"Uruguay es un país de apenas 3,2 millones de habitantes y trece millones de vacas. (...)
Sin embargo, una vez que el desempleo ha descendido hasta un
insignificante 5,5%, la inseguridad se ha convertido en la primera
preocupación de la gente. Por eso, el pasado junio el ministro de
Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, presentó un plan de 16 puntos
contra la inseguridad. Incluida entre otras 15 propuestas, el ministro
anunció su intención de abrir un debate para promover el “control
estricto” de la producción, distribución y venta de la marihuana por
parte del Estado. El objetivo es quitar una porción de sus ganancias a
los traficantes de droga.
El Gobierno formado por el izquierdista Frente
Amplio parte de la convicción de que los beneficios de la venta de pasta base y marihuana van a los mismos bolsillos.
“Esto es como Galicia: las redes de narco se tejen sobre la memoria
de las redes del contrabando. Primero fue el tabaco y marihuana, después
la coca”, señala Julio Calzada, responsable de la Secretaría General de
Drogas. “Sabemos que en el país hay por lo menos 18.500 usuarios
diarios de marihuana.
Y de cocaína, solo 6.000 personas la han probado
en un año. Aunque la cocaína deja mucho más margen de beneficio a los
traficantes, la marihuana mueve un mayor volumen de negocio. Así que si
logro hacerme con el 90% del mercado actual de la marihuana, si les
debilito a los narcos ese mercado, el otro les será menos rentable.
Seguramente buscarán entonces otro tipo de delitos, otras formas de
contrabando. Pero no provocarán tantos daños sociales ni psicológicos”.
“Esto no es el desembarco en la Sierra Maestra”, aclara Calzada. “No
es un acto heroico lo que hemos emprendido. Hace unos 30 años que en
Holanda existe un mercado legal de la marihuana. Y hay 17 Estados en los
Estados Unidos que tienen producción legal para uso medicinal y tres
Estados norteamericanos votarán en las próximas semanas sobre su uso
recreacional.
Tampoco es una liberalización, sino la regularización de
un mercado que hoy está desregularizado. Pero es un pequeño gran paso,
como dijo el astronauta que llegó a la Luna”.
Uruguay no supone ningún riesgo para el flujo de droga en
Latinoamérica. “Acá no hay volumen de negocio para los grandes carteles
de la droga”, asume Calzada. “No hay condiciones climáticas ni físicas
para producir. No hay selvas. Te agarras una avioneta y con 10.000
dólares de combustible ves todo lo que está plantado.
Por eso no hay
grandes narcos. Lo que hay son organizaciones locales que nunca podrán
comprar mil kilos de coca para ponerlos en España. Son grupos de
familias uruguayas que, a causa de las tensiones creadas por un mercado
tan pequeño, han entrado en una lógica de acrecentar la violencia”.
Las tensiones y la corrupción que generan esas familias no tienen
nadan que ver con las que afloran cada día en Brasil, Colombia o México.
Hasta ahora, los asesinatos se perpetran en su mayor parte a entre las
propias bandas. Pero el Gobierno uruguayo ha decidido colocar una buena
mampara social, como en los taxis, antes de que la violencia se
desborde.
Tres meses después de su anuncio, el proyecto se encuentra en
la Cámara de Diputados. El Frente Amplio, la formación de 13 grupos con
la que alcanzó la presidencia José Mujica, espera conseguir su
aprobación antes de fin de año. Y la del Senado en el año siguiente. (...)
¿Por qué ha sido Uruguay el primero en dar ese paso? “Alguien tiene
que ser el primero”, declaró en junio el presidente de Uruguay, José
Mujica, en una entrevista concedida a O’Globo.
“Alguien tiene que empezar en América del Sur. Porque estamos perdiendo
la batalla contra las drogas y el crimen en el continente".
Mujica se
encontraba por esas fechas en Brasil durante la cumbre Río+20 que reunió
a todos los países miembros de la ONU para discutir sobre medio
ambiente. Pocos fueron los acuerdos concretos alcanzados en esa cumbre.
Sin embargo, el discurso que pronunció José Mujica (como siempre, sin
corbata), obtuvo más de un millón de visitas en Youtube: (...)
Pero en cuanto Mujica comenzó a aportar detalles sobre su proyecto
contra el tráfico de drogas, en Uruguay le comenzaron a llover críticas
sobre las “incongruencias”, “contradicciones” y “sinsentidos” de su
proyecto. “El Estado tendrá el control de la calidad, cantidad, precio y
la gente va a estar registrada”, señaló Mujica en O`Globo.
“Los cigarrillos tienen un control digital y se puede rastrear su origen
a través de la firma química de la muestra. Es importante (tener en
cuenta) que si alguien compra 20 cigarrillos [de marihuana] tendrá que
consumirlos y no los podrá vender. Con el registro en el Estado, estos
usuarios serán fáciles de rastrear si las reglas son violadas". (...)
Cuando cae la tarde en Montevideo no es infrecuente oler a marihuana en
las playas del río de la Plata, en los parques, en las gradas de los
campos de fútbol, las principales avenidas… “En Montevideo, a diferencia
de lo que ocurre en el interior del país, hay una tolerancia social
altísima al consumo de marihuana”, explica Garat.
“Durante la dictadura,
que terminó en 1985, ya se aprobó en 1975 un decreto que permitía el
consumo. A partir de 1985 empezaron a llegar gente que había estado
exiliada en Europa y se incorporó aquí el vocabulario de España: se
hablaba de porros, canutos, petardos, la maría…
Pero lo que no
quedó tan claro nunca era cómo se podía acceder a esas drogas cuyo
consumo se permitía. Y esa es la contradicción que Uruguay tiene al día
de hoy y sobre la que el Parlamento comenzó a trabajar hace dos años.
Trabajaban de forma más o menos discreta sobre la legalización del
autocultivo hasta que se produjo un clamor social con la detención de
Alicia Castilla”. (...)
“Yo creo que habría sido más fácil proponer el autocultivo”, añade
Castilla. “Habría sido el primer país en legalizarlo. Y se podría haber
aprobado la existencia de clubes, como en España. Ahora, el proyecto
pretende conciliar la idea del auto cultivo con la del control estatal
del mercado.
Pero es difícil decir que el Gobierno va a tener el
monopolio de cultivo, venta, distribución y almacenamiento y al mismo
tiempo permitirá a la gente cultivar en sus casas. La cuestión del
registro es de película de Almodóvar: que venga un patrullero a tu casa y
te diga: ‘Señora, vengo a pesarle la marihuana...’ ¿Y si se me muere
una planta o se contamina, me la van a pesar húmeda o seca?”. (...)
-Las estimaciones que tenemos nos dicen que la gente que practica el
auto cultivo apenas superan los 1.500 en Uruguay. Mientras que fuman
marihuana 18.500. Con la aprobación del auto cultivo solo estaríamos
proponiendo una solución para el 10% del mercado.
A todos nos gusta
comer tomates, pero no todo el mundo tiene la perseverancia y la
paciencia para cultivarlos. Nada me dice que una persona que consuma un
fin de semana va a tomarse el trabajo de plantar en septiembre para
cuidarla hasta mayo por si quiere recoger en julio. (...)
Los defensores de la propuesta, sin embargo, creen que lo único que ha
quedado claro hasta ahora es que tras varias décadas de prohibición de
las drogas y lucha contra el narcotráfico, el consumo y el tráfico no ha
hecho más que crecer y corromper las bases morales de la sociedad.
“Mujica lee y estudia mucho”, aclara el diputado del Frente Amplio,
Sebastián Sabini. Si bien para algunos puede parecer campechano, la
verdad es que es un gran promovedor de debates. Y sabe escuchar. A otros
les pues gustar más el estilo Felipe II o Luis XIV, alguien que marca
el camino y al que todos siguen sin discusión. Bueno… son estilos”. (...)
Entonces, ¿cuáles serían las ventajas de aprobar el proyecto? “Se
integraría el consumo de marihuana como una actividad legitimada
socialmente” y se evitaría a los consumidores “el costo psíquico”,
asociado a la ilegalidad. No obstante, Casacuberta cree que en el futuro
se reconocerán lo daños que provoca la marihuana en la salud, discusión
que “no se ha procesado en la dimensión que merece”.
El profesor de psicología social Juan Fernández Romar, quien fue uno
de los profesionales consultados por el Gobierno, reconoce que será muy
complejo “instrumentar” el proyecto, hacerlo realidad. Pero cree que el
debate ya está mereciendo la pena y ya ha ayudado para aportar más
información a la sociedad.
“Esto forma parte del conjunto de leyes, como
la despenalización del aborto [promulgada este mes] o la del matrimonio
igualitario [pendiente de aprobación], que me hace sentir orgulloso del
país donde vivo. Aunque tan solo sea por poner sobre la mesa este
problema tan complejo”. (El País, 28/10/2012)
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