"Cuando las administraciones públicas (Estado, comunidades autónomas y
ayuntamientos) no tienen suficientes ingresos para cubrir sus gastos,
deben recurrir a pedir dinero prestado.
Una alternativa sería que el
banco central correspondiente creara dinero nuevo para cubrir esta
brecha, pero esto es algo que ni está al alcance de la economía española
(puesto que no tiene poder sobre el Banco Central Europeo), ni está en
la agenda de los poderes europeos.(...)
El dinero que se pide prestado en absoluto viene del futuro,
sino que existe en el presente y además con unas características muy
particulares.
En primer lugar, es dinero que le sobra al que lo
presta; es dinero ocioso, cuyo propietario prefiere prestarlo para que
pasado un tiempo aumente su valor a dejarlo inactivo en una caja fuerte.
En segundo lugar, es dinero que pertenece en su inmensa mayoría a
individuos muy adinerados, a través de fondos de inversión (a algunos
sólo se puede acceder si se posee al menos 500.000 euros), de planes de
pensiones privados o de entidades financieras (bancos y aseguradoras).
En tercer lugar, es dinero tanto de personas extranjeras como de
ciudadanos con nacionalidad española, aunque éste último es mayoritario
al suponer cerca del 60% de todo el dinero que piden prestado las
administraciones públicas.
En otras palabras, el sector público
hoy día necesita pedirle dinero a los sectores más acaudalados de la
sociedad española, aunque también de la extranjera. Y vaya, ¡qué
casualidad! Resulta que son los mismos sectores que han estado
pagando cada vez menos impuestos debido a las reformar impositivas de
los sucesivos gobiernos.
Algunos datos: una persona que ingrese más de 300.000 euros al año ha
visto reducir sus impuestos durante el periodo en que España estuvo
gobernada por Aznar y por Zapatero un 37%, mientras que la gran mayoría
de la población apenas notó esta bajada. (...)
Incluso el señor Alfredo Pérez Rubalcaba reconoció que a lo
largo de la década de 2000 se habían perdido, por sucesivas bajadas de
impuestos, 28.000 millones de euros al año, en cifras constantes.
En
consecuencia, resulta que el dinero que hoy día piden prestado las
administraciones públicas es en muy buena parte dinero que antes
recaudaban por impuestos. Los sucesivos gobiernos de Aznar y Zapatero
desarmaron y debilitaron al sector público obligándolo a tener que
cubrir sus gastos mediante un endeudamiento que en última instancia es
un negocio muy lucrativo para, especialmente, las capas altas de la
sociedad.
Una estrategia perfecta para que la élite económica no
sólo redujese su contribución en la financiación del Estado del
Bienestar, sino también para que se lucrara a su costa.
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