"(...) Cualquiera que estudie la realidad económica de los Estados percibe que
en su interior y entre sus partes se producen grandes desequilibrios
territoriales y que unas zonas se desarrollan más que otras y a su
costa; lo que exige para paliarlos la intervención del poder político.
En realidad, es un proceso similar al que se produce a escala personal, y
en cierta medida derivado de él. El Estado, mediante impuestos
progresivos y prestaciones y servicios públicos, modifica la
distribución de la renta que realiza el mercado y al corregir las
desigualdades entre personas reduce al mismo tiempo las diferencias
entre las regiones.
Es esa hacienda común la que efectúa una importante
transferencia de recursos entre las regiones pobres y ricas; sin ella,
cualquier unión monetaria generara entre los Estados o las regiones
tales desequilibrios que la abocarán antes o después al fracaso. (...)
En la Eurozona la necesaria integración presupuestaria y fiscal ha
sido sustituida por el endeudamiento de unos países frente a otros. Las
transferencias de recursos precisas para compensar los desequilibrios y
las desigualdades entre los Estados creados por la moneda única no se
han realizado a fondo perdido o, lo que es lo mismo, sin contrapartida
sino como préstamos.
Esta sustitución ha podido funcionar a corto plazo,
pero a medio y a largo plazo colapsa las economías, porque el
endeudamiento tiene un límite a no ser que una y otra vez se apliquen
quitas, quitas que los acreedores se resisten a aceptar.
El error de Merkel y de todos sus seguidores, tales como Juncker,
radica en olvidar que todo ahorro implica un desahorro en otro sujeto o
en otro lugar. El superávit exterior de una nación exige la generación
de un déficit en otra o en otras. La política de austeridad no puede ser
aplicada a la vez a todos los países.
Cuando Alemania ahorra y se niega
a reducir el saldo de su balanza de pagos, que se sitúa alrededor del
6%, obliga a los otros Estados al déficit y al endeudamiento. La deuda
de los países del Sur no es consecuencia de la prodigalidad y del
despilfarro, más bien supone el resultado lógico de una unión monetaria
mal planteada e imposible."
(El euro, los gobiernos engañan a sus ciudadanos, de Juan Francisco Martín Seco en República de las ideas, en Caffe Reggio, 21/02/2015)
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