"Estamos muy cerca, prácticamente al borde del precipicio, de que nuestra
democracia sea definitivamente hurtada por una clase mercenaria. (...)
La Fundación BBVA, en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, en el informe anual sobre crecimiento y competitividad
alerta de que las desigualdades han aumentado con la crisis, y que han
afectado más a los que menos ganan porque en ellos se ha cebado la
destrucción de empleo y por eso, añade, que hay que tener especial
cuidado en que el futuro crecimiento sea "incluyente".
Hasta aquí perfecto. Pero cuando llegan las recomendaciones de los
denominados “expertos”, se me hiela la sangre. Para hacer frente a la
pobreza el director del informe, el catedrático de la Universidad de Valencia Francisco Pérez,
concluía que la prioridad es recuperar puestos de trabajo frente a la
posibilidad de subir salarios para apoyar el consumo.
Afirmaba, sin
despeinarse, que los salarios de los universitarios españoles son un 32%
más bajos que la media de la zona Euro, algo que es una ¡ventaja
competitiva! (...)
¡Qué tropa! ¡Cuánta caradura! Estos académicos a partir de hechos
constatables, como el aumento sin paragón en nuestra historia reciente
de la pobreza, son incapaces de defender algo elemental, unos salarios
que garantice que aquellos que trabajen tengan una vida digna para ellos
y sus familias.
Los salarios no son los culpables del paro. Lo son, sin
embargo, la brutal acumulación de deuda privada en torno a un colateral
que acabó hundiéndose y una banca insolvente. Ante todo estamos ante
una crisis de deuda y bancaria que algunos tratan de disfrazar como una
crisis de competitividad. (...)
La relación negativa entre salarios reales y empleo conforma en realidad
una correlación espuria. En economías que crecen vía deuda, alrededor
de una burbuja inmobiliaria, los salarios reales caen y el empleo
aumenta. Pero no se trata de una relación causa-efecto.
Por eso, las
recomendaciones de la ortodoxia, la disminución del salario real,
llevará en realidad a una subida del margen de beneficios por unidad
vendida, pero la masa de beneficios totales no cambia en modo alguno,
mientras que la renta nacional, ventas y empleo global disminuirán.
La
propuesta de recortes salariales acabaría siendo contraproducente,
aceleraría la espiral deflacionista, hundiría definitivamente al sector
bancario, y nos llevaría a una crisis de deuda soberana. Un colapso
total. (...)" (Juan Laborda, 14/12/2013)
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