31.10.14

Nuestras élites, la “casta”, han experimentado una profundísima degradación técnica e intelectual

"Ya saben eso de la gota que colma el vaso. Por si la indignación de los ciudadanos españoles no alcanzara ya niveles desconocidos en cualquier país de Europa, la desastrosa gestión de la crisis y, ahora, la constatación de que las elites han perdido cualquier sentido de la realidad han llevado a la ciudadanía a un punto de no retorno. (...)

Pero, en plena crisis, cuando en 2011 nuevas generaciones de políticos llegan al Gobierno anunciando que su sola presencia va a resolver todos los desequilibrios acumulados por la economía española, tras un período de crecimiento insostenible, lo que hacen es aprovechar la ocasión que les brinda la crisis del modelo basado en la promoción desmesurada de actividades de bajo valor añadido, para lograr la consolidación de un modelo, que no era el que anunciaban sino el contrario.

 Un modelo basado en la degradación de los derechos adquiridos tras decenios de sacrificios y luchas, llevando adelante un proceso de precarización del empleo, de anulación de la actividad sindical, que permite colocar al país en una situación de dependencia de las corrientes más neoliberales que asignan a los países del Sur de Europa un puesto secundario en los mercados globalizados. 

Es el modelo, similar al que se asigna a los países del Este europeo, basado en bajos salarios, pero al que se añade la privatización de unos servicios públicos nunca del todo desarrollados y una fiscalidad que apoya el mantenimiento de un sistema en el que los ingresos son aportados en una forma desproporcionada por las rentas salariales, mientras las del capital en realidad se someten en muchos casos a unos tipos muy alejados de los nominales.

El resultado es un país devastado por un nivel de desempleo insoportable, que es incrementado por las políticas de recortes del gasto público y de devaluación salarial, a la vez que se destinan recursos ingentes al saneamiento de un sistema financiero desarbolado por una gestión que cabe calificar de irresponsable en muchos casos, cuyo único propósito es apropiarse de los recursos ajenos y enriquecerse en el menor tiempo posible.  (...)

Así, la ruina de instituciones como Caja Madrid, la CAM y otras, cuyo rescate supone un monto muy superior a los recortes en Sanidad, Educación y servicios sociales, en plena crisis (el llamado austericidio), se hace compatible con los desahucios de miles de familias que no pueden hacer frente a sus hipotecas, lo que da lugar a imágenes que desentonan de forma totalmente insoportable con lo que se considera un país desarrollado.

 Pero, además, se hace compatible con el comportamiento de personas que dirigen las rescatadas Cajas, que ahora se desvela con toda crudeza. Gente con sueldos desorbitados en instituciones quebradas por ellos mismos, que utiliza tarjetas que les permiten vivir al margen de todo control fiscal con el dinero que pertenece a los depositantes.

¿Es que es admisible que miles de ciudadanos honestos hayan sido expulsados de su vivienda por no poder hacer frente a uno o dos recibos de su hipoteca, de una cuantía sensiblemente inferior al precio de una sola botella de vino de las muchas que Blesa ha comprado con nuestro dinero?  (...)

Estas élites, que algunos denominan “casta”, han experimentado una profundísima degradación en los últimos años, en términos de insolvencia e incompetencia técnica e intelectual.  (...)

Al conocimiento de los comportamientos de la dirección de Bankia se suman en estos días los trágicos acontecimientos derivados del primer contagio en Europa por el virus Ébola. 

La reacción del Gobierno ha dejado al descubierto todas las incapacidades imaginables encarnadas en la élite política, que ha dejado en el desamparo a una ciudadanía que ha expresado su frontal rechazo al modo de proceder de sus dirigentes

. Hemos descubierto la absoluta incompetencia y falta de liderazgo de quienes están al frente del país, que muestran crudamente que carecen de la más mínima capacidad para hacer frente a un suceso de máxima gravedad.  (...)

Todo esto ha llevado a la ciudadanía, además de al descreimiento en quien está al frente del poder político, a ver como posible algo que parecía insólito hace solo unos pocos años: ahora a muchos les parece factible la llegada al poder de organizaciones sociales y políticas que funcionan al margen de los partidos tradicionales. (...)

La necesidad (absolutamente desatendida) de que se pongan en marcha planes de choque para situar la creación de empleo de calidad en el centro de todas las iniciativas políticas y se recuperen las políticas sociales, hace todavía más patente la ausencia de los responsables en los ámbitos que más preocupan a los ciudadanos. Ciudadanos que no dejan de pensar alarmados… ¡En manos de quién estamos!"           (Alfonso Prieto, Economistas frente a la crisis, 12/10/2014)

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