2.8.24

"Cataluña nos roba": Pedro Sánchez entra en terreno minado, el de los agravios territoriales... Ocurre en todo Occidente. Las tensiones entre las regiones con más recursos y posibilidades y aquellas que están viviendo malos momentos han sido claves a la hora de explicar el sentido del voto y sus derivas políticas. En Francia, se concreta en la Francia interior votando contra París... La interpretación dominante es que Sánchez ofrece de manera instrumental una ventaja injusta a Cataluña. Eso hace daño electoral... si Sánchez logra hacer equilibrios que dejen medio contentas a ambas partes, será el ganador de este proceso a medio plazo. Pero resulta muy complicado intuir ahora cómo se puede lograr eso (Esteban Hernández)

 "El Partido Socialista ha entrado en un terreno notablemente sensible, el de las desigualdades territoriales. Han sido el centro de las discusiones políticas españolas de los últimos años, desde el Estatut y con el paréntesis de la crisis de 2008, y por más que estuvieran construidas desde disputas simbólicas e identitarias siempre tuvieron una raíz económica- Y no solo porque las negociaciones fallidas de Convergència para obtener más recursos del Estado condujeran al procés, sino por los argumentos con los que se tejieron las aspiraciones soberanistas: Cataluña era una Comunidad que aportaba mucho al Estado y recibía mucho menos. Esa perspectiva instigó el ‘España nos roba’, un punto de reunión idóneo entre los elementos identitarios y las reivindicaciones materiales. Y dado que no se estaba tratando de manera justa a Cataluña, era lógico que quisieran irse, afirmaban los independentistas: era el camino para alcanzar una prosperidad que les estaba siendo negada.

En los últimos años, se construyó una reacción en sentido contrario, que observaba las especialidades con las que cuentan algunas haciendas autonómicas como un privilegio injustificado. Los efectos de la crisis, que agudizaron las situaciones negativas de territorios españoles en declive, fueron explicadas justo a la inversa de como lo hacían los indepes: dado que buena parte de los recursos españoles se destinaban a satisfacer a Comunidades que reclamaban un trato especial, al resto no se las trataba en condiciones justas; por eso las dotaciones eran insuficientes.

El gobierno de Madrid se convirtió en la diana de cada gobernante territorial: todos pedían más y decían recibir menos de lo que merecían

En un entorno tan localista como el español, el Gobierno de Madrid se convertía en la diana común de cada gobernante territorial: todos pedían más y decían recibir poco; unos decían que era porque los recursos se los llevaban Madrid y los territorios pobres, los otros porque se los llevaban los territorios ricos y soberanistas, ya que sus partidos eran determinantes en el Parlamento.

Mientras tanto, y también por efecto de la crisis, la desigualdad estaba creciendo; entre personas, clases sociales y territorios. Era un problema estructural, pero no una cuestión de la que se obtuviese demasiado rédito político. Se la percibía como efecto de los cambios tecnológicos, de la crisis o de la inflación tras el covid y la guerra, y por más que se señalase, ninguna formación la canalizó de forma decidida, ya que los españoles no la situaban entre sus preocupaciones primeras a la hora de votar. Salvo en un aspecto, en el que ha tenido notable importancia, el de los agravios territoriales. Más que una lucha entre el nacionalismo español y los nacionalismos periféricos, lo que se vive son un conjunto de reproches cruzados acerca de los agravios que sufren unas Comunidades u otras y que el Gobierno permite o instiga.

La importancia de los agravios

Ocurre en todo Occidente. Las tensiones entre las regiones con más recursos y posibilidades y aquellas que están viviendo malos momentos han sido claves a la hora de explicar el sentido del voto y sus derivas políticas. En Francia, se concreta en la Francia interior votando contra París y algunas urbes ricas; en Alemania, con las diferentes preferencias electorales entre la antigua Alemania del Este y la del Oeste; en Reino Unido, el Brexit fue el producto de esta tensión; el norte y el sur votan de manera distinta en Italia; en EEUU, la división entre demócratas y republicanos es fundamentalmente territorial.

España está inmersa en esa deriva, ya que los agravios de clase son un motor que ha perdido tracción, mientras que los territoriales los han ganado. Aquí la tensión entre las comunidades autónomas soberanistas y las españolistas explica por qué la línea del Ebro fue el punto de división en las últimas elecciones generales.

La interpretación dominante es que Sánchez ofrece de manera instrumental una ventaja injusta a Cataluña. Eso hace daño electoral

En ese terreno espinoso ha entrado de lleno Sánchez cuando se hizo público el acuerdo con ERC para dar el gobierno a Salvador Illa. Las bases de Esquerra tienen que votar el acuerdo, siempre con el telón de fondo de su pelea con Junts, con lo que no es descartable que rechacen algo que conviene en principio a su partido, que se ahorraría una repetición electoral muy complicada. Pero más allá de los efectos en Cataluña, lo cierto es que se trata de una apuesta arriesgada en el resto de España. Sánchez es consciente de que si gobernar es difícil, estar en la oposición lo es mucho más, pero la financiación especial, el cupo, el concierto, o como finalmente sea definido lo contemplado en el acuerdo, es difícilmente entendido en la mayor parte de España: se tiende a interpretar como una ventaja injusta que ha sido conseguida instrumentalmente, para investir un gobierno y mantener al de la Moncloa. Si esa es la versión dominante, y ahora lo es, pasará factura.

Un equilibrio casi imposible

Es algo muy distinto de la amnistía, que causó malestar en sectores ideológicos determinados y en partes de la sociedad que prestan mucha atención a lo institucional o, al menos, a lo simbólico. Una mayoría de la población podía percibir la amnistía con interés o desagrado, pero no era para ella un asunto mayor, y más aún si, a medio plazo, se podía mostrar a una Cataluña con menos tensiones. La cesión de recursos es muy diferente.

El riesgo para Sánchez es que estas medidas sean vistas como insuficientes en Cataluña y demasiado complacientes en el resto de España

El anuncio puede ser bien percibido por los socialistas catalanes, incluso por parte de esta sociedad que está deseando pasar página y que los políticos se centren en las cosas cotidianas y en mejorar los servicios públicos, como afirmó ayer Sánchez. Incluso en otras comunidades donde el nacionalismo está muy vivo se puede percibir con simpatía la iniciativa federalista que apunta el presidente. Pero fuera de allí, el problema comienza a interpretarse desde el agravio y la injusticia, y eso sí es dañino políticamente.

Está por ver si el acuerdo se firma, si Illa es investido, cuáles son los términos finales en los que se redacta, y si se conseguirían las mayorías necesarias para su aprobación. Si todo eso ocurre, habrá que valorar de qué forma en concreto se lleva a la práctica. Y, al final del camino, y si el Gobierno aguanta tres años más, habrá que ver cuáles son las principales preocupaciones de los españoles cuando las elecciones vayan a tener lugar. Estos fuegos son muy intensos y pueden irse apagando poco a poco. Sin embargo, cuando se toca un asunto central, conviene hacerlo de lleno y dejarlo bien aclarado, porque lo que no se perdonará serán las medias tintas. Uno de los riesgos evidentes para Sánchez es que este tipo de medidas sean vistas como insuficientes en Cataluña y como demasiado complacientes en el resto de España; que unos no queden satisfechos y los otros tampoco. Es justo ese escenario en el que Junts puede sacar más provecho, en Cataluña y en España, mediante nuevas alianzas, y también el que más le conviene al PP. Por el contrario, si Sánchez logra hacer equilibrios que dejen medio contentas a ambas partes, será el ganador de este proceso a medio plazo. Pero resulta muy complicado intuir ahora cómo se puede lograr eso."

(Esteban Hernández, El Confidencial , 01/08/24)

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