28.10.15

Syriza no tenía mandato para que Grecia saliera del euro

"(...) Grecia es una de las sociedades europeas en donde el Estado ha sido captado e instrumentalizado con más intensidad por parte de una de la mayores estructuras de poder caciquiles y clientelares hoy existentes en Europa. 

Era y es, en cierta manera, “una república bananera” en el sur de Europa. En realidad, las familias que controlan el país –desde los aparatos del Estado a todos (sí, repito, todos) los medios de comunicación– son las que lo han gobernado siempre. Constituyen la oligarquía que siempre ha controlado el Estado.

 No por casualidad, Grecia tiene en común con España y Portugal haber sido gobernada durante muchísimos años por dictaduras militares conocidas por su brutalidad y represión (como lo fue España). Y lo que también tienen en común con España es una larga y heroica historia de luchas y resistencias populares frente a tales estructuras caciquiles, estructuras que están claramente entrelazadas con empresas multinacionales. (...)

Para dichos movimientos populares que han luchado frente a estas estructuras (incluyendo los periodos dictatoriales), Europa significaba (como también lo significaba para los que luchábamos contra la dictadura fascista en España) libertad, democracia y Estado del Bienestar. Y como en España, el euro se veía como la clave que nos permitiría considerarnos ya como europeos.

 Esta idealización de Europa estaba y continúa estando ampliamente extendida en la cultura de los movimientos democráticos en aquellos países (Grecia, España y Portugal), así como entre la gran mayoría de la población.

 Las encuestas de apoyo al euro y a la Unión Europea eran, y continúan siendo, elevadísimas en Grecia (y en España). Y ello es un dato de una enorme importancia que, incluso hoy, y a pesar de las políticas de austeridad, enormemente impopulares (impuestas por las mismas instituciones que gobiernan el euro y mandan en Europa), la mayoría de la población griega desee permanecer en la Eurozona y mantener el euro como la moneda de Grecia. 

Tan recientemente como en el pasado mes de julio, las encuestas indicaban que el 74% de los griegos (y el 66% de los partidarios de Syriza) están a favor de permanecer en el euro (una situación casi idéntica, por cierto, a lo que ocurre en España, donde la mayoría de la población desea estar en la Unión Europea y tener el euro como su moneda).

Y ahí está la raíz del problema. La población desea permanecer en la Eurozona, pero esta está en manos de partidos conservadores, liberales y socioliberales que, representando los intereses de las clases dominantes de estos países, incluyendo la griega (y la española), están llevando a cabo lo que siempre desearon, a saber, el debilitamiento del mercado de trabajo y la eliminación del Estado del Bienestar.  (...)

Se olvida en las críticas a Syriza que nunca recibió un mandato para salirse del euro

Frente a esta situación de amplio apoyo al euro, era lógico y predecible (es sorprendente que tardara tanto) que apareciera una fuerza política que recogiera esta queja y oposición a las políticas de austeridad, pero (y es un importante pero) sin cuestionar el euro. En realidad, la gran mayoría de la población y la gran mayoría de votantes de Syriza, así como la gran mayoría de sus dirigentes, no se plantearon nunca dejar el euro.

 Y el rechazo mayoritario en el referéndum al llamado rescate no se presentó, ni tampoco fue, un rechazo al euro. En realidad, tanto la mayoría de la población como el gobierno Syriza creían que estas políticas de austeridad podrían cambiarse dentro del sistema de gobierno europeo actual.

 Y, por sorprendente que parezca, el que fue el mayor defensor de este supuesto fue, precisamente, el Ministro de Finanzas del gobierno griego y jefe de su equipo negociador, el Sr. Yanis Varoufakis. Este economista, que fue el principal interlocutor de Syriza con la Troika y con el Eurogrupo, nunca se planteó dejar el euro como alternativa. Todos los argumentos que utilizó en sus negociaciones con la Troika y con el Eurogrupo fueron para cambiar el sistema de gobierno del euro, pero no para salirse del euro. 

Y fue también uno de los principales proponentes de aumentar la presión a la Troika y al Eurogrupo convocando el referéndum. Indicó, en varias ocasiones, que él creía que aumentar la presión popular en contra del rescate favorecería las posibilidades negociadoras del equipo griego.  (...)

Esta fe en el potencial de cambio de las estructuras de gobierno de la Eurozona y de la Troika en las condiciones actuales chocaba, sin embargo, con una realidad muy diferente. A decir verdad, lo último que deseaban las autoridades europeas era ceder a esta presión popular expresada por vías democráticas, pues se crearía un precedente que amenazaría su propia existencia. 

En el contexto de este temor, lo que estaba ocurriendo en España, con el crecimiento de fuerzas políticas antiausteridad, jugaba un papel clave en su endurecimiento frente a tal presión popular. Fue uno de los mayores errores del Sr. Yanis Varoufakis no darse cuenta de ello. Ceder a la presión popular era percibido correctamente por parte de las autoridades europeas como el principio del fin de su existencia.

¿Podría Syriza haberse salido del euro?

Frente a la resistencia de las instituciones de gobierno de la Eurozona a las demandas del pueblo griego, aprobadas por amplia mayoría en el referéndum de julio, se generó la respuesta, por parte de sectores de Syriza, de salirse del euro (aunque Varoufakis no apoyó esta alternativa).

 La resistencia del gobierno Syriza a seguir esta alternativa ha dado pie a la percepción de que tal gobierno estaba traicionando a su electorado, pues continuar en el euro significaba seguir a pies juntillas lo que exigían aquellas instituciones.  (...)

Las condiciones necesarias e inexistentes para que el Estado griego pudiera salirse del euro

En la Grecia actual, tres eran las condiciones para que Grecia pudiera salirse del euro. 

Una era que la mayoría de la población deseara salirse del euro. Syriza es una fuerza política democrática y no puede imponer una medida de tal envergadura sin el apoyo mayoritario de la población a la cual sirve. Y como he indicado, Syriza no tenía mandato para que Grecia saliera del euro. (...)

La segunda condición para salirse del euro es que el Estado griego tuviera la capacidad y que la economía griega tuviera la habilidad de responder rápidamente a las consecuencias de hacerlo.  

Y no está nada claro que el Estado o la economía estuvieran a la altura de las circunstancias. La salida del euro exigiría una enorme devaluación de la moneda griega, afectando muy negativamente a la economía griega, que importa en estos momentos la mayoría de los bienes de consumo –incluidos los agrícolas- que existen en su mercado. (...)

Y por si fuera poco, el Estado es un Estado resultado de unas políticas clientelares, sumamente corrupto, insuficiente, y controlado por las oligarquías que han dominado el país. El Estado sería incapaz de responder al gran deterioro que ocurriría al separarse de la zona euro, abandonando el euro y reintroduciendo su moneda: la dracma. (...)

La tercera condición para salirse del euro es el sistema de alianzas y los apoyos que recibiría Grecia en las áreas económicas y financieras. 

Un cambio de tal magnitud por parte de un país tan pequeño –once millones de personas- requiere de una serie de apoyos. Así, un país de su tamaño puede separarse de su entorno, pero solo si tiene un benefactor. Cuba pudo independizarse del dominio del dólar y liberarse de la influencia estadounidense porque tuvo el apoyo de la Unión Soviética. 

Pero, ¿quién apoyaría a Grecia hoy? De hecho, una de las realidades que aparecieron con toda claridad en las negociaciones del gobierno Syriza con las instituciones europeas fue la falta de apoyo a Grecia, resultado de la integración total de los gobiernos socialdemócratas en el marco neoliberal que rige y gobierna la Eurozona. 

En realidad, tales negociaciones han tenido el gran valor de mostrar claramente que la Europa actual está bajo el dominio de las fuerzas neoliberales, dirigidas por el Estado alemán, y que incluyen a los partidos socialdemócratas gobernantes.  (...)

El mayor problema en las negociaciones de Syriza con las instituciones europeas era el enorme desequilibrio de fuerzas, en el que el grupo griego no tenía ningún poder, y las instituciones europeas lo tenían todo. La desigualdad era enorme y el equipo griego no tenía muchas posibilidades. 

Intentar conseguir mayor poder movilizando el apoyo popular fue necesario (y repito que hay que aplaudir la coherencia democrática de Syriza de convocar elecciones inmediatamente después del referéndum, pues tras conocerse la negativa de la Troika a aceptar el resultado del referéndum, Syriza no podía continuar gobernando sin que se le diera un nuevo mandato distinto al primero). (...)"            (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 19 de octubre de 2015, en www.vnavarro.org, 19/10/2015)

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