"(...) Las medidas fiscales de Unidos Podemos han levantado una ola de
indignación y repulsa no solo en las otras formaciones políticas, sino
en toda clase de comentaristas y tertulianos. Debían de estar pensando
en sus bolsillos.
Al mismo tiempo, estas voces de condena lo único que
demuestran es la ignorancia supina que en materia fiscal caracteriza a
los que con una osadía temeraria pontifican a diario en nuestras radios,
televisiones o periódicos.
Por poner algún ejemplo, confunden el tipo
medio con el tipo marginal y la renta del contribuyente con la base
liquidable, la cual suele ser mucho más reducida, tanto más cuanto que
la gran lacra que arrastra el IRPF es haber sido desnaturalizado,
excluyendo las rentas de capital de la tarifa general.
Y aquí es
donde el programa de Podemos se queda muy corto, puesto que señala tan
solo que corregirán “progresivamente” la dualidad de tarifas, cuando lo
primero que precisa este tributo para restaurar la equidad y que toda
otra medida adquiera sentido, es el retorno inmediato a un impuesto
personal con una única base liquidable en la que se incluyan todos los
ingresos del contribuyente, y a la que se aplique una sola tarifa, tal y
como esta figura tributaria fue creada en España y se mantiene hoy en
día en la mayoría de los países europeos.
Resulta paradójico que los que
se oponen a la subida de los tipos, afirmando que solo afecta a las
rentas del trabajo, estén también radicalmente en contra de que las
rentas del capital se incluyan en la tarifa general.
La subida del
tipo marginal ha causado auténtica indignación entre los que hablan de
la clase media, pero que están en cotas muy superiores de ingresos.
Recordemos que el salario medio en España se encuentra en 1.634 euros
mensuales.
Les parece vejatorio que el tipo marginal máximo pueda subir
desde el 45% a partir de 60.000 euros de base liquidable (que no es
exactamente la renta) en varios tramos hasta alcanzar el 55% para
aquellas superiores a 300.000 euros. Antes que nada conviene indicar que
un tipo marginal del 55% para una base liquidable de 300.000 euros
significa tan solo que este tipo se aplicará a todo euro adicional en
que esta cantidad se incremente.
No parece excesivo, sino más bien
tibio, si recordamos que un gobierno que no era bolchevique ni
bolivariano, ni siquiera socialdemócrata, como el de la UCD, lo situó en
el 65% y para unos niveles mucho más reducidos de renta de los que
ahora propone Podemos, tanto más cuanto que entones era obligatorio la
acumulación de la renta de la unidad familiar.
El argumento en contra, tal como Pedro Sánchez lo formula, de que es
reducido el número de contribuyentes que se encuentran en estos tramos,
no es consistente. De un lado, porque la equidad vertical y la justicia
en la imposición no deben estar supeditadas al número y a que la medida
repercuta significativamente en la recaudación.
Todo el mundo está de
acuerdo en que ciertos sueldos son escandalosos y que solo se explican
por el control abusivo que los consejeros suelen poseer sobre las
corporaciones actuales. ¿Qué problema existe en que contribuyentes con
estas remuneraciones (incluyendo sus fondos de pensiones e
indemnizaciones) colaboren con cantidades importantes en el
mantenimiento de los servicios públicos?
Por otra parte, si en los
momentos actuales el número es tan reducido se debe a que de forma
voluntaria se ha elaborado una legislación que permite la exención, la
elusión y la defraudación de determinadas rentas.
Como se ha señalado
más arriba, hace casi veinte años, sin que ningún gobierno, tampoco los
del PSOE, hayan tenido ninguna voluntad de corregirlo, el impuesto se
desnaturalizó, excluyendo de la tarifa general las rentas de capital.
Además, se permite que estas se embalsen indefinidamente en sociedades,
tales como falsas SICAV o sociedades patrimoniales, sin imputación
directa a los socios, tal como sería lógico.
Además, se permite que estas se embalsen indefinidamente en
sociedades, tales como falsas SICAV o sociedades patrimoniales, sin
imputación directa a los socios, tal como sería lógico.
Al igual que en
los últimos tiempos se está persiguiendo el fraude de ley que
representan aquellos autónomos que se disfrazan de sociedades con la
única finalidad de cotizar por el impuesto de sociedades y no por el de
renta, cuya tarifa es más elevada, parece lógico que no se permita la
existencia de sociedades, y mucho menos si se domicilian en el
extranjero, cuya única finalidad sea la de administrar capitales.
O, de
permitirse, que tributen tal como se hacía en los inicios de la
implantación del impuesto en régimen de transparencia, es decir, con
aplicación directa de los beneficios a los socios.
Hay que
aceptar, no obstante, que, a pesar de todo lo señalado, los ingresos
provenientes del capital son mucho más difíciles de periodificar que los
del trabajo y siempre será posible posponer su imputación, al menos
parcialmente, a la renta del sujeto.
Pero ello constituye precisamente
una de las razones, no la única, que justifican los impuestos de
patrimonio y de sucesiones a modo de cierre del sistema. Mediante ambos
tributos las rentas embalsadas terminan por ser gravadas, bien de forma
periódica, bien al final de la vida del sujeto.
Nada de lo que
Unidos Podemos establece sobre estos impuestos (IRPF, patrimonio,
sucesiones o sociedades) se sale lo más mínimo de la moderación y de lo
que ha sido durante muchos años, antes de que comenzase la ofensiva
neoliberal, una teoría fiscal pacíficamente aceptada.
Solo la
contrarrevolución llevada a cabo en materia impositiva en los últimos
veinticinco años y que ha convertido a todos los partidos, incluyendo al
PSOE, al neoliberalismo económico, puede hacer que las propuestas se
consideren abusivas y desproporcionadas. De hecho, en todos los casos
los gravámenes son menos exigentes que los que regían en los primeros
años ochenta. (...)
Las voces críticas también blanden la amenaza de la posible fuga de
capitales. Hay que reconocer que la libre circulación de capitales y la
Unión Monetaria complican e incluso imposibilitan toda política
económica progresista y socialdemócrata, lo que nos debería quizás
llevar a plantear si no es suficiente motivo para dar marcha atrás en
este proceso, ya que a lo que se pretende que renunciemos es nada menos
que a la democracia y al Estado social.
No obstante, en nuestro país en
el ámbito fiscal hay bastante margen para avanzar sin tener miedo al
dumping fiscal. Más bien somos nosotros los que lo estamos realizando y
convirtiéndonos, como con las entidades de tenencia de valores
extranjeros (ETVE), en un cuasi paraíso fiscal, que ha tenido que ser
denunciado por la Unión Europea.
Según la OCDE, en 2014 la presión
fiscal de España era siete puntos inferior a la de la media de la
Eurozona y se situaba por debajo de las de Grecia y Portugal. Parece ser
que si hay margen." (Juan Francisco Martín Seco, El Viejo Topo, 25/06/16)
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