"(...) El primer riesgo de 2019 es este: la desregulación no solo continuó sino
que, con intereses bajos, se estimularon más aventuras especulativas.
Además de esto, el crecimiento de las bolsas está vinculado a las
empresas tecnológicas, desde 2013 casi el 40% del aumento del índice
S&P depende de seis grandes (Alfhabet, Amazon, Apple, FB, Microsoft,
Netflix). En ellas puede haber un riesgo de sobrevaloración. El nerviosismo de las finazas es porque se reconocen en ese espejo.
El segundo mayor riesgo de 2019 es la montaña de
deudas. Las deudas transfronterizas alcanzan hoy los 30 billones de
dólares, hace veinte años eran 9. La deuda pública china es el doble que
la de 2009, la de las empresas chinas es de 450.000 millones de
dólares, entonces era cero. El balance del BCE triplicó cerca de cinco
billones de euros.
Es cierto que esta absorción de deudas en BCE es
estabilizadora, no es tan vulnerable al pánico de las empresas y China
tiene reservas y un superávit que la protegen. Pero aquí entra el factor
político, porque el tercer riesgo es la pandilla de gobernantes del
mundo.
Los gobernantes son un problema por dos motivos
inmediatos. Por un lado, esas deudas no se van mantener en el balance
del BCE eternamente (podía y debía pero no va a ser así).
Y la elección del momento y la forma para vender puede
ser desastrosa para las condiciones de la financiación de los Estados y
las empresas.
El viraje a la derecha de la Unión Europea y la elección
del sucesor de Draghi agravan el riesgo. Y, por otro lado, si se
produjera una perturbación financiera, y ya hemos tenido los últimos
días una señal de eso, la consistencia de la respuesta de los bancos
centrales y de los gobiernos puede ser decisiva. Aunque, si se
necesitara la cooperación para responder a una crisis, en la Casa Blanca
está Trump." (Francisco Louçã, viento Sur, 03/01/19)
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