"España es un país roto social y económicamente hablando, por más que los
patriotas de banderita arenguen todos los días desde diferentes
púlpitos. A esta crisis social y económica, se une la profunda crisis de representación política, que ha estallado en toda su intensidad el pasado fin de semana en la sede del PSOE.
Más allá de las risas no disimuladas de los adversarios políticos, que
van a recoger los restos del electorado socialista, lo que la sociedad
no es consciente es que navegamos hacia un modelo similar al argentino, o
el mejicano, que no sé cual es peor.
Prueba de la importancia que tiene la sima creada en el PSOE, antaño el
partido que vertebraba el país y cuya primera etapa de gobierno hay que
glosarla con admiración y agradecimiento, es que las últimas semanas los
apuñalamientos en el seno de dicha organización han pasado por encima
de noticias tan relevantes como el juicio al Consejo de Cajamadrid por las tarjetas black, la declaración de Puigdemont en el Parlament sobre la fecha del referéndum en Cataluña o el drama estructural de refugiados en Siria.
La posibilidad de que el PSOE muriera en el intento de superar esta
enésima crisis de identidad ha revuelto el ya de por sí negro panorama
político que supura en España desde hace lustros. (...)
En esta gran conjura para dar la estocada final a la organización
política más longeva han contribuido numerosos actores. Desde las más
altas instituciones empresariales, medios de comunicación dopados de
financiación bancaria que les convierte en sucursales ideológicas de
quienes les pagan las nóminas, hasta una sociedad vacía que ha delegado
el poder por falta de personalidad y capacidad de ejercer su labor
ciudadana.
Este espectáculo ha culminado con algunos editoriales,
especialmente del Grupo Prisa, en el que se
instaba sin rubor a decapitar a un líder político, por cualquier
método, elegido por la propia militancia, o programas pseudoinformativos
de La Sexta TV en el que se tomaba partido
directamente por una parte de la organización, especialmente aquella
que tiene capacidad de contratación para emplear a familiares y amigos
desempleados.
(...) ¿qué ha ocurrido para que la situación haya llegado hasta el umbral de la descomposición? Las
respuestas son varias, y algunas son exógenas, ya que la crisis de la
socialdemocracia es común al resto de formaciones homónimas europeas.
Pero hay algunos elementos intrínsecos cuyos responsables hoy son los
que han diseñado y ejecutado esta forma de golpe de Estado a la militancia del partido.
El problema para la sociedad española es que esta suerte de cortijo ha
deparado unos modelos de gestión pésimos, donde la mediocridad de los
elegidos es directamente proporcional a sus veleidades utilizando el
dinero público, lo que ha propiciado que la sociedad española
identifique al PSOE con esta forma de hacer política.
De esta
mediocridad, por supuesto, no se ha librado el propio Sánchez que fue
elegido por eliminación y con contrato de obra y servicio. De facto, fue
una jugada entre la vieja guardia andaluza y los restos desperdigados
de los dirigentes corcho, para propiciar una transición hasta que
llegase en calesa a Ferraz la peor dirigente que ha tenido la Junta de Andalucía desde la restauración de la democracia.
De hecho, los que hemos trabajado con Sánchez y le conocemos bien, su
ideario político está muy próximo al social liberalismo, si es que lo
pude discernir, y por ende, más escorado a la derecha del partido donde
pastorean y chapotean Fernández Vara, Page, Tomás Gómez o la propia
Susana Díaz.
Por tanto, el falso debate generado por el entorno de
Sánchez es simplemente falso, y tiene más que ver con una visión de cómo
hay que dirigir el propio partido. Rompiendo el clientelismo político,
mediante la democracia directa, se pierde gran parte del poder orgánico
que pasa a estar diluido y poco coordinado, lo que entorpece el
mantenimiento de tanto dirigente mediocre que, curiosamente, es el
responsable que, por ejemplo, la Junta de Andalucía, tarde un año en
homologar unas instalaciones de formación en Granada o Almería.
En resumen, la sociedad española se encamina hacia una estructura de
partido hegemónico, que cubra casi todos los espectros ideológicos, algo
que ya hace el PP. El resto se difuminará en organizaciones
ingobernables y narcisistas, como Podemos,
incapaces de dar respuesta a los graves problemas que tienen los
españoles.
A partir de ahora ya nada será igual en lo estético y
superficial, asistiremos a la ausencia de alternancia. Simplemente todo
el pastel que han extraído de la corrupción PP y PSOE se centrará en una
única y gran organización, que colmará los deseos de los grandes
poderes fácticos y no tendrán que invertir en sostener a Ciudadanos, ni aupar a Podemos vía televisión." (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 03/10/16)
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