15.4.19

La reactivación del fascismo en España

"Hace ya años que hubo un debate entre politólogos de este país (que tuvo nula visibilidad mediática en los medios españoles) sobre si el régimen dictatorial existente en España desde 1939 a 1978 era un régimen político meramente autoritario de tipo caudillista o era mucho más, un régimen político totalitario, es decir, un régimen cohesionado por una ideología totalizante que abarcara todas las dimensiones del ser humano, impuesta por un Estado dictatorial que instruyera y obligara a la población a hacerla suya, con todas las consecuencias que ello acarreaba.

 Tal ideología sería impuesta no solo por los aparatos represivos del Estado, sino también por todos los aparatos de reproducción de valores, desde las escuelas y centros educativos hasta los medios de información, todos ellos controlados por el Estado totalitario.

 Según esta tipología, serían ejemplos de regímenes autoritarios los regímenes caudillistas populistas que han abundado en América Latina durante su historia. Y serían ejemplos de regímenes totalitarios los comunistas, el nazi o los fascistas. (...)

El régimen dictatorial español: ¿un Estado totalitario?

Frente a esta visión del régimen dictatorial como meramente autoritario, había otra visión, minoritaria, promovida por los herederos de los vencidos, que afirmábamos que el régimen había sido totalitario, con una ideología totalizante –el nacionalsindicalismo- merecedora de ser definida como fascista.

 Las características de tal ideología eran un nacionalismo (los vencedores de la Guerra Civil se autodefinieron como los “nacionales”) extremo de carácter imperialista, promovido por un Estado muy centralizado represivo, dotado supuestamente de una supremacía racial (el día nacional se definía como el Día de la Raza), y que subsumía todas las clases sociales bajo la categoría de pueblo (negando la existencia de clases sociales con intereses opuestos), poniendo en los sindicatos verticales a la clase trabajadora bajo la dirección y dominio del empresariado y del Estado, favoreciendo así a los grupos económicos y financieros del país (que jugaron un papel esencial en su establecimiento).

 Tal ideología tenía también una visión patrimonial del sector público (que facilitó una enorme corrupción dentro del sistema), con un canto a la fuerza física y a la virilidad, situando a la mujer en una situación servil y dependiente, carente de los valores varoniles exigibles a la clase dirigente

Estas y otras características que aparecen desarrolladas en otro artículo mío (ver Franquismo o fascimo, Público, 15.12.17) definieron a los regímenes fascistas. El régimen dictatorial español, así pues, tenía todas estas características desde el principio hasta el final de su existencia. 

De ahí que lo definiéramos como un régimen fascista, pues el término correspondía mejor a lo que la abundante bibliografía científica que se había escrito sobre fascismo definía como tal. Y así fue también como se lo definió en las instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, y en la mayoría de medios de información del mundo occidental.  (...)

La nueva ultraderecha tiene las mismas características  que la vieja

Cada una de las características del fascismo se presenta en esta nueva derecha: su nacionalismo radial extremo, con bases supremacistas de carácter racial, su canto a la fuerza y a la represión, su machismo, su defensa del statu quo y su dependencia del apoyo del sector reaccionario del mundo empresarial, de la jerarquía eclesiástica y de gran parte del generalato. 

Y es, como el fascismo anterior, apoyada por los grupos financieros y económicos que promueven un ultraneoliberalismo salvaje, ultraneoliberalismo que complementa su patrimonialismo Estatal (más cercano a Trump que a Le Pen), y que encaja con gran parte de la ultraderecha estadounidense, que la inspira. Su presencia ha afectado a las derechas españolas (PP y C’s) de tal manera que hoy hay un renacimiento de las características del fascismo en la vida política y mediática del país.

 La enorme atención que recibe por parte los mayores medios es un indicador de ello, reproduciéndose en España lo que ocurrió en EEUU con Trump. Su gran visibilidad mediática fue la principal causa de su éxito. Por lo demás, este fascismo –una vez reducida la parafernalia fascista del régimen dictatorial– es muy semejante al anterior. (...)"                    (Vicenç Navarro, Público, 08/04/19)

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