13.4.24

Las cancelaciones de deudas también se producían durante el Jubileo para los cristianos y la Torá para los judíos... el sufrimiento y la parálisis que el sistema de la deuda provoca en nuestra vida cotidiana es que hay baches en las calles, pero no se pueden arreglar porque no hay dinero, la gente no recibe atención médica porque no tiene recursos financieros... la deuda pública italiana, según el análisis de Bersani, no se pagará nunca, por dos razones. La primera se refiere al hecho de que la cifra ha alcanzado una suma exorbitante, que nunca podrá ser reembolsada; la segunda explicita una transformación del crédito en usura... Desde 1992, el superávit primario es positivo, Sin embargo, la deuda sigue creciendo, debido a los intereses que se están pagando, gastos por intereses que en 2022 ascienden a 83.000 millones de euros, cifra que aumentó en 14.000 millones de euros en 2023, debido al aumento de los tipos de interés por parte del BCE. Se calcula que en 2024 los intereses de la deuda superarán los 100.000 millones, cifra cercana al gasto público en sanidad (Eugenio Donnici)

 "La cuestión de la deuda pública y privada, aunque se haya convertido en tabú, pesa como un peñasco en las decisiones de política económica. Las deudas y los créditos son pilares sobre los que descansa el modo de producción capitalista, pero estas relaciones sociales, aunque de forma rudimentaria, influyeron en la vida asociada de los individuos pertenecientes a las ciudades-estado, reinos e imperios del mundo antiguo, cuando sus gobernantes empezaron a acuñar monedas o, mejor dicho, cuando el comercio, mediado por el dinero, sustituyó en cierta medida al trueque.

En las relaciones entre deudores y acreedores, debe quedar claro que para que una deuda sea reembolsada, en primer lugar no debe ser astronómica, pues de lo contrario se vuelve a caer en el círculo vicioso de la usura, al que volveré en el curso del discurso.

 En el mundo antiguo, según fuentes históricas, se produjeron cuatro cancelaciones de deuda durante el reinado de Hammurabi, rey de Babilonia (1792-1750 a.C.), precisamente porque se partía de la base de que los súbditos no podían pagar esas sumas. Las cancelaciones de deudas también se producían durante el Jubileo para los cristianos y la Torá para los judíos. El significado de una oración como el Credo, con la que los creyentes se dirigen a Dios, encierra el concepto de "perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Evidentemente, antes de que se impusiera el modo de producción capitalista, la cancelación de las deudas era más fácil, ya que la suma prestada no generaba intereses, o al menos no se aplicaba la ley del interés compuesto. Con el desarrollo de las relaciones de producción capitalistas, primero en Inglaterra, como nos recuerda Marx, la deuda pública se convirtió en una de las palancas más enérgicas de la acumulación originaria.

 La emisión de bonos públicos para financiar la infraestructura necesaria para la expansión del capital industrial permite a sus compradores transformar el crédito público en el credo del capital. En el primer libro de El Capital, Marx escribe: "Como por un golpe de varita mágica, (el credo del capital) dota al dinero improductivo de la capacidad de procrear, y lo convierte así en capital sin que tenga que exponerse a los trabajos y riesgos de la inversión industrial e incluso usuraria. (1)

Se forma una especie de "aristocracia financiera", una fracción de la burguesía que suscribe bonos del Estado fácilmente convertibles en dinero y que producen un rendimiento asegurado.

Los que compran bonos del Estado, la llamada clase de los rentistas, ven llover sobre ellos el "maná caído del cielo", pues mientras ellos siguen ociosos, ven cómo su dinero engendra dinero adicional. Ellos, como explica Marx, por un lado erosionan la plusvalía de los capitalistas industriales, y por otro, como acreedores, se llevan un porcentaje de los ingresos fiscales anuales.

 Sí. Los intereses no son neutrales: el devengo de intereses (ingresos) por dinero prestado presupone el devengo de intereses (costes). Los deudores están obligados a devolver más de lo que reciben de sus acreedores. En el caso de la deuda pública, lo que ocurre es que si los ingresos (impuestos) son insuficientes para pagar los intereses y el principal recibidos por los préstamos, entonces se emiten nuevos bonos para hacer frente a las deudas antiguas. Esta "cadena" que une a acreedores y deudores recuerda, en cierto modo, al esquema Ponzi, en el sentido de que para garantizar privilegios financieros a los antiguos inversores es necesario ampliar la base de nuevos bonistas.

Marco Bersani, en 2017, publicó Give us our daily debt today, que es una pedagogía de la financiarización de la economía y, en general, de la nueva estructura que ha asumido el modelo capitalista en los últimos 40 años. Asumiendo que economía real y finanzas están estrechamente entrelazadas, ya desde las formas más crudas de las relaciones mercantiles, aquí trataría de describir las fuertes distorsiones que las burbujas financieras provocan sobre las relaciones sociales en las que estamos inmersos a nivel planetario.

 Bersani, en su obra, señala que la deuda pública mundial es de 44 billones de dólares, si luego añadimos la deuda privada, es decir, la de los ciudadanos, las familias y las empresas, que es de 152 billones, llegamos a un total de casi 200 billones, una cifra estratosférica, que corresponde a tres veces el PIB mundial producido en un año. (2)

La distorsión financiera puede representarse como un gigantesco casino: si el comercio mundial de bienes y servicios entre Estados asciende a 20 billones de dólares en un año, en los mercados financieros esta cifra se mueve en 5 días. Durante 360 días al año, en los mercados financieros se realizan transacciones que no tienen ninguna relación con nada que exista en la realidad.

De cada 100 transacciones en el comercio de grano, dice Bersani, una la hace alguien que produce grano, las otras 99 las hacen personas que no saben nada de la producción de grano, pero determinan el precio del grano.

A las transacciones que tienen lugar en los llamados "mercados regulados", las bolsas como Piazza Affari, la City londinense, etc., prosigue el autor del libro, hay que añadir las de las finanzas en la sombra (los intercambios entre particulares que no se registran) cuya estimación, basada en conjeturas contables, ronda las 12 veces el PIB.

 Las orgías financieras cosmopolitas, celebradas por los rentistas, tras el 18 Brumario de Luis Bonaparte en Francia, sobre las que escribe Marx, se han convertido en orgías intergalácticas en nuestros tiempos.

La mezcla de finanzas y economía real es difícil de desenredar, su grado de rigidez es muy alto, muchas grandes empresas obtienen más beneficios de la negociación de valores en los mercados financiados que de la venta de bienes y servicios. Por estas razones, las relaciones entre acreedores y deudores deben investigarse como lo que son, a saber, relaciones de poder entre quienes poseen dinero y quienes lo necesitan para satisfacer una necesidad, como pedir una hipoteca para comprar una casa.

La deuda y la mistificación de la realidad

No son sólo los Estados, sino también los trabajadores y trabajadoras, las familias y las empresas, los que caen en esta trampa de la deuda desde los años ochenta: la tendencia del endeudamiento total, resultante de la suma de la deuda pública y privada, no ha dejado de aumentar.

En esta coyuntura, Bersani se pregunta: "¿Cómo hemos llegado a este camino?".

 También él, como muchos otros autores, sostiene que el quid de la cuestión se encuentra en la crisis iniciada a principios de los años setenta, aunque pasa por alto las relaciones entre sobreproducción y desempleo, las dificultades del Estado para crear trabajo adicional, las oportunidades de sobrepasar los límites del desarrollo mediado por el Estado del bienestar, etc. La fábula liberalista, a la que alude Bersani, de que el mercado habría garantizado el más alto nivel de vida para toda la población si se le hubiera dejado flotar libremente, es decir, si se le hubiera permitido funcionar sin trabas, sin control estatal, ha cuajado, entre otras cosas porque, en la contradicción entre capital y trabajo, el movimiento obrero no ha conseguido aflojar las "cadenas" del trabajo asalariado.

 Por lo demás, la tesis de Bersani es acertada: la opresiva restricción de la deuda paraliza a toda la sociedad. La derrota del movimiento tiene como consecuencia la restricción de los salarios, de modo que si los salarios no permiten llevar una vida digna, los que viven de su trabajo se ven obligados a endeudarse; asimismo, el endeudamiento del Estado con los particulares implica un aumento de los costes debido a la subida de los tipos de interés y a la reducción del gasto público, es decir, de todos aquellos servicios gratuitos o de precio limitado (transportes, educación, sanidad, bienestar, etc.) que constituyen formas de salario social, para las clases menos pudientes.

Bersani prefiere seguir la pista de la financiarización de las relaciones sociales y no se detiene en la crisis del Estado del bienestar, entendido como modo de producción, que ha impuesto el pleno empleo, la reducción de los beneficios empresariales o más bien su transferencia a los salarios.

 Esto supondría abrir una compleja digresión, mientras que mi intención aquí es comunicar, compartir el sufrimiento y la parálisis que el sistema de la deuda provoca en nuestra vida cotidiana: hay baches en las calles, pero no se pueden arreglar porque no hay dinero, la gente no recibe atención médica porque no tiene recursos financieros, la decadencia invade muchos espacios públicos, pero los administradores de las autoridades locales no tienen fondos para intervenir, etcétera.

Ahora bien, si la ideología de la deuda permite a los "cravats" tensar la cuerda alrededor del cuello del individuo, de la empresa individual, estamos ante una pérfida crueldad, pero si los rentistas consiguen luego enrollar esa cuerda alrededor del cuello de la inmensa mayoría de la comunidad, persuadiéndola de que es toda la nación la que está endeudada, cuando los parásitos de las finanzas se benefician enormemente, entonces estamos ante una mistificación de la realidad.

Legalización de la usura

La deuda pública italiana, que no debe asociarse a la deuda de la nación, sino que, como escribe Roberto Ciccone en su libro electrónico Más allá de la austeridad, consiste en una deuda de una parte de la colectividad hacia la parte restante de la misma colectividad, el endeudamiento hacia sujetos extranjeros es sólo una complicación, pero no introduce cambios sustanciales en lo que se acaba de decir(3); la deuda pública italiana, según el análisis de Bersani, no se pagará nunca, por dos razones.

La primera se refiere al hecho de que la cifra ha alcanzado una suma exorbitante, que nunca podrá ser reembolsada; la segunda explicita una transformación del crédito en usura. En el plano psicológico, el usurero teme dos acontecimientos, que considera catastróficos: la muerte del deudor y la liquidación de la deuda.

Él, en ambos casos, pierde

(a) la extracción periódica de valor, es decir, el pago de intereses;

b) la posibilidad de determinar la energía, el pensamiento, la vida y las posesiones del deudor.

 Figura 1. Historia de la deuda pública italiana desde 1970 - Fondazione Luigi Einaudi

Por último, en la historia contemporánea de la deuda pública italiana, hay dos temas que son ignorados por el pensamiento dominante, en todas las formas en que se transmite:

1. En 1981, el Banco de Italia se divorció del Tesoro y prácticamente dejó de comprar bonos del Estado. A partir de esa fecha, los bonos acabaron, con intereses crecientes, en las fauces de la especulación financiera nacional y extranjera; el recurso al mercado para financiar la emisión de bonos del Estado forma parte de las políticas de privatización de la deuda. Del gráfico de la Figura 1 se desprende que la explosión de la deuda se produjo a partir de 1981. En 1980, a pesar del crecimiento registrado desde 1970, la tasa de endeudamiento se sitúa por debajo del 60%, una tasa de endeudamiento que se ajusta al parámetro - arbitrario - fijado por la Troika y que expresa el "virtuosismo" de algunos países de la UE.

2. Hay otro hecho que pugna por emerger, yace cubierto por un manto de polvo, sin ser percibido por quienes tienen la responsabilidad de contribuir a la libertad de información: se cree que el gasto público se financia con deuda. Eso es mentira. Desde 1992, el superávit primario es positivo, lo que significa que los ingresos monetarios (impuestos) superan a los gastos (gasto público). Sin embargo, la deuda sigue creciendo, debido a los intereses que se están pagando, gastos por intereses que en 2022 ascienden a 83.000 millones de euros, cifra que aumentó en 14.000 millones de euros en 2023, debido al aumento de los tipos de interés por parte del BCE. Se calcula que en 2024 los intereses de la deuda superarán los 100.000 millones, cifra cercana al gasto público en sanidad."

 Note 

1 Marx Karl, Il Capitale, libro I, cap. XXIV, Utet, 2013, p. 942.

2 Dacci oggi il nostro debito quotidiano, 05/06/2017, https://www.youtube.com/watch?v=wHNVpqzcGLk

3 Che cos’è il debito pubblico e perché non è “il” problema, https://keynesblog.com

 (Eugenio Donnici  , Sinistrainrete, 10/04/24, traducción DEEPL)

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