"Los estudios son cada día más claros, las cifras no engañan. La
realidad, dura, durísima. La manipulación, extrema -vean los adalides de
la estabilidad y su inmenso cinismo-. Pero el último informe de la ONG Intermon Oxfam no
deja lugar a dudas.
La desigual distribución de la riqueza y su
concentración en muy pocas manos es quizás el problema más grave de
nuestro tiempo. Y ahora encima inmersos en los prolegómenos de la Segunda Fase de la Gran Recesión, el final del “Súper-Ciclo de Deuda”:
el colapso de los mercados, la gran recesión de balances occidental, la
deflación por deuda, la inestabilidad “a lo Hyman Misky” de China… Y si
nadie lo remedia, más pobreza. Y las élites mirando a otro lado,
silbando.
Según Intermon Oxfam, las 62 personas más ricas del mundo poseen la
misma cantidad de riqueza que la mitad de la población mundial. Hace
cinco años el dudoso honor de tener más riqueza que la mitad de la
población mundial correspondía a un grupo de 388 personas.
La riqueza de “los 62” ha aumentado un 44 por ciento, o alrededor de
medio billón de dólares, durante ese período de tiempo, en plena crisis
sistémica. Durante el mismo período, la riqueza de la mitad inferior se
ha reducido un 41 por ciento, o más de un billón de dólares.
Lo que nos
están mostrando estos datos es que la brecha de la desigualdad está creciendo a un ritmo mucho más rápido de lo que se pensaba,
estamos encerrando a miles de millones de personas en un ciclo de
pobreza totalmente inadmisible. Y las élites mirando a otro lado,
silbando.
Y, por favor, no me vengan con monsergas. El trabajo, esfuerzo,
intuición, brillantez de una persona no da para semejante acumulación de
riqueza. Las causas son otras. Todas y cada una de las personas del
“grupo de los 62” se han visto beneficiadas descaradamente por un sistema comercial, impositivo y regulatorio a favor de los más ricos, a expensas de los asalariados. (...)
Déjenme que sea sincero. Si no actuamos y desactivamos las terribles
consecuencias que la desigual distribución de la riqueza tiene para
nuestra democracia, estamos destinados a convertirnos en una sociedad gobernada por los hijos e hijas de los multimillonarios de hoy. Si no actuamos, todo acabará como el rosario de la aurora, en una escenografía similar a la trilogía de Los juegos del hambre de Suzzane Collins, con todas sus consecuencias. Pero…, las élites mirando a otro lado, silbando.
Lo más lamentable, sin embargo, es que esta situación se va
consolidando y extendiendo a través de generaciones. La mayoría de los
países occidentales se están convirtiendo en regímenes aristocráticos
dominados por gente que ha heredado y hereda una gran fortuna y poder. (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 20/01/16)
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