"(...) Grecia es una de las sociedades europeas en donde el Estado ha sido
captado e instrumentalizado con más intensidad por parte de una de la
mayores estructuras de poder caciquiles y clientelares hoy existentes en
Europa.
Era y es, en cierta manera, “una república bananera” en el sur
de Europa. En realidad, las familias que controlan el país –desde los
aparatos del Estado a todos (sí, repito, todos) los medios de
comunicación– son las que lo han gobernado siempre. Constituyen la
oligarquía que siempre ha controlado el Estado.
No por casualidad,
Grecia tiene en común con España y Portugal haber sido gobernada durante
muchísimos años por dictaduras militares conocidas por su brutalidad y
represión (como lo fue España). Y lo que también tienen en común con
España es una larga y heroica historia de luchas y resistencias
populares frente a tales estructuras caciquiles, estructuras que están
claramente entrelazadas con empresas multinacionales. (...)
Para dichos movimientos populares que
han luchado frente a estas estructuras (incluyendo los periodos
dictatoriales), Europa significaba (como también lo significaba para los
que luchábamos contra la dictadura fascista en España) libertad,
democracia y Estado del Bienestar. Y como en España, el euro se veía
como la clave que nos permitiría considerarnos ya como europeos.
Esta
idealización de Europa estaba y continúa estando ampliamente extendida
en la cultura de los movimientos democráticos en aquellos países
(Grecia, España y Portugal), así como entre la gran mayoría de la
población.
Las encuestas de apoyo al euro y a la Unión Europea eran, y
continúan siendo, elevadísimas en Grecia (y en España). Y ello es un
dato de una enorme importancia que, incluso hoy, y a pesar de las
políticas de austeridad, enormemente impopulares (impuestas por las
mismas instituciones que gobiernan el euro y mandan en Europa), la
mayoría de la población griega desee permanecer en la Eurozona y
mantener el euro como la moneda de Grecia.
Tan recientemente como en el
pasado mes de julio, las encuestas indicaban que el 74% de los griegos
(y el 66% de los partidarios de Syriza) están a favor de permanecer en
el euro (una situación casi idéntica, por cierto, a lo que ocurre en
España, donde la mayoría de la población desea estar en la Unión Europea
y tener el euro como su moneda).
Y ahí está la raíz del problema. La
población desea permanecer en la Eurozona, pero esta está en manos de
partidos conservadores, liberales y socioliberales que, representando
los intereses de las clases dominantes de estos países, incluyendo la
griega (y la española), están llevando a cabo lo que siempre desearon, a
saber, el debilitamiento del mercado de trabajo y la eliminación del
Estado del Bienestar. (...)
Se olvida en las críticas a Syriza que nunca recibió un mandato para salirse del euro
Frente a esta situación de amplio apoyo
al euro, era lógico y predecible (es sorprendente que tardara tanto) que
apareciera una fuerza política que recogiera esta queja y oposición a
las políticas de austeridad, pero (y es un importante pero) sin
cuestionar el euro. En realidad, la gran mayoría de la población y la
gran mayoría de votantes de Syriza, así como la gran mayoría de sus
dirigentes, no se plantearon nunca dejar el euro.
Y el rechazo
mayoritario en el referéndum al llamado rescate no se presentó, ni
tampoco fue, un rechazo al euro. En realidad, tanto la mayoría de la
población como el gobierno Syriza creían que estas políticas de
austeridad podrían cambiarse dentro del sistema de gobierno europeo
actual.
Y, por sorprendente que parezca, el que fue el mayor defensor de
este supuesto fue, precisamente, el Ministro de Finanzas del gobierno
griego y jefe de su equipo negociador, el Sr. Yanis Varoufakis. Este
economista, que fue el principal interlocutor de Syriza con la Troika y
con el Eurogrupo, nunca se planteó dejar el euro como alternativa. Todos
los argumentos que utilizó en sus negociaciones con la Troika y con el
Eurogrupo fueron para cambiar el sistema de gobierno del euro, pero no
para salirse del euro.
Y fue también uno de los principales proponentes
de aumentar la presión a la Troika y al Eurogrupo convocando el
referéndum. Indicó, en varias ocasiones, que él creía que aumentar la
presión popular en contra del rescate favorecería las posibilidades
negociadoras del equipo griego. (...)
Esta fe en el potencial de cambio de las
estructuras de gobierno de la Eurozona y de la Troika en las
condiciones actuales chocaba, sin embargo, con una realidad muy
diferente. A decir verdad, lo último que deseaban las autoridades
europeas era ceder a esta presión popular expresada por vías
democráticas, pues se crearía un precedente que amenazaría su propia
existencia.
En el contexto de este temor, lo que estaba ocurriendo en
España, con el crecimiento de fuerzas políticas antiausteridad, jugaba
un papel clave en su endurecimiento frente a tal presión popular. Fue
uno de los mayores errores del Sr. Yanis Varoufakis no darse cuenta de
ello. Ceder a la presión popular era percibido correctamente por parte
de las autoridades europeas como el principio del fin de su existencia.
¿Podría Syriza haberse salido del euro?
Frente a la resistencia de las
instituciones de gobierno de la Eurozona a las demandas del pueblo
griego, aprobadas por amplia mayoría en el referéndum de julio, se
generó la respuesta, por parte de sectores de Syriza, de salirse del
euro (aunque Varoufakis no apoyó esta alternativa).
La resistencia del
gobierno Syriza a seguir esta alternativa ha dado pie a la percepción de
que tal gobierno estaba traicionando a su electorado, pues continuar en
el euro significaba seguir a pies juntillas lo que exigían aquellas
instituciones. (...)
Las condiciones necesarias e inexistentes para que el Estado griego pudiera salirse del euro
En la Grecia actual, tres eran las
condiciones para que Grecia pudiera salirse del euro.
Una era que la
mayoría de la población deseara salirse del euro. Syriza es una fuerza
política democrática y no puede imponer una medida de tal envergadura
sin el apoyo mayoritario de la población a la cual sirve. Y como he
indicado, Syriza no tenía mandato para que Grecia saliera del euro. (...)
La segunda condición para salirse del euro es que el Estado griego
tuviera la capacidad y que la economía griega tuviera la habilidad de
responder rápidamente a las consecuencias de hacerlo.
Y no está nada
claro que el Estado o la economía estuvieran a la altura de las
circunstancias. La salida del euro exigiría una enorme devaluación de la
moneda griega, afectando muy negativamente a la economía griega, que
importa en estos momentos la mayoría de los bienes de consumo –incluidos
los agrícolas- que existen en su mercado. (...)
Y por si fuera poco, el Estado es un Estado resultado de unas políticas
clientelares, sumamente corrupto, insuficiente, y controlado por las
oligarquías que han dominado el país. El Estado sería incapaz de
responder al gran deterioro que ocurriría al separarse de la zona euro,
abandonando el euro y reintroduciendo su moneda: la dracma. (...)
La tercera condición para salirse del euro es el sistema de alianzas y
los apoyos que recibiría Grecia en las áreas económicas y financieras.
Un cambio de tal magnitud por parte de un país tan pequeño –once
millones de personas- requiere de una serie de apoyos. Así, un país de
su tamaño puede separarse de su entorno, pero solo si tiene un
benefactor. Cuba pudo independizarse del dominio del dólar y liberarse
de la influencia estadounidense porque tuvo el apoyo de la Unión
Soviética.
Pero, ¿quién apoyaría a Grecia hoy? De hecho, una de las
realidades que aparecieron con toda claridad en las negociaciones del
gobierno Syriza con las instituciones europeas fue la falta de apoyo a
Grecia, resultado de la integración total de los gobiernos
socialdemócratas en el marco neoliberal que rige y gobierna la Eurozona.
En realidad, tales negociaciones han tenido el gran valor de mostrar
claramente que la Europa actual está bajo el dominio de las fuerzas
neoliberales, dirigidas por el Estado alemán, y que incluyen a los
partidos socialdemócratas gobernantes. (...)
El mayor problema en las negociaciones de Syriza con las instituciones
europeas era el enorme desequilibrio de fuerzas, en el que el grupo
griego no tenía ningún poder, y las instituciones europeas lo tenían
todo. La desigualdad era enorme y el equipo griego no tenía muchas
posibilidades.
Intentar conseguir mayor poder movilizando el apoyo
popular fue necesario (y repito que hay que aplaudir la coherencia
democrática de Syriza de convocar elecciones inmediatamente después del
referéndum, pues tras conocerse la negativa de la Troika a aceptar el
resultado del referéndum, Syriza no podía continuar gobernando sin que
se le diera un nuevo mandato distinto al primero). (...)" (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 19 de octubre de 2015, en www.vnavarro.org, 19/10/2015)
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