición el año precedente de los insecticidas neonicotinoides en las plantas de maíz. «La situación ha mejorado, pero los insecticidas se usan en otros cultivos, lo que sigue afectando a la población de abejas», aseguró Giorgio Ferraud, apicultor de Turín. (...)"                 (La Voz, 17/06/2015)

12.1.10

La química cotidiana, la que vive en nuestros cuerpos... anda por los 300

"Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han ampliado la lista de las sustancias de uso cotidiano que preocupan por su efecto contaminante sobre la población para incorporar 75 nuevos elementos. De esta forma ya son cerca de 300 los compuestos químicos bajo vigilancia por encontrarse presentes en los cuerpos de los ciudadanos procedentes de envases de productos alimenticios o mobiliario de oficina.

Todavía no existe un posicionamiento claro sobre los efectos nocivos de algunos compuestos químicos de los que ya forman parte de la vida cotidiana, como el bisfenol-A, que se encuentra en muchos plásticos, o los retardantes de la llama que utilizan muchos tejidos. Son dos de los 75 compuestos recién incorporados al informe nacional sobre exposición humana a productos químicos, que desde 1999 lleva realizando el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) y cumple su cuarta edición. Empezó con 212 productos químicos. Ahora ya se analizan casi 300. (...)

El objetivo es determinar qué productos químicos logran penetrar en el cuerpo de los ciudadanos y en qué niveles. El informe destaca el bisfenol-A o BPA, ya que se encuentra en la orina del 90% de la población. Este producto se utiliza como componente de plásticos de uso común, muchos de uso alimentario, porque los hace más resistentes. Por ejemplo, forma parte del recubrimiento interior de algunas latas y de papeles para guardar alimentos. También se encuentra en cartuchos de impresoras, gafas e incluso en algunos biberones y chupetes.En Canadá y en California hay un intenso debate para prohibir el uso del BPA, ya que algunos estudios apuntan a que ejerce efectos nocivos. (...)

El informe también revela que por las venas de casi todos los estadounidenses corre otro grupo de químicos presentes en la mayoría de hogares: los retardantes de la llama. Se utilizan en productos potencialmente inflamables, como tapicerías de sofás o colchones, tejidos para cortinas, en el salpicadero de algunos coches y en la carcasa de ordenadores. El BDE-47 es el retardante con mayor presencia en las muestras recogidas. Se acumula en el tejido graso de los seres humanos y se sospecha que actúan como disruptores endocrinos.

El informe también ha analizado por primera vez la presencia en sangre de mercurio, centrándose en bebés y en mujeres en edad reproductiva, entre 16 y 49 años. En la mayoría, el mercurio se encuentra presente, aunque en niveles diversos.

Otro metal, un tóxico que se puede considerar como un viejo conocido, el plomo, trae buenas noticias porque sus niveles han bajado. (...)

En el mundo, sólo Estados Unidos y Alemania realizan estudios de biomonitorización tan exhaustivos, explica Porta. En España, el informe hecho en Cataluña se basó en muestras de sangre y orina de 919 personas. Según sus resultados, todas las personas están contaminadas por al menos tres de los 19 compuestos analizados. Uno de los datos que llaman la atención es que los niveles de DDT (un pesticida que se prohibió en los años setenta) en Cataluña son superiores a los de EE UU. "En España se prohibió en 1977, y 30 años después todavía los encontramos en la sangre de la población, lo que demuestra que todavía está presente en la cadena alimentaria, sobre todo a través de los piensos que consumen los animales. El problema es que el organismo humano no lo excreta", explica Porta." (El País, 12/01/2010)

2.7.09

Un informe mide por primera vez los niveles de contaminantes en la población - Todas las personas tienen al menos restos de tres compuestos

Intoxicados hasta los huesos

"La contaminación industrial también nos intoxica por dentro. De las 100.000 sustancias químicas puestas en circulación por el hombre, muchas han sido beneficiosas, como los medicamentos; pero entre las tóxicas hay un grupo que es especialmente preocupante porque se acumula en el organismo, se transmite de madres a hijos y afecta a la salud. Estos compuestos orgánicos persistentes (COP) llevan décadas dando quebraderos de cabeza a los expertos en salud pública que tratan de acotar el problema.

¿Quién no ha oído hablar del DDT o de las dioxinas? Se sospecha que casi todas las personas en el mundo están contaminadas por estos compuestos persistentes y volátiles, pero muy pocos países disponen de datos para valorar su influencia en la salud. En España faltaban, pero desde hoy se dispone de una primera imagen del nivel de contaminación interna en la población.

Esta foto es un informe del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña sobre los niveles de COP en sangre en una muestra de 919 personas. ¿Y qué muestra? De entrada, que todas las personas están contaminadas por al menos tres de los 19 compuestos analizados. (...)

Otro dato relevante del informe es que las personas con sobrepeso tienen mayores niveles de estos compuestos que las de peso normal. Esto se explica, según Porta, porque los COP tienen afinidad por la grasa y se almacenan en el tejido adiposo.

Los 19 compuestos analizados se han seleccionado por sus usos históricos en la agricultura y la industria. Entre ellos se encuentran el plaguicida DDT y su compuesto de degradación DDE; el pesticida HCB o hexaclorobenceno y cuatro policlorobifenilos (PCB 118, 138, 153 y 180), unas sustancias usadas como aislantes eléctricos. El DDE y el PCB 180 están en todas las muestras de sangre analizadas, y ocho compuestos se han detectado en el 85%.

Hay también diferencias por clases sociales y niveles de estudios, pero su interpretación tendrá que esperar. En cualquier caso, esta foto de la contaminación interna refleja la exposición de la población hace décadas. Muchos de estos compuestos se usaron masivamente desde mediados del siglo XX hasta su prohibición en la década de los ochenta, pero siguen detectándose en recién nacidos porque se transmiten de madre a hijo. (..)

¿Qué podemos hacer los ciudadanos para protegernos? "Es difícil protegerse de algo que es invisible y no conocemos bien", responde Ballester. "Por eso es importante hacer más estudios para conocer la evolución de los niveles". Porta añade que evitar la obesidad y el consumo desmedido de grasas son aconsejables, pero individualmente poco se puede hacer aparte de apoyar las políticas de vigilancia y control de estos compuestos." (El País, ed. Galicia, , 29/06/2009, p. 44)