21.5.15

España en el euro: Reforma o ruptura

"(...) Si las condiciones estructurales y de ciclo económico no son las mismas en Alemania que en España, utilizar una política monetaria uniforme para ambos países significa que en algún momento uno de los dos países pagará un coste extra. 

Ante esta situación sólo caben dos opciones: o someter las economías a una férula estructural que las sitúe en el mismo ciclo económico, o establecer, por la vía de la política fiscal, mecanismos de compensación de los desequilibrios entre ambas economías. 

La segunda de las opciones, conocida en el argot europeo como “unión de transferencias”, ha sido categóricamente negada por los países del norte, en la medida en que significaría que los ciudadanos alemanes de Baja Sajonia terminarían pagando impuestos para financiar las prestaciones de desempleo del Alentejo en Portugal. 

Una hipótesis de la que el contexto político, social y cultural de la Unión Europea está hoy más lejos que nunca. Queda como alternativa la primera opción, que es la efectivamente elegida por las instituciones europeas: la vía de las reformas estructurales que tienden a equilibrar la competitividad del sur con la del norte (...)

Nada garantiza que este camino llegue a buen término, y el coste social que lleva implícito es enorme, como estamos experimentando, con resultados más bien mediocres en términos económicos hasta el momento. (...)

¿Cuánto tiempo tardarán los europeos, tan dados a las luchas fratricidas, en restañar las heridas de la impaciencia nórdica y el resentimiento mediterráneo? ¿No ha llegado el momento de plantearse con serenidad y sin miedos la conveniencia de terminar el experimento? (...)

¿qué opciones le quedan a España? Salir del Euro hoy llevaría a la economía española a experimentar un impacto enorme a corto plazo. La fuga de capitales sería considerable, lo cual sin duda llevaría a un corralito bancario, la “nueva peseta” sería rápidamente depreciada por el mercado y aunque el monto total de nuestra deuda experimentaría –ya en términos de pesetas- un fuerte descenso en relación con el PIB, nuestro acceso a los mercados internacionales se restringiría en buena medida. 

Subirían los precios, se encarecerían las importaciones, y podríamos vender más barato al exterior, pero con una importante pérdida de poder adquisitivo. En términos políticos, no cabe duda de que para una generación –quizá la que nos llevó del franquismo al euro- significaría un fracaso colectivo, un “volver a la España de los 50”, como señalaron en su momento Santos, Garicano y Fernández-Villaverde. Un nuevo 98.

A largo plazo, sin embargo, y pasado este primer shock, España recuperaría competitividad, tendría acceso a una política monetaria a medida de sus necesidades económicas, y si se mantuviera la disciplina en una gestión monetaria y fiscal responsable, podría crecer a buen ritmo. Este aspecto –el de la responsabilidad- no es menor. 

Los hispanopesimistas –como Santos, Garicano y Fernández-Villaverde- creen que existe en España una fatalidad histórica que nos lleva a no saber gestionar nuestra política económica, y que la España fuera del Euro sería de nuevo la España de charanga y pandereta. 

Creen, con otros muchos, que el Euro nos proporciona esa férula disciplinaria que nuestra laxa mentalidad necesita para gestionar correctamente las políticas económicas. Nada indica que deba ser así. Aunque no nos lo parezca, fuera del euro hay economías europeas que están bien gestionadas, es más, buena parte de las normas de gobernanza económica de la Unión Europea se aplica también a los países que no están en la zona euro.

En conclusión, la salida de España del euro tendría un enorme impacto a corto plazo, y a largo plazo permitiría una mayor autonomía en la gestión de la política económica. Sopesar pros y contras no es fácil. 

La alternativa factible a esta salida sería rediseñar en profundidad la Europa del Euro, de manera que se dotara de los instrumentos imprescindibles para corregir asimétricamente los desequilibrios que de manera inevitable (sí, inevitable) volverán a acumularse mientras las economías europeas no logren una convergencia real en productividad, calidad de vida y ciclo económico.  (...)

La alternativa inviable es el business as usual, esto es, mantener la moneda única sin mecanismos de reequilibrio. Si no se construyen, tarde o temprano volveremos a vivir crisis muy similares a las que estamos viviendo en estos momentos.  (...)"        (Artículo inicialmente publicado en ctxt.esJosé Moisés Martín Carretero, Economistas frente a la crisis, 12/05/2015)

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