"(...) entrevista con Rossana Rossanda [tras las últimas elecciones italianas, realizada por Tommaso Di Francesco para il manifesto:del 5 de abril pasado].
El resultado electoral ve la
afirmación de dos fuerzas políticas «antisistema», el M5 Estrellas
«populista justicialista» en el Sur y en la coalición de derechas, la
Liga, populista-racista, en el Norte. ¿Qué riesgos ve?
No creo que el mayor desastre sea la separación entre
la Italia del norte y la del sur, algo que, por otro lado no es nuevo.
Lo más grave es que Italia no ha estado nunca tan absolutamente a la
derecha como tras estas elecciones. Sobre todo, se ha producido una
auténtica y verdadera destrucción de una de las izquierdas europeas más
importantes.
En 1989, Achille Occhetto aceptó prácticamente la
propuesta de Craxi de la total culpabilización del Partido Comunista
Italiano, cuya identidad se podía, por el contrario, defender
seriamente, si bien gracias a una especificidad que nunca se vió
desmentida y que volvía difícil su relación con otros partidos
comunistas, como el francés.
No sirve ahora desde luego la insistencia en torno al tema «no queda más que un montón de ruinas», algo sobre lo cual hasta il manifesto se ha mostrado bastante indulgente.
¿Ha faltado una lectura de la
«sociedad rencorosa», como decía el último informe CENSIS [Centro de
Estudios e Inversiones Sociales italiano]? ¿Es consecuencia de la visión
de una Europa subordinada a la lógica monetaria y a la obligación de
equilibrio presupuestario añadida a la Constitución?
Mantengo la tesis de que precisamente los mismos
dirigentes del Partido Comunista mandaron al diablo la temática teórica y
política, sobre la base de la cual habría podido hacerse, y se podría
hacer todavía, un anális eficaz de los procesos que ha sufrido Italia
desde hace casi un siglo. (...)
¿Cómo cree que podemos volver a poner en el centro la lucha
por y sobre el trabajo, frente a una fragmentación tan extendida del
trabajo mismo (formas profesionales deformadas, geográficamente
desparramadas, pero también culturalmente y productivamente aisladas);
con la extensión del precariado a todos los niveles? El proletariado,
tal como lo conocimos, ya no existe, sin embargo su difusión por el
mundo nunca ha sido tan grande. ¿Còmo leer esta disparidad entre
expansión numérica y puesta a cero de la consciencia política?
No
creo que la lucha en defensa del trabajo la ponga en peligro una
especial fragmentación. Exta existe, pero es poco más que fisiológica:
se podría partir de nuevo, si hubiera ganas, de la crisis del fordismo y
del análisis de Gramsci de su naturaleza y fin.
Tenemos asimismo
los análisis más recientes de Luciano Gallino, que serían de gran
utilidad (y explicarían algunas razones de fondo de los flujos
electorales). (...)
Los gravámenes de la Unión Europea «real» han reducido los
poderes y procesos democráticos, cancelando de hecho espacios fundadores
de democracia y objetivos de transformación social. La Unión Europea
reducida solamente a la moneda única ¿sigue siendo terreno para una
democracia avanzada y progresiva?
Creo que haría falta
reflexionar sobre el hecho de que, más que atacar a un comunismo que en
Europa Occidental nunca hubo, lo que se ha atacado tras la caída del
muro de Berlín ha sido una cierta interpretación keynesiana que ha
caracterizado las constituciones europeas de postguerra. (...)
En Italia se discute ahora de la cuestión política, después
de la humillación electoral y el magro resultado de las listas de
izquierda, LeU y Potere al popolo. También a la luz de la deriva del 89,
del fin del PCI, de la reducción de la política a tecnicismos – para
los cuales la afirmación del centrista Macron en Francia representa
quizás el último y triunfante episodio – hasta el protagonismo
triturador [adjetivo con el que llegó a apodarse a Renzi] de la era
renziana, también ella triturada. ¿Qué piensa de la discusión en curso?
La
discusión me parece inadecuada. Haría falta partir del hecho de que el
resultado electoral no ha sido inesperado, sino una lógica consecuencia
de las posiciones liquidacionistas del Partido Democrático y de las
consecuencias de la total desaparición de los partidos socialistas.
La
afirmación de Macron en Francia consiste en una simple adecuación a la
opción mayoritaria de la Unión Europea, y en particular de la CDU
alemana.
Donde hay explotación y sufrimiento, debería haber «revuelta» o, al menos, construcción de una alternativa.
No
veo señales consistentes de ello en Italia: las posiciones más
interesantes son las de una parte del sindicato de la FIOM (Federación
de Metalúrgicos), pero el cometido de un partido es distinto y
políticamente mucho más radical.
En cuanto a listas como LeU y
Potere al Popolo, me parece bastante poco generoso valorar su resultado,
después de una campaña electoral breve y bajo el diluvio de los
populismos o la extrema derecha de la Liga: para iniciar una
reconstrucción, habría que tener una actitud mucho más seriamente
analítica y unitaria.
Y probablemente esto exigiría un examen que no se ha hecho sobre el curso de los llamados «socialismos reales».
Se
trataría de hacer lo que impidió Stalin, y, por tanto, un balance serio
del leninismo al final de la vida de Lenin, en la tentativas teóricas
del conciliarismo, que en Italia tuvieron continuación sólo después de
1972. En resumen, no es posible ahorrarse un trabajo muy de base, que en
Italia no se ha hecho en el último medio siglo.
En esta tarea
habría que examinar también fuera de toda facilidad «la línea
togliattiana». Recuerdo que con alguna exhortación a ir en esta
dirección no he tenido suerte ni siquiera yo en nuestro periódico." (Entrevista a Rossana Rossanda
, Sin Permiso, 08/01/2019)
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