"(...) los católicos esperaban un documento del papa Francisco, anunciado en
ese momento, que indicara normas precisas sobre cómo evitar estos
males. El documento, un Motu Proprio –es decir un documento de
iniciativa papal– “sobre la protección de los menores y las personas
vulnerables”, fue dado a conocer el 26 de marzo pasado. Pero no todo el
mundo quedó satisfecho.
PáginaI12 conversó sobre este tema con Emiliano Fittipaldi, escritor y
periodista italiano que hace profundas investigaciones sobre el poder y
para eso es “enviado especial” de la revista italiana L’Espresso.(...)
–¿Qué piensa del Motu Proprio del papa Francisco? ¿Cambiará
algo en la Iglesia en materia de abusos sexuales después de este
documento?
–Después del encuentro de febrero nos dijeron que el papa Francisco
habría promulgado un Motu Propio sobre la pedofilia y todos se esperaban
algo importante. Desde el punto de vista simbólico, por primera vez
este Motu Proprio coloca en la legislación vaticana la obligación de
denunciar los casos de pedofilia a las autoridades vaticanas.
Pero esta
es una ley que vale sólo para la Ciudad del Vaticano, donde los niños
son poquísimos. Desde el punto de vista práctico, sin embargo, no
cambia prácticamente nada. La gente esperaba una decisión que incluyera
la obligación de denunciar los casos de abusos a las autoridades civiles
y penales de cada país donde se producen y que fuera válida para todos
los episcopados del mundo
–Pero este Motu Proprio es válido para el Vaticano y la Curia
romana. Dado que el papa es el obispo de Roma, ¿no se aplicaría en Roma
al menos?
–No. Sólo es aplicable dentro del Vaticano y de la Curia Romana –es
decir en todas las organizaciones que constituyen el aparato
administrativo de la Santa Sede– .(...)
–Se esperaba algo más contundente, con más efectos prácticos, ¿no?
–Sí. Se esperaba un Motu Proprio que obligara a todo el clero mundial
a denunciar los abusos a las autoridades judiciales, no al Vaticano.
Esta habría sido una medida, no digo revolucionaria, pero que al menos
habría tenido en cuenta lo que piden las organizaciones internacionales
de gente que sufrió abusos. Este Motu Propio en mi opinión ha sido una
oportunidad perdida. Y a nivel práctico no tiene ninguna importancia.
A
nivel simbólico en cambio podría ser positiva –y lo digo en condicional
porque soy muy crítico respecto al documento– porque las normas que
guían a las conferencias episcopales internacionales –algunas más
rígidas, otras más suaves en relación las denuncias de abusos– podrían
tomar como punto de referencia esta nueva ley vaticana. (...)
–¿Por cual razón, según usted, el papa Francisco no ha hecho
una ley en este ámbito que sea aplicable en todos los episcopados del
mundo?
–Esta es una pregunta de un millón de dólares... se la tendría que
hacer al papa. Francisco como Benedicto XVI han predicado la “tolerancia
cero” en este campo, pero sin aplicar normativas más severas. Esto
indica una cosa muy clara en mi opinión: para el papa Francisco la lucha
contra la pedofilia no es prioritaria. No es la prioridad de su
pontificado.
Creo que es un error porque el tema de la pedofilia está
destruyendo a la Iglesia desde adentro como un cáncer. El hecho de que
este pontificado predique la severidad pero sin que en realidad se la
ponga en práctica, a largo andar implicará para la Iglesia un
alejamiento de los fieles. ¿Por qué el papa Francisco es tímido respecto
de esta plaga? Depende de muchos factores.
Entre ellos, el que esa
batalla no sea prioritaria pero también el hecho de que muchos
cardenales, incluso de peso, estén implicados en los encubrimientos de
los casos de abusos, y también el hecho de que el fenómeno esté muy
difundido dentro de la Iglesia. De 2013 a 2018, cada año han llegado
entre 400 y 500 denuncias de todo el mundo a la Congregación para la
Doctrina de la Fe que se debe ocupar.
Pero de todo lo que ocurre dentro
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nosotros no sabemos nada.
Todo está bajo secreto pontificio. El nombre de los presuntos
pedófilos, las decisiones de los procesos canónicos, las sentencias. No
se sabe nada. Esto no ha sido modificado todavía.
–Algunos dicen que el papa Francisco está tratando de cambiar
las cosas pero que tiene frenos internos. ¿Usted cree que puede ser
así?
–Si existieran los frenos internos, el papa debería denunciarlos.
Debería decir, yo quiero hacer estas cosas pero estas personas no me
dejan hacerlas. Es un tema demasiado importante. Seguramente se han
cometido errores, por ejemplo en la elección de la clase dirigente
vaticana que es la que tendría que haber llevado adelante la batalla
contra la pedofilia.
Por ejemplo el cardenal australiano George Pell,
convocado a Roma y nombrado prefecto emérito de la Secretaría para la
Economía del Vaticano para reformar la economía de la Santa Sede. El
cardenal australiano está ahora en la cárcel en Australia, condenado a
seis años por abuso sexual. Otro caso, entre muchos otros, fue el del
cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, que era el coordinador del
C9 (grupo de 9 cardenales de todo el mundo que asesoraba al papa).
El
cardenal hondureño ha estado implicado en escándalos económicos y ha
sido acusado de encubridor –un caso que yo mencioné en uno de mis
libros–. Claro que todos pueden cometer errores, pero han sido cometidos
tantos tantos errores que es difícil creer que se quieran modificar las
cosas. Por supuesto estoy siempre dispuesto a cambiar idea si se
demuestra lo contrario.
–¿Cuánto ha bajado la credibilidad de la Iglesia en estos años a raíz de los abusos sexuales?
–La pedofilia comenzó a salir a relucir durante el papado de Juan
Pablo II. Algunas encuestas publicadas por la prensa italiana, dicen que
en los últimos 20 años la credibilidad de la Iglesia en Italia ha
disminuido en casi 20 puntos.
Estos escándalos aumentan la velocidad de
un proceso de secularización que de todas maneras existe, porque vivimos
en un momento histórico en el que el individualismo predomina, sobre
todo en Occidente. Los escándalos de este tipo no hacen sino empeorar
una tendencia que de todas maneras está en marcha en las sociedades
occidentales." (Entrevista a Emiliano Fittipaldi, escritor y periodista italiano, Elena Llorente, Página12, 05/04/19)
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