11.3.16

La desigual distribución de la riqueza y su concentración en muy pocas manos es el problema más grave de nuestro tiempo. Estamos destinados a ser gobernados por los hijos de los multimillonarios de hoy

"Los estudios son cada día más claros, las cifras no engañan. La realidad, dura, durísima. La manipulación, extrema -vean los adalides de la estabilidad y su inmenso cinismo-. Pero el último informe de la ONG Intermon Oxfam no deja lugar a dudas. 

La desigual distribución de la riqueza y su concentración en muy pocas manos es quizás el problema más grave de nuestro tiempo. Y ahora encima inmersos en los prolegómenos de la Segunda Fase de la Gran Recesión, el final del “Súper-Ciclo de Deuda”: el colapso de los mercados, la gran recesión de balances occidental, la deflación por deuda, la inestabilidad “a lo Hyman Misky” de China… Y si nadie lo remedia, más pobreza. Y las élites mirando a otro lado, silbando.

 Según Intermon Oxfam, las 62 personas más ricas del mundo poseen la misma cantidad de riqueza que la mitad de la población mundial. Hace cinco años el dudoso honor de tener más riqueza que la mitad de la población mundial correspondía a un grupo de 388 personas.

 La riqueza de “los 62” ha aumentado un 44 por ciento, o alrededor de medio billón de dólares, durante ese período de tiempo, en plena crisis sistémica. Durante el mismo período, la riqueza de la mitad inferior se ha reducido un 41 por ciento, o más de un billón de dólares. 

Lo que nos están mostrando estos datos es que la brecha de la desigualdad está creciendo a un ritmo mucho más rápido de lo que se pensaba, estamos encerrando a miles de millones de personas en un ciclo de pobreza totalmente inadmisible. Y las élites mirando a otro lado, silbando.

 Y, por favor, no me vengan con monsergas. El trabajo, esfuerzo, intuición, brillantez de una persona no da para semejante acumulación de riqueza. Las causas son otras. Todas y cada una de las personas del “grupo de los 62” se han visto beneficiadas descaradamente por un sistema comercial, impositivo y regulatorio a favor de los más ricos, a expensas de los asalariados.  (...)

Déjenme que sea sincero. Si no actuamos y desactivamos las terribles consecuencias que la desigual distribución de la riqueza tiene para nuestra democracia, estamos destinados a convertirnos en una sociedad gobernada por los hijos e hijas de los multimillonarios de hoy. Si no actuamos, todo acabará como el rosario de la aurora, en una escenografía similar a la trilogía de Los juegos del hambre de Suzzane Collins, con todas sus consecuencias. Pero…, las élites mirando a otro lado, silbando.

 Lo más lamentable, sin embargo, es que esta situación se va consolidando y extendiendo a través de generaciones. La mayoría de los países occidentales se están convirtiendo en regímenes aristocráticos dominados por gente que ha heredado y hereda una gran fortuna y poder.  (...)"                      (Juan Laborda, Vox Populi, 20/01/16)

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