"Telegráficamente, cuatro cuestiones: ¿hay que salir del euro o hay que permanecer en él?
Pues telegráficamente te contesto: hay que permanecer en él preparando
la salida para que ésta resulte lo menos traumática posible, es decir,
hay que salir del euro tratando de minimizar los costes de salida. Puede
hacerse." (Rebelión, 05/09/2012, Salvador López Arnal)
"España está intervenida y lo peor es que es normal que así sea porque
somos un país en quiebra que no es que se encuentre ya al borde del
abismo sino que está en una caída libre (...)
Y es que un país con una deuda que, según datos del Banco de España, a
finales de 2011 era ligeramente superior al 400% del PIB, de la cual un
325% era deuda del sector privado (familias, empresas financieras y
empresas no financieras), es un país quebrado por culpa de dicho sector y
que se enfrenta a un "trilema" complejo frente al que no caben huidas
hacia adelante.
La primera opción es aquélla de la que nadie
quiere hablar salvo, paradójicamente, los finlandeses: la salida del
euro. Sí, han leído bien, España debe plantearse su permanencia en el
euro, ya sea como estrategia de negociación ya sea como posibilidad
real. ¿Que generaría un recorte muy agudo en las condiciones de vida de
los ciudadanos de este país? Sin duda.
Pero es que los términos de
elección actuales no son entre un bien y un mal, sino entre dos males:
uno intenso y corto en el tiempo si sale del euro, pero que ofrece
perspectivas positivas a medio plazo por la vía de recuperación de la
soberanía sobre los instrumentos de la política económica; y otro largo y
sin visos de finalización a medio o largo plazo si se permanece en el
euro porque esto sólo podrá lograrse a costa de recortes en el bienestar
ciudadano hasta niveles de empobrecimiento de la población y
polarización social propios de países en vías de desarrollo.
La
segunda es permanecer en el euro asumiendo su arquitectura actual y el
sentido de las reformas que se están produciendo en la misma y que, como
el Pacto Fiscal Europeo, reducen aún más los márgenes de maniobra de
los Estados miembros e imponen la austeridad como única política fiscal
posible ad infinitum.
En ese marco y con los niveles de deuda de
la economía española señalados, nos enfrentamos a una recesión que puede
alargarse fácilmente 20 años que es, por término medio, lo que duran
los procesos de desapalancamiento de las economías que se encuentran en
un proceso de recesión de balances como en el que se encuentra la
economía española.
Y la tercera opción sería hacer frente a
nuestra realidad, una deuda privada impagable, y tirar de las
recomendaciones que el Fondo Monetario Internacional realizaba en su último informe bianual sobre “Perspectivas de la Economía Mundial”,
esto es, acometer un proceso de quita de la deuda privada. Sí, en
efecto, han leído bien.
Es el propio Fondo Monetario Internacional,
templo de la ortodoxia económica, el que está planteado que la única
solución para economías como la española, con ese nivel de
apalancamiento privado y en un contexto de caída del precio de las
garantías que sirvieron de colateral, es proceder a una reestructuración
ordenada de la deuda, que necesariamente debe implicar quitas y que
esté orientado a reequilibrar el servicio de la deuda con la capacidad
de pago de los deudores.
Evidentemente, ello debe hacerse a costa de los
acreedores, principales beneficiarios durante los años de bonanza del
“milagro” español, incluidos los bancos alemanes. A ver quién le pone
ahora el cascabel al gato." (Rebelión, 12/07/2012)
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