"Crece el temor a una recesión mundial, que ahora se llama “estagnación
secular”. La elite globalizada reunida en Davos y los recientes informes
del FMI y del Banco Mundial coinciden en ese temor, revisando a la baja
sus previsiones de crecimiento global.
Empujados por las bolsas chinas, los mercados están cayendo en casi
todo el mundo. El dólar sube, el petróleo y las demás materias primas
industriales bajan, y las perspectivas de los países emergentes
empeoran.(...)
El propio concepto de BRICS, inventado hace 15 años, parece ya superado por la nueva realidad de la economía mundial.
El comercio internacional, que se redujo en el en el primer semestre
del 2015 por primera vez desde el inicio de la crisis, refleja esas
debilidades.
EEUU puede haber llegado ya a su pico de crecimiento, y en
la zona euro parece consolidarse entorno al 1,7 %, gracias al euro débil
frente al dólar y la reducción de la factura energética. Pero ese
crecimiento es insuficiente para absorber los grandes niveles de paro
que la crisis ha dejado como herencia en la periferia de Europa.
Todo parece indicar que el crecimiento mundial entra en un escenario
estructuralmente mas débil que antes de la crisis. Las políticas
monetarias ultra expansivas han generado un exceso de liquidez y
acelerado los riesgos asociados a los rápidos movimientos de capital.
Las desigualdades y las tendencias deflacionistas han disminuido la
demanda.
A pesar de todas las innovaciones tecnológicas, no aparecen
grandes incrementos de productividad. Globalmente, hay un exceso de
capacidad de producción.
Haría falta una política económica más
coordinadamente expansiva para evitar que las tensiones sociales no
agraven ese escenario económico. Pero el mundo carece de instituciones
de gobierno global que lo hagan posible." (Josep Borrell, expresidente del Parlamento Europeo, El Periódico, en Revista de prensa, 01/02/16)
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