"(...) Pase lo que pase, la UE está herida de muerte, y el
virus del Brexit se va a extender por otros países que ven que, una vez
agotados los fondos de cohesión o estructurales, que durmió a la opinión
pública de los países más pobres, su razón de pertenecer a este club,
solo les reporta sacrificios y dolor.
La ausencia de un verdadero
espíritu solidario, plasmado en la inexistencia de una política fiscal o
presupuestaria común, redunda en un desprecio creciente de las
sociedades más ricas hacia las más pobres, como se puede apreciar
pulsando el sentimiento de la política en Austria, Alemania, Holanda, e
incluso en Francia.
Lo que el Reino Unido ha podido percibir es que su no pertenencia al
euro les ha salvado de la irracionalidad de la consolidación fiscal a
martillazos, como ha practicado Bruselas con Grecia, Portugal o España, y
que ha acrecentado los efectos de la recesión, al no entender el
concepto de recesión de balances que tan bien explica Richard Koo.
Ello
ha posibilitado que Reino Unido pueda disponer de tres instrumentos
cruciales: tipo de cambio, política fiscal discrecional y política
monetaria, sin perder los beneficios de una zona de libre comercio de
mercancías, aunque no de personas. Todo ello, les ha permitido sortear mejor la crisis,
impulsar su actividad sin el reproche alemán y holandés, y entender que
el gasto público no se pude desplomar al mismo tiempo que los agentes
privados están en fase de desapalancamiento financiero.
A pesar del
carácter conservador del gobierno actual, fueron inteligente y cambiaron
el paso, lo que, junto a EEUU, les ha permitido salir antes,
formalmente, del estancamiento. (...)
Lo que ha quedado claro en esta crisis es que la UE, y también el euro,
hace agua por todas partes. No hay política fiscal común, ni
presupuestaria, ni cohesión social, y sí sobra el egoísmo nacional,
impulsado por unas sociedades envejecidas, empobrecidas y faltas de
liderazgo político.
El resultado tangible es que los principales
países europeos están siendo sometidos a un test de estrés democrático
sin precedentes ante el avance del fascismo, que se ha cobrado
una víctima política en el Reino Unido, y que no hay nadie capaz de
poner orden.
La indiferencia social y política en la UE ante el drama de
los refugiados es el claro ejemplo de dejadez e incapacidad para
solventar los problemas reales que tiene la UE ante sí. (...)
En suma, los ciudadanos británicos tienen hasta el miércoles para
escuchar soflamas en ambas direcciones, pero descontando el lenguaje en
épocas electorales y las mentiras que se suelen decir, la realidad es la
UE es ya un estado fallido. Es un proyecto agotado, sin alma, sin
cerebro y sin futuro, dadas las condiciones de partida y el gobierno que
nos hemos dotado.
Ya hay suficientes experiencias, tras 19 años de la
existencia del euro, para saber que hemos fracasado en la construcción de un verdadero Estado europeo.
Tras el espejismo de los fondos de cohesión que logró el pedigüeño de
González, hoy solo nos resta el drama de refugiados y la pobreza
creciente, fruto de la desigualdad de origen, y que las políticas de
consolidación fiscal no han hecho más que cronificar.
Con estos mimbres,
la respuesta de los británicos debería ser clara: hay que salir de esta
UE porque dentro no hay esperanza de regeneración y cambio para los
graves problemas que asolan Europa." (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 19/06/16)
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