"(...) La codicia de los CEOs, avalada por los Consejos de Administración y la
búsqueda permanente de valor por parte de Fondos de Inversión y de
Pensiones, ha terminado por destruir una gran parte del aparato
productivo y social que una gran parte de países centrales en Europa
mantenían, con la única excepción de Francia. (...)
Todos los paradigmas sobre la eficiencia de los mercados financieros se han caído en esta crisis (...)
Las viejas políticas, fiscales, presupuestarias o monetarias, ya no
tienen el efecto que antaño tuvieron, en ausencia de ciclos financieros
como los actuales. En un mundo globalizado y obsesionado por el valor
del accionista, las políticas redistributivas pierden eficacia, ya que
la posibilidad de escape es cada día mayor.
Los flujos de capital apenas
tienen interferencias para financiar principalmente a sus accionistas,
dejando a un lado el objetivo final del capital que es alimentar
proyectos de inversión y garantizar el bienestar, siempre como un mero
instrumento.
Lo único que es noticia es la evolución de los mercados
bursátiles o de renta fija, y todos los gobiernos asumen su papel
subsidiario en este magma financiero, como lo prueba que la mayoría de
dirigentes políticos en el área económica en Europa, pero también en
EEUU, provengan de la banca de inversión, algo impensable hace no muchos
años.
Las viejas políticas fiscales y monetarias ya no sirven en la era de la maximización del valor del accionista
El resultado en la UE es bastante clarificador. Según Eurostat, una
gran parte de países han visto reducido su porcentaje de gasto público
sobre el PIB en el periodo 2009-2013, en parte por la caída del PIB,
pero también por el brusco recorte en partidas muy sensibles.(...)
En el caso español la radiografía del encargo estaba clara. Hay que
desvirtuar el concepto de educación y sanidad pública universal y abrir
el melón para la entrada de nuevos actores en su gestión, como ya se
intuye con al aprobación del TTIP.
Los principales recortes se han dado
precisamente en estas dos partidas, un 4% en educación y un 1,4% en
sanidad, lo que sorprendentemente ha generado un aumento de la
facturación de seguros privados de salud. La táctica es clara: degradar
el servicio público para que los servicios privados vayan captando cuota
de mercado, algo que legalmente es posible gracias a las sucesivas
normativas aprobadas por el PP y mantenidas por el PSOE.
El objetivo es desmantelar el sistema público de bienestar y transformarlo en beneficencia
Donde también se ha reducido drásticamente el gasto ha sido en materia de vivienda. (...)
La carencia de un parque público de vivienda que garantice soluciones
habitacionales para casos de desahucios, las políticas de ayuda
directa, como en la UE para sufragar alquiler social, y la inexistencia
de una política efectiva de control de precios de alquiler social, como
pasa en Alemania, ha dejado al descubierto el fracaso de los dos grandes
partidos en materia de vivienda.
España lidera los recortes en sanidad, educación y vivienda
El resultado de este nuevo paradigma es que la desigualdad crece por
doquier y provoca ineficiencias económicas que hasta el FMI, después del
Papa Francisco, se ha atrevido a denunciar ya con cifras en la mano.
Esta desigualdad está en niveles máximos en los países desarrollados,
algo que se explica por el desmantelamiento de los sistemas de
corrección, y no por el propio efecto de la crisis. Parte de esta
desigualdad, también proviene, del enorme desarrollo de los mercados
bursátiles, es decir de la obsesión por la maximización del valor del
accionista.
La desigualdad es un arma de destrucción inducida, no un accidente
La aparición del hambre en capas sociales inimaginables hace no mucho
tiempo, la exclusión social de bienes públicos de calidad, como sanidad o
educación para amplios colectivos, junto a la exclusión financiera
fruto de las malas políticas públicas de vivienda, son algunos de los
retos que tienen los gobiernos en los próximos años.
Pero nada de esto
tendrá éxito, sin un cambio de paradigma empresarial, político y
financiero. No hay señales de que después de este terremoto nada vaya a
cambiar en el sistema financiero mundial." (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 21/06/2015)
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