1.10.15

La propuesta de salida del euro de Mosley y Pilkington

"Tras la firma del nefasto memorándum por parte del gobierno de Syriza bajo explícita amenaza de expulsión del euro ha cobrado importancia el –ya antiguo– debate sobre la forma en la que una economía como la griega podría abandonar unilateralmente la moneda de la forma menos dolorosa posible. 

(...) el debate suela girar en torno a unos elementos que se repiten siempre, que son: cuánto se devaluaría la nueva moneda y qué se debería hacer, cómo se tratarían las deudas externas expresadas en euros, qué ocurriría con los depósitos bancarios de los ahorradores, qué pasaría con las exportaciones, importaciones y flujos financieros, y si supondría o no también la salida de la Unión Europea.

Comenzaré abordando una de mis propuestas preferidas: la de Warren Mosler (economista estadounidense, bróker y fundador de la Teoría Monetaria Moderna) y Philip Pilkington (periodista y asistente de investigación en la Universidad de Kingston).

La propuesta es, en realidad, sencilla, y consta de 8 puntos:

1) Una vez que el gobierno del país correspondiente anunciase que va a dejar la Eurozona, debería anunciar que todos los pagos del sector público (sueldos de empleados, pensiones, prestaciones de desempleo, etc) serán efectuados exclusivamente en la nueva moneda. Por lo tanto, el sector público dejaría de usar el euro como medio de pago, y podría cumplir todas sus obligaciones.

2) El gobierno anunciaría también que todos los pagos de impuestos (IRPF, IVA, IS, etc) se deberán pagar exclusivamente con la nueva moneda. Esto implicaría que la nueva moneda sería demandada en tanto en cuanto sería necesaria para cumplir con las obligaciones tributarias. De esta forma, el gasto del sector público sería el canal mediante el cual se inyecta progresivamente la nueva moneda en la economía, mientras que los impuestos conformarían el canal mediante el cual se drena moneda de la economía.

3) El gobierno debería anunciar que no convertirá a la nueva moneda los euros de los depósitos bancarios. Hacerlo, según los autores, sería un tremendo error, puesto que tras el anuncio de la conversión todos los ahorradores correrían raudos a retirar sus depósitos en forma de euros puesto que presumiblemente tendrían más valor que la nueva moneda. (...)

4) El gobierno no debería fijar ningún tipo de cambio, sino que debería dejar fluctuar libremente la cotización de la nueva moneda. Según los autores, establecer un tipo de cambio fijo (con la idea de que la nueva moneda tenga el mismo valor que el euro y así evitar que se deprecie) tiene un coste muy elevado, puesto que para ello sería necesario que el gobierno defendiese su nueva moneda en los mercados de divisas comprándola en cantidades importantes, y para ello necesitaría disponer de muchos euros (u otra moneda extranjera),  (...)

5) La deuda en euros del gobierno debería ser ignorada o, si fuese absolutamente necesario, renegociada a la nueva moneda. Evidentemente ello sería considerado un default, pero puesto que la salida del euro es en sí mismo un default, los autores no entienden por qué ello debería ser problemático. Todos los contratos del gobierno frente a proveedores deberían ser expresados en la nueva moneda.

6) Con respecto a las deudas en euros de las familias y empresas, buena parte de las mismas podrían ser saldadas, puesto que los ahorros siguen conservándose en euros. La parte que seguramente no pueda ser saldada desgraciadamente conduciría a bancarrotas de muchas empresas. Éste es uno de los coste importantes que identifican los autores. No obstante, también aclaran que ello no impediría conseguir objetivos ambiciosos de empleo y producción. Muchos bancos no podrían seguramente saldar sus deudas y tendrían que quebrar y recibir apoyo público. Pero la recapitalización no tendría muchas complicaciones al ser el Estado soberano de la moneda y poder emitir tanto dinero como desee.

7) Puesto que la moneda se depreciará, las empresas que compran productos fuera sufrirán el golpe. Pero al mismo tiempo las empresas exportadoras se verán muy beneficiadas. Ello mejorará el saldo comercial, compensando así la depreciación de la moneda y evitando que el daño sea elevado.

8) Por último, de nada servirá la salida del euro si se continúan aplicando políticas de austeridad. Los autores proponen que la inversión pública se incremente notablemente, sin importar que llegue al 8% de déficit público (nivel que consideran adecuado para impulsar la actividad económica). 

Particularmente mencionan que debería aplicarse un programa de Trabajo Garantizado, para crear empleo directamente, combatir la precariedad y mejorar la capacidad adquisitiva de la población. Puesto que el Estado sería soberano de su moneda, no habría ningún riesgo de default, la prima de riesgo sería controlable, y la deuda pública se iría reduciendo a medida que el PIB creciese gracias al estímulo fiscal."             (Eduardo Garzón Espinosa, 26/09/2015)

Más información sobre monedas alternativas:


  Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción, sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. 
 
El objetivo se conseguiría rápidamente. Los únicos perjudicados, los especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: Europa, 2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467  )


Los artículos de Juan José R. Calaza (Juan José Santamaría y Juan Güell) muestran con gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica para salir de la crisis:


Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:


Más información en: 'Si Grecia, España, o Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar créditos a familias y empresas':    http://comentariosdebombero.blogspot.com.es/2014/06/si-una-autonomia-o-una-gran-ciudad.html

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