"(...) España, país de catástrofes estructurales y medidas coyunturales.
Respecto a los bancos, menudo disparate con eso del rescate. Un rescate
bancario que no sólo nos ha costado más de 41.300 millones de euros a la ciudadadanía,
sino que también nos ha dejado para con nuestros euro-amigos en sus
manos.
Sometidos a vigilancia especial y con las arcas del Estado como
rehén principal. Postulando la estabilidad presupuestaria como núcleo de
la sagrada maquinaria. Y es que, ¿desde cuándo la solución al problema
enreda aún más el dilema?
España tuvo en su mano destruir el
sistema financiero actual, cosa improbable en la realidad, teniendo en
cuenta quién tiene hoy aquí todas las de ganar. Y es que en este libre
juego de la oferta y la demanda, bien sabido es que sólo hay cabida para
el que manda. ¿Sin embargo qué hizo Islandia? Rechazar el rescate a la
banca privada, dejando caer a los grandes directivos con desgana.
Mientras, aquí en España, Lehman Brother a nuestro ministro encandilaba;
banco que solvencia aparentaba gracias a que sus balances maquillaba. Rescatando
a ladrones por mantener un sistema a flote, un sistema que la realidad
no toque. Y es que la realidad es otra y nada tiene que ver con la
Troika.
Aunque por fin se diga que España ha conseguido salir de
la maraña, ¿en qué se basa tal patraña? En que por primera vez, el dios
PIB crece con fluidez; pues éste, cual maestre, ha superado su propio
nivel de 2007 correspondiente al tercer trimestre (teórico punto de
partida de la época sin vida).
Y es que las medidas de austeridad
adoptadas desde el gobierno, no han hecho más que agobiarnos en un
infierno. Para reducir el déficit, hay que reducir el gasto; y ya mis
ciudadanos que coman pasto. Quién necesita sanidad o educación, teniendo
el déficit bajo renglón. Quién necesita un trabajo o salario digno, mientras el FMI no nos haga ningún signo. Cómo se va a reactivar la economía, si es que no nos da ni pa’ “comía”.
Ya
algo decía Keynes con bastante solemnidad, y es que el auge económico, y
no la crisis, es el momento adecuado para la austeridad. Obviando el
paracronismo realizado, veamos qué se ha conseguido aparte de la
recuperación del PIB sostenido. Una gran reducción del nivel de
ocupación, que dos millones y medio de personas se ha comido para con
Europa mantener lo prometido.
Pero, ¿a quién le va a importar la
recuperación laboral, siendo la mano de obra un simple instrumento de
maniobra? Y para completar tal armonía musical, tenemos la caída abismal
de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social. ¡Ni que fuese
la principal fuente de financiación de las prestaciones por jubilación!
Veintisiete mil millones es lo que nos han dejado, ¿de verdad se puede
hablar de recuperación después del dato dado?
Y es que
apretándonos el cinturón no hacen más que deteriorar nuestra capacidad
de consumo e inversión. Ahogando a la clase obrera para salir de la
contienda, pues eso de media no hay quién lo entienda. Sumiéndonos en
una situación de emergencia social, de la que las altas esferas no
quieren ni hablar.
Krugman ya lo sabía, que recortar en gasto
mientras la economía está en depresión es una estrategia
contraproducente, pues sólo consigue agravar la depresión ya presente. Sin posibilidades para esta clase trabajadora de remontarse y como única opción del país alejarse.
Pero
oye, que el PIB del Estado ha remontado. Quizá tampoco se esté haciendo
tan mal, o quizá es que nos guste que nos abran en canal. Un país en el
que el 1% mueve hilos desde la cima, mientras observa cómo al 80% su
sistema les tima. Y es que de la OCDE, y tras Chipre, el mayor grado de
desigualdad nos lo comemos sin rechiste.
¿Así es como creemos haber
salido de esta crisis en la que ellos mismos nos han metido? Haciendo
más rico al que ya tenía un pico y más pobre al que menos cobre.
Cargándonos a la base de la sociedad entera, la clase obrera. (...)" (Anabel Vigil Villodrez , El salmón contracorriente, en Rebelión, 08/06/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario