"(...) Para salir de la crisis, las medidas destinadas a incentivar la
demanda interna no son suficientes.
Hay que volver no tanto a Keynes
como a los fundamentos que determinan las ganancias de productividad
global de los factores, al impulso de una estructura de
especializaciones productivas que suponga un alza en la gama de los
bienes y servicios que se ofrecen y a un modelo de crecimiento que no
descanse en exclusiva en un tirón de las exportaciones que, al basarse
en la reducción de los costes salariales y los precios de exportación,
reclama la perpetuación de empleos precarios, bajos salarios e
indeseables especializaciones productivas que sean compatibles con esos
empleos y salarios.
Para salir de la crisis hay que poner el centro de atención de la
política económica en el impulso de la innovación, la mejora del sistema
educativo, la cualificación de la fuerza de trabajo, el alza de gama de
la oferta y el cambio de especializaciones productivas a favor de
bienes y servicios de mayor valor añadido que incorporen más
conocimiento y contenidos tecnológicos.
Y en esa labor, efectivamente,
la acción pública y una política económica alternativa a la sufrida
desde mayo de 2010 son tan imprescindibles como el debilitamiento de la
estrategia de austeridad impuesta por las instituciones europeas y de la
hegemonía conservadora en la que se sustenta.
Del mismo modo, sin superar las debilidades e incoherencias
institucionales de la eurozona y la falta de coordinación de las
políticas económicas de los Estados miembros, las medidas incentivadoras
de la demanda doméstica están condenadas al fracaso. Más aún si son
realizadas en solitario por uno o varios Estados miembros.
La ausencia
de federalismo y la falta de coordinación entre las políticas económicas
de los Estados miembros de la eurozona obliga a que los países
periféricos tengan que hacer desaparecer sus déficits por cuenta
corriente reforzando la presión sobre la demanda doméstica.
Tanto en lo
que se refiere al gasto de los hogares como a la inversión pública y
privada, ya que su retroceso ocasionan inevitablemente un debilitamiento
de la acumulación de capital y la inversión en nuevas tecnologías, un
escaso esfuerzo innovador, despreocupación por la mejora de la
cualificación de la fuerza de trabajo y, como consecuencia, una baja
productividad global de los factores.
¿Qué se puede hacer en tales condiciones? No hay más eficaz estímulo
de la demanda doméstica que, por un lado, las políticas de apoyo a la
inversión orientadas a modernizar del capital productivo y mejorar las
competencias de la población activa y, por otro, las medidas de rescate
ciudadano que tienen como prioridad atender las necesidades de los
sectores sociales más golpeados por la crisis y las políticas de
austeridad. No vale cualquier estímulo de la demanda.
En todo caso, la justificación del rescate ciudadano no descansa
esencialmente en ninguna teoría económica. El rescate de la gente se
justifica como un imperativo ético, desde los valores de solidaridad y
apoyo mutuo que defienden las izquierdas.
La mayoría social ya no está
dispuesta a que la recuperación económica suponga dejar sin trabajo,
casa, bienes públicos o derechos laborales y sociales a la gente para
que las grandes empresas puedan disminuir costes, aumentar márgenes o
mejorar sus ventas en el exterior.
Y a esa voluntad ciudadana y al
proyecto de país que implica el cambio que defiende la mayoría social
responden las medidas de rescate de la gente. (...)" (Gabriel Flores - nuevatribuna
, en Attac España, 02/02/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario