23.1.19

Ucelay-Da Cal: lo que ocurre es que estamos reviviendo el panorama de los años treinta. Abrimos el diario cada día y decimos: “No, no, no podrá ser, hemos llegado hasta aquí pero no se llegará más allá”. Y pumba... Ese mundo de pobreza de los 50, que parecía superado, ha vuelto con una ferocidad tremenda y con centenares de miles de pobres asaltando los espacios ricos... Y el fenómeno de reacción que se produce es extraño, difícil y peligroso. Da miedo...

"(...) Además, una de las cosas que marca al neofascismo es la nostalgia. Y en España se han resuelto muchas cosas con los impuestos. En España ha habido dinero suficiente para pagar a los franquistas y a los progres peludos. 

Y eso derivó en que todo el mundo se quedara contento durante la Transición. También en ese fenómeno que es la plaza de Oriente llena y la plaza de Oriente vacía en un plazo de sólo tres años. 

En el momento en que se supo que el Movimiento iba a cobrar su pensión, se acabó el tema.(...)

 Lo que ocurre es que estamos reviviendo el panorama de los años treinta. Abrimos el diario cada día y decimos: “No, no, no podrá ser, hemos llegado hasta aquí pero no se llegará más allá”. Y pumba. 

Vemos al grupo de Visegrado y pensamos: “Está lejos, son polacos, son checos”. Pero ahora Kurz es el canciller de Austria. Y luego están los italianos. Y los bávaros, que parece que van directamente a por Merkel. (...)

Los gobiernos citan esas cifras macroeconómicas y la tendencia global de la economía va muy bien. Pero a nivel de calle va mal. La universidad española está por los suelos. Los jóvenes doctores no tienen futuro si no están en el campo correcto y ganan sueldos de miseria.

Yo nací en los Estados Unidos, en el 48, y el choque que supuso para mí llegar a España y a Francia en el 53 fue enorme. Todo estaba lleno de agujeros y no había agua caliente. Ese mundo, que parecía superado, ha vuelto con una ferocidad tremenda y con centenares de miles de pobres asaltando los espacios ricos. 

En el mismo momento, además, en el que una gran parte de la población de esos espacios supuestamente ricos se siente empobrecida. Y el fenómeno de reacción que se produce es extraño, difícil y peligroso. Da miedo.

Los cambios se están produciendo ya.

Y no les damos importancia. Que llegue la derecha de Kurz o la Liga Norte al poder implica que están colocando a su gente, que están controlando la policía, que están controlando los servicios secretos, y que están quitando a los otros. Son dinámicas muy extrañas. 

Es algo muy extraño para alguien como yo, que nació en el siglo XX, en Nueva York, una ciudad judía, y que se encuentra a sus setenta años con todas las pesadillas de sus padres que se creían felizmente superadas.

En España no estamos todavía, sin embargo, en ese punto.

Yo en España me encuentro -y cuando digo esto me dicen que estoy loco- con una ruptura social preguerracivilista. Recuerda los felices años veinte españoles, a pesar de Primo de Rivera. Los salarios estaban bien, el problema del terrorismo estaba aplastado y la guerra de Marruecos estaba pacificada. 

En el 31 todavía había un recuerdo de buen rollo. Pero los meses pasan muy rápidamente y se genera una mala leche soberana. La religiosidad se acentúa, el anticatolicismo se acentúa. La obra de Lorca en el 31 ya decía “de aquí a cinco años todos al hoyo”. Y en cinco años, efectivamente, todos se fueron al hoyo.

Y yo ahora noto, sutilmente, elementos de ruptura. Las mismas cosas que hace cinco o diez años hacían que este ambiente no tuviera trascendencia -estamos en la OTAN, el ejército está civilizado, formamos parte de Europa, el mundo es pacífico- no representan hoy un freno.

Estamos condenados a repetir la historia.

Yo hace unos años di con una ley histórica y me quedé horrorizado. Desde 1808 hasta hoy, no ha habido régimen español que haya durado más de cincuenta años. La Restauración alfonsina cumplió los cuarenta y ocho, pero no más. Son tonterías de historiador. No tiene más significado. Pero nadie dice que el régimen actual vaya a aguantar. Y eso me inspira respeto. (...)"

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