29.11.16

Después de aguantar cincuenta años Fidel fue el primero en darse cuenta de que lo único que habían hecho en cincuenta años era eso: aguantar. No es poco; y es mucho a 120 millas de Florida y en medio del naufragio del continente

 "(...) Para cualquier americano negro que sepa algo sobre la historia del hemisferio occidental, tanto Cuba como Haití tienen especial significancia. 

Haití, por supuesto, la que expulsó exitosamente a los franceses en 1803 formando la segunda república de las Américas, una república negra. Cuba, por su parte, en 1959 expulsó a los Estados Unidos, a la mafia y a una clase dominante corrupta que había impuesto una opresión racista a la mayoría de los cubanos. 

En los casos de Haití y Cuba, su audacia en las narices de un imperialismo racista incendió la rabia de sus oponentes. ¿Cómo van a osar los cubanos enfrentarse a Estados Unidos? ¿Cómo puede un país de mestizos y negros empeñarse en dirigir su destino? 

Por tanto, Fidel Castro inmediatamente tuvo una especial significancia para innumerables negros estadounidenses. Cuando yo era un jovencito recuerdo a mi padre diciéndome que su cuñado, un profesor de la Universidad Johnson C. Smith, se había sentado a mirar las imágenes en televisión de los exiliados cubanos que llegaban a Estados Unidos luego de las revolución del 59. 

Su comentario a mi padre fue que todos eran cubanos blancos que se bajaban de aviones o botes. No había cubanos ni negros ni morenos. Esto hacía visible la naturaleza de la revolución cubana y de su líder Fidel Castro.(...)

Para muchos de nosotros en la comunidad negra de Estados Unidos, Castro representó la audacia que hemos buscado y deseado frente a la arrogancia racial e imperial. Si bien, es desafortunado que algunos de nosotros se hayan reservado preocupaciones y críticas por el respeto a Castro y a la Revolución Cubana, es comprensible. 

Después de todo, este fue el país que desplegó tropas en Angola y ayudó a aplastar a las tropas del apartheid sudafricano y sus aliados angoleños. Este fue el país que envió doctores a innumerables emergencias, a países que jamás podrían pagar por esa asistencia. 

Este es el país que estudió y que comprendió los huracanes a diferencia de los otros países de esta región de huracanes, tanto que ofreció asistencia a Estados Unidos luego del desastre de Katrina en 2005, una ayuda que la administración Bush rechazaría. "            (Bill Fletcher


"(...) Fidel encabezó una revolución “clásica” del siglo XX y, en las condiciones más adversas, mientras América Latina sucumbía al imperialismo estadounidense y a sus dictaduras ancilares, logró superar invasiones y bloqueos para dejar ahora, 58 años después, una Cuba descascarillada, pero viva, que duda entre el abandono y la revisión de su legado. 

Por el camino han quedado algunas contradicciones económicas y políticas mal resueltas en medio de una historia de dificultades, alivios y tropiezos: el cepo soviético y la crisis de los misiles, el “quinquenio gris” y su represión cultural (1971-1975) , el hundimiento económico del “período especial” (1991-1994), las crisis migratorias, el providencial gobierno de Chávez en Venezuela, la doble moneda, los “lineamientos económicos” que reintrodujeron en 2010 las relaciones de mercado, el retorno de miles de cubanos que habían abandonado el país, las reformas de consecuencias imprevisibles conducidas por la misma clase dirigente que hizo la revolución y a espaldas de esas nuevas generaciones que reclaman protagonismo, el restablecimiento -en fin- de relaciones diplomáticas con EEUU, hito inseparable de muchas promesas y muchas amenazas. 

La gran victoria de Fidel ha sido la supervivencia de Cuba a 58 años de acoso imperialista, una victoria rubricada en la última Asamblea General de las Naciones Unidas, donde por primera vez no hubo un solo voto -ni siquiera el de Washington- a favor del bloqueo. 

Fidel, que sobrevivió a 11 presidentes estadounidenses, ha visto cómo se debilitaba, al mismo tiempo que su salud, la hegemonía mundial del gigante imperialista que ha marcado la vida, en la isla y en Miami, de varias generaciones de cubanos.

El siglo XX acabó ayer y Fidel -junto con Lenin y Churchill– constituye sin duda su figura más señera e influyente. Nunca un país tan pequeño habrá dejado tanta huella en el mundo a través de un solo hombre. Nunca un anciano superviviente en mil refriegas habrá dejado a sus espaldas tanta admiración y tanta nostalgia, como si fuera -en la estela del Che o de Camilo Cienfuegos– un joven héroe precozmente muerto en la batalla. 

El siglo XX de la descolonización, de la dignidad recuperada del llamado Tercer Mundo, de las luchas anti-imperialistas, no puede entenderse sin él. Fidel es para América Latina lo que Mandela para África, lo que Ho Chi Min para Asia, lo que Nasser para el mundo árabe y, si los sobrevivió a todos ellos, su sombra se alarga también más lejos. 

Si miramos hacia atrás desde la exacta y tramposa perspectiva de la hamaca sin tiempo, podemos señalar los errores y las limitaciones, pero nadie con un mínimo de decoro -ese sustantivo tan martiano- podrá negar, repasando algunas acciones decisivas, que esas acciones estuvieron “bien” (como pensó Dios del mundo recién creado) o que, de haber estado vivos y con conciencia en esa época, también nosotros las hubiéramos celebrado, acompañado o apoyado: había que estar en el Moncada, había que estar en Sierra Maestra, había que estar en Playa Girón; y había que estar, luego, en la lucha contra el apartheid en África y en las misiones médicas del Sáhara, de Venezuela o de Pakistán; y había que estar siempre en la resistencia contra el bloqueo y sus crímenes cotidianos; y en la defensa cotidiana de la sanidad y la educación.(...)

La victoria de Fidel, ya imborrable, es la inversión de las proporciones: la hazaña de llegar a ser el más grande representando a los más pequeños, el más duradero representando a los más frágiles. Fidel, sin embargo, también fracasó. 

Su fracaso tiene que ver con la construcción fallida de un “hombre nuevo” que necesitaría dormir y comer tan poco como él, que correría tan deprisa como él y que soportaría, como él, todos los sacrificios. Buena parte del pueblo cubano lo adoraba y lo admiraba -lo adora y lo admira- pero no se parece a él. 

Bajo su mando Cuba construyó, eso sí, una vanguardia admirable de atletas morales -militantes e intelectuales- que, como me decía en una ocasión el gran periodista Enrique Ubieta, habían asumido la tarea “agobiante” de conciliar un “ideal” con la defensa de un Estado “real” siempre en peligro. Esa tensión es admirable, pero imposible en el tiempo, y más en condiciones de subdesarrollo económico y agresión exterior; y de la mano de una burocracia entrometida y “vieja” (en edad y en concepción). 

Fidel fracasó, como no podía ser de otro modo, a la hora de resolver esa paradoja eterna que el helenista marxista Luciano Canfora señalaba en uno de sus libros: “el impulso revolucionario no se transmite, ni por vía genética ni por vía pedagógica. Simplemente se pierde. Ya que la experiencia a lo sumo se puede explicar, pero no transmitir: es individual e irrepetible. 

Cuando obstinadamente se intenta prolongar por vía pedagógica su vitalidad de generación en generación, muy pronto esa pedagogía es percibida como retórica y, por tanto, rechazada”.  (...)

Después de aguantar cincuenta años Fidel fue el primero en darse cuenta de que lo único que habían hecho en cincuenta años era eso: aguantar. No es poco; y es mucho -y hasta una proeza política y moral- a 120 millas de Florida y en medio del naufragio del continente.  (...)"          (Santiago Alba Rico, Cuarto Poder, en Rebelión, 28/11/16)


"(...) El abrazo a Fidel de Mandela, recién liberado de sus 27 años de prisión, simboliza el papel internacional de esta pequeña isla que desde el 59 ha estado presente, material o simbólicamente, en todas las luchas anticoloniales del Tercer Mundo.

No sólo esto: con su ayuda humanitaria y personal sanitario, Cuba ha ejercido su solidaridad en cientos de desastres naturales. Incluso en España, el método de alfabetización cubano “Yo sí puedo” ha combatido el analfabetismo en barrios de Sevilla. Esto, desde una pequeña isla del Caribe sin apenas recursos, no es poco.

Contra todas las dificultades posibles y con el enemigo más poderoso del mundo a 90 millas, encabezó un proyecto colectivo que fue bandera para varias generaciones. Sobrevivió al terrorismo, a la guerra biológica, a numerosos magnicidios y a la caída de la URSS sin perder la atención sanitaria, la educación gratuita a todos los niveles, los derechos de la infancia y la atención a los mayores.

Ha sido probablemente el dirigente contra el que se ha abierto más fuego mediático. Cuando la Revista Forbes le atribuyó una fortuna personal de 900 millones de dólares, Fidel ofreció renunciar a sus cargos si la publicación demostraba personalmente de algún depósito en el extranjero. Forbes reconoció que carecía de pruebas, aunque no quiso desmentirse nunca.  (...)"              (José Sarrión Andaluz. Doctor en Filosofía, responsable federal de formación de Izquierda Unida, Público, 26/11/16)

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