"(...) Con alevosía, bajo una oscura tiniebla, tenuemente iluminada por la luz
de las velas donde se esconden, las élites, por enésima vez, negocian a
nuestras espaldas temas fundamentales para el devenir de la ciudadanía.
Los escasos argumentos esgrimidos en defensa del Tratado de Libre Comercio, repetidos como mantra a través de los medios voceros patrios, simple y llanamente son mentira, espurios. (...)
Las democracias occidentales atraviesan, sin duda, uno de los peores momentos de su historia. La mayoría están atrapadas en un Totalitarismo Invertido “a la Sheldon Wolin”.
Nos la están metiendo doblada. Solamente cuando la miseria, la
pauperización y las desigualdades se generalizan, la sociedad reacciona
-véase Grecia-. (...)
En Europa el TPPI es apoyado por conservadores,
liberales y la inmensa mayoría de la socialdemocracia -¿y luego se
preguntan los viejos partidos socialdemócratas por qué se están
hundiendo en toda Europa? (...)
En el caso estadounidense, paradójicamente, las cosas no están tan
claras, las discusiones son más intensas que aquí, en la vieja Europa.
En apoyo al TPPI están el presidente Obama
y la mayoría de los republicanos en el Congreso. Contra el TPPI claman
la mayoría de los demócratas del Congreso, prácticamente todos los
sindicatos, grupos medioambientales, y grupos de vigilancia –como Public Citizen-. (...)
El TPPI socava garantías constitucionales y la
soberanía nacional. Se pretende, en realidad, eliminar los impedimentos
comerciales no tarifarios, es decir, que los estándares de producto, las
obligaciones relativas a la protección del clima y todas las demás
limitaciones comerciales, excepto los aranceles, den mayor facilidad a
la compraventa de mercancías y servicios entre la Unión Europea y los
Estados Unidos. Se ansía eliminar todas las garantías que en Europa se
han conseguido de protección del consumidor y del medio ambiente.
Entonces, ¿quién se beneficia realmente del libre comercio? Sólo aquellas empresas multinacionales establecidas libremente a lo largo del planeta para buscar y escrutar los talleres de explotación más crueles y la mano de obra más barata. El libre comercio, tal como le entienden, es una carrera global que arrastra al factor trabajo al fango, a la cuasi-esclavitud. (...)
Chang se burla del libre comercio. Sostiene que los países desarrollados que hoy claman por la apertura de los mercados y la desregulación – Reino Unido, Estados Unidos, y el G7-
históricamente utilizaron políticas proteccionistas para desarrollar
sus industrias y aprovechar sus ventajas comerciales. Una vez que
lograron posiciones de privilegio, se “olvidaron” de cómo ellos
alcanzaron la riqueza, evitando que otros países en desarrollo sigan el
mismo camino. (...)
Pero va más allá. Chang destroza una de las hipótesis centrales de la
economía clásica: la creencia que la libertad de comercio, los mercados
privados y la inversión internacional mejoran los niveles de vida. Aquí
su crítica es brutal, irónica. Tal como señala, es totalmente ingenua y
simplista la manera en que las instituciones financieras internacionales
establecen recetas homogéneas para el desarrollo económico en todo el
mundo. (...)
La propuesta uniforme de reducción del tamaño del gobierno,
privatización de empresas públicas, inflación baja, y disciplina fiscal
que promueve el FMI, hacen un flaco favor a países en desarrollo, y un
tremendo favor a los “malos samaritanos”.
Por lo referente a lo que nos toca, la ciudadanía patria está cada
día más desinformada. Los temas apenas se discuten de manera sosegada.
Sólo importa el chascarrillo, la anécdota, mientras el fondo de la
cuestión se oculta miserablemente. Por eso, es profundamente democrático
exigir a quienes no se ha opuesto al TPPI –PP, PSOE y Ciudadanos-, que
expliquen el porqué, y que asuman, en el caso hipotético de su
aprobación, las consecuencias históricas de su aplicación." (Juan Laborda, Vox Populi, 09/05/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario