17.8.14

Rajoy quiere que gastaremos en pensiones públicas dentro de 40 años lo misma que hoy, cuando el número de pensionistas se habrá doblado

"(...) En efecto, la reforma del PP adelanta trece años su aplicación y apuesta por una configuración del citado factor de la que resulta un sistema de pensiones ‘menguantes’ en la medida en que su cuantía se reduce automáticamente conforme se eleva la esperanza de vida.

 Pero, además, la citada norma modifica el mecanismo de revalorización cuya nueva formulación aboca a todos los pensionistas a la pérdida segura de poder adquisitivo como consecuencia de la adversa situación económica y del gravísimo problema de desempleo, en el corto plazo, y del lastre que supondrá el cuantioso incremento del número de pensionistas, en el largo plazo.

Pues bien, lo que el mencionado Programa de Estabilidad revela es la magnitud del recorte que, según el Gobierno, va a suponer la conjunción de ambas medidas: un gasto del 10’5% del PIB en 2050 supone un ‘ahorro’ (sic) creciente, un recorte, de casi 4 puntos porcentuales de PIB (alrededor de 40.000 millones de euros actuales) en esa fecha respecto de la estimación previa a esta reforma.

 De manera que la parte de la riqueza nacional que gastaremos en pensiones públicas dentro de cuarenta años será la misma que hoy, con la diferencia de que el número de pensionistas se habrá doblado: de 8 pasaremos a más de 15,2 millones.

Es evidente que ni el Gobierno ni el poder financiero que alienta la orientación de estos cambios están pensando que una buena parte de los jubilados de mitad de siglo vayan a conformarse con ser mucho más pobres que los de hoy.

 Piensan lógicamente que la transformación demográfica de nuestras sociedades debe aprovecharse para apostar por un cambio de modelo hacia una limitación de las pensiones públicas y una progresiva extensión del peso de los planes (privados) de pensiones. 

Es decir que su apuesta –no explícita– consiste básicamente en que en 2050 al menos un tercio aproximadamente del gasto total en pensiones tenga que ser sufragado de forma privada.  (...)

Y, en segundo lugar, es muy posible que el modelo hacia el que nos conduce la reforma (‘ruptura’) de 2013 no suponga una reducción importante sobre el 14% del PIB de gasto total en pensiones previsto antes de esta reforma dada la necesidad de los futuros jubilados de suscribir pensiones privadas para mantener su nivel de vida. 

Pero sí supondrá un cambio de su origen y composición porque el mismo nivel de gasto contendrá mucha menos aportación del sistema público de pensiones y mucha más privada. Y no debe desconocerse que ese nuevo sistema, más individualista, ha de traer consigo enormes desigualdades en términos de protección en función de la capacidad de ahorro individual y un debilitamiento del Estado de Bienestar con el consiguiente incremento de la pobreza."              (Antonio González, economista, y Borja Suárez, autor del libro “El sistema público de pensiones: crisis, reforma y sostenibilidad” (2014), Economistas frente a la crisis, 15/07/2014)

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