"No hay nada más peligroso que un español manejando un
muerto. Con el cadáver aún caliente, el ritual nacional comienza y las
opiniones y acusaciones se ponen a desfilar sin que acordonemos la zona,
ni establezcamos un perímetro de seguridad por si la cosa explota. Y la
cosa siempre explota.
La mataron los tuiters, la mató la prensa y la mató la dureza de la
oposición. Y para colmo la remató un minuto de silencio en el que no
hubo lleno. El juez que la imputó es de los pocos que se ha escapado hoy
sin la acusación de asesinato.
Aquella señora que ya nada tenía que ver
con ellos se convierte por decreto ley en alguien con quien todo ser
decente debería tener que ver inmediatamente y de una forma impuesta. En
caso contrario, ya lo dijo Acebes, un miserable.
A estas alturas, con
todo salpicado, poco importa ya si las lecciones de humanidad las hacen
girar en torno a quien se burló de las víctimas de un accidente o si la
humanidad es exigida a gritos por quien menosprecia a los muertos de las
cunetas o a los del estrecho de Gibraltar. El show sigue porque nadie
se para a mirar atrás. (...)" (Gerardo Tecé, CTXT, 23/11/16)
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