15.12.09

Cobrar impuestos a los especuladores

"Es hora de echar arena a las ruedas de las finanzas. ¿Deberíamos usar los impuestos para frenar la especulación financiera? Sí, dicen las autoridades británicas, que supervisan la City de Londres, uno de los dos grandes centros bancarios del mundo. Otros Gobiernos europeos se muestran de acuerdo, y tienen razón. (...)

El debate se inició en agosto, cuando Adair Turner, máximo regulador financiero británico, propuso un impuesto sobre las transacciones financieras como forma de disuadir actividades "socialmente inútiles". La propuesta atrajo a Gordon Brown, el primer ministro británico, que decidió presentarla este mes en la reunión del Grupo de las 20 economías más importantes.

¿Por qué es ésta una buena idea? La propuesta de Turner-Brown es la versión moderna de una idea lanzada en 1972 por el fallecido James Tobin, economista de Yale y ganador del Premio Nobel. Tobin sostenía que la especulación monetaria -dinero que se mueve a escala internacional para apostar por las fluctuaciones de los tipos de cambio- tenía un efecto perturbador en la economía mundial. Para reducir estas perturbaciones, proponía cobrar un pequeño impuesto cada vez que se cambiase moneda.

Dicho impuesto representaría un gasto sin importancia para quienes se dedicasen al comercio internacional o realizasen inversiones a largo plazo; pero supondría una importante traba para quienes intentasen ganar dólares (o euros o yenes) rápidamente prediciendo la evolución de los mercados en unos días o unas semanas. Como decía Tobin, "arrojaría un poco de arena a las ruedas bien engrasadas" de la especulación.

La idea de Tobin no cuajó en su día. Más tarde, para gran disgusto suyo, se convirtió en el caballo de batalla preferido de la izquierda antiglobalización. Pero la propuesta de Turner y Brown, según la cual se aplicaría la tasa Tobin a todas las transacciones financieras -no sólo a las que impliquen divisas extranjeras-, sigue en gran medida la estela de Tobin. Sería un gasto sin importancia para los inversores a largo plazo, pero frenaría gran parte de las compras y ventas para generar comisiones que ahora tienen lugar en nuestros hiperactivos mercados financieros. (...)

Respecto a la aserción de que no se pueden gravar las transacciones financieras: la contratación actual es un asunto muy centralizado. Consideremos, por ejemplo, la propuesta original de Tobin de gravar las operaciones de cambio. ¿Cómo se podría hacer, cuando hay operadores de divisas en todo el mundo? La respuesta es que, aunque hay operadores por todas partes, la mayoría de sus transacciones se realizan -es decir, se pagan- en una única institución con sede en Londres. Esta centralización mantiene bajo el coste de las transacciones, y eso es lo que hace posible la enorme cantidad de tejemanejes. Sin embargo, también hace que estas transacciones sean relativamente fáciles de identificar y gravar." (PAUL KRUGMAN: Cobrar impuestos a los especuladores. El País, Negocios, 06/12/2009, p. 21)

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