"En un país democrático, la violación de las normas que supone el cese
del fiscal general por parte del gobierno habría generado formidables
respuestas. Aquí se calla o, a lo sumo, se constata el hecho. (...)
En un país democrático, si la mayoría abrumadora de una
pieza tan decisiva del sistema como es la Sala Segunda del Tribunal
Supremo denunciara en términos inequívocos y muy duros la presión del
gobierno en el trabajo de los jueces se abriría una crisis institucional
de enormes consecuencias. Aquí, aunque esa crisis ya se ha producido de
hecho, la cosa tiene toda la pinta de terminar olvidada en pocos días.
En ningún Parlamento de un país democrático se habría propuesto, por
muy grande que fuera la fuerza del partido que lo hiciera, que una
persona que ha tenido que dimitir de su cargo en el Gobierno por estar
implicada en un escándalo de corrupción fuera premiada con la
vicepresidencia de una comisión de dicho parlamento.
Aquí, con el
nombramiento de Ana Mato, Rajoy ha demostrado muy a las claras que sus
promesas de regeneración y de lucha contra la corrupción son pura farsa. (...)
Tales aberraciones se han producido en un solo día. Si se repasa lo
ocurrido en las últimas semanas, la lista se agranda hasta hacerse
insoportable. Y es muy probable que en un inmediato futuro pasen cosas
aún más terribles.
Porque con tal de no perder, o de ganar, las
elecciones generales, el Partido Popular parece dispuesto a todo. Desde
echar al juez que investiga su corrupción a dictar una ley que reprimirá
brutalmente a quien se atreva a protestar en la calle, pasando por
devolver la televisión pública a los tiempos de Franco. Y nadie parece
dispuesto a impedírselo. (...)
La impunidad de un gobierno que viola cada vez con menos pudor las
reglas básicas de la democracia, confirma que la crisis política
española es mucho más grave de lo que se cree. (...)" (Carlos Elordi
, eldiario.es, 19/12/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario