"EEUU no puede, aunque
quiera, iniciar una guerra contra Irán. La Casa Blanca y el Pentágono
están divididos. John Bolton, uno de los adalides de la opción más
radical, presiona. Ha generado una crisis internacional de la nada.
Quiere obligar a Trump a subir la apuesta. Mike Pompeo, el Secretario de
Estado, trata de quitar hierro al asunto tras sus fracasos con la UE y
Rusia.
Todos lo
saben, las supuestas amenazas iraníes carecen de fundamento. La última
alarma propagada por diarios norteamericanos es digna del sillón del
psiquiatra: ¡los iraníes amenazan a un portaaviones y su flota de
escolta con un balandro que carga un misil! ¡Si, como lo leen, un
barquito de vela contra 200.000 toneladas de las más mortíferas máquinas
de guerra! Curiosamente, son noticias aceptadas por una parte de la
sociedad occidental, no solo la norteamericana: vivimos en una sociedad
atemorizada, crédula e infantilizada.
El
presidente Putin lo reconocía indirectamente cuando aconsejaba a Irán no
abandonar el tratado nuclear (JCPOA) con EEUU. Los medios occidentales
convertirían al país persa en el responsable de la ruptura del acuerdo.
Poco importa la verisimilitud o no de los argumentos: no se busca la
verdad sino imponer una visión del mundo de acuerdo con los intereses de
fundaciones, Think Thanks y grupos de poder.
Trump está
en campaña electoral. Con su habitual incontinencia, el presidente
norteamericano decide la política exterior a golpe de Tuit. La
Secretaría de Estado es lo más semejante al caminar de un pollo sin
cabeza, da pasos sin saber en qué dirección. Sus propios aliados niegan
las afirmaciones de Washington sobre el peligro iraní: el 14 de mayo, el
general Christopher Ghika, comandante de la coalición responsable de
las operaciones antiterroristas contra el ISIS en Irak y Siria, negó en
una entrevista para el periódico The Guardian
Es igual.
Bolton, que quiere pasar a los libros de historia como sea, fabula un
día una cosa y al rato otra. El personaje ha seguido elevando el nivel
de las amenazas y el ruido mediático. En su delirio, puede acabar
encontrando que toda la historia se resuma en una hoja chamuscada por la
lluvia radioactiva. La última de sus acciones ha sido ordenar la
evacuación del personal no imprescindible de la embajada en Bagdad.
Intenta con estas acciones crear un clima de guerra y galvanizar a la
opinión pública.
Aprovechará cualquier incidente para magnificarlo o, si
es preciso, creará un incidente de falsa bandera. Hace pocos días, los
medios fabularon con un ataque contra siete petroleros de Arabia Saudita
y de EUA en el Golfo Pérsico. No existen evidencias: de los siete
navíos supuestamente incendiados uno solo parecía haber sufrido un roce
en el casco. Es un intento de atentado de falsa bandera absolutamente
chapucero.
John
Bolton no conseguirá su guerra; los aliados europeos tampoco están por
la labor. Nadie cree, excepto él y sus secuaces, que la guerra con Irán
durará dos meses. Mike Pompeo, el Secretario de Estado, fracasó esta
semana en intentar arrastrar a sus “aliados” hacia una coalición contra
Irán.
La jefa de la política exterior de la UE, Federica Mogherini,
mostró su enfado cuando el Secretario de Estado la desairó. Pompeo
cambió la entrevista con la ministra de exteriores de la UE y con la
canciller Merkel y, en su lugar, fue a entrevistarse con dirigentes
iraquíes. España retiraba la más moderna de nuestras fragatas, la
“Mendez Núñez”, que formaba parte del grupo de batalla del portaaviones
USS Abrahan Lincoln.
Pero
Bolton, como Ícaro, parece haber volado demasiado cerca del sol; sus
fracasos en la crisis coreana (donde también apostaba por la guerra), en
la venezolana y ahora en Irán lo han debilitado. El presidente Trump
tiene urgencias preelectorales y necesita presentar algún tipo de
victoria exterior ante sus votantes. La guerra comercial con China está
golpeando duramente la economía de los Estados agrícolas donde Trump
tiene una base electoral fuerte. Bolton, que no aporta victorias, está
en la cuerda floja; los rumores de que Trump lo “quiere fuera” se
intensifican.
No sabemos
si Tremp querría o no una guerra con Irán, pero Bolton seguro que sí.
El lobby sionista integrado en la administración norteamericana presiona
a favor del conflicto. Las relaciones empresariales del Asesor
presidencial con Israel son estrechas. El personaje pretende una guerra
sin costos para EEUU ni Tel Aviv. El nivel de su incompetencia
intelectual raya en ese caso el delito o el delirio. Si estos personajes
no estuvieran tan obsesionados por sus beneficios personales (no sólo
el ego sino, especialmente, sus intereses crematísticos) verían que la
guerra en Irak se saldó con la derrota de EEUU.
De ser la “única
superpotencia” se encuentra cada día más como una “inter pares”. Rusia
recuperó la ascendencia política perdida en Oriente Medio, mientras que
China fortaleció su posición al ganar tiempo. EEUU, absorto en una
guerra literalmente sin fin y enormemente cara (el costo superó los 2
billones de dólares), no pudo contrarrestar eficazmente la pujanza de
sus contrincantes.
Una guerra
contra Irán, al margen de que no podría ganarla, permitiría a China y
Rusia mejorar su posición a nivel mundial. Irán tendría abiertas sus
líneas de abastecimiento a través del Mar Caspio, que aseguran sus
comunicaciones con Rusia, mientras que China no permitiría que se
perdiesen sus inversiones en el país persa, su volumen es impresionante.
Irán es importante para China y sus vínculos están aumentando.
Pekín ha
realizado importantes inversiones en la infraestructura energética
iraní. La Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC, por sus
siglas en inglés) ha realizado grandes inversiones en los campos
petrolíferos de Azadegan del Norte y Yadavaran y ha adquirido una gran
participación en el desarrollo del campo de gas de South Pars.
Irán forma
parte vital de la Iniciativa de Cinturones y Carreteras (BRI, por sus
siglas en inglés) a través del Corredor Económico de China para Asia
Central y Occidental (CCWAEC) (...)
Los diarios norteamericanos se han hecho eco de las bravatas militaristas de Bolton y su cuadrilla: Bolton habló de usar 120000 efectivos, demasiado para un golpe quirúrgico y demasiado poco para una invasión que requeriría no menos de 500.000 soldados.
La
revista Newsweek matizó
la cifra; señaló que serían, en realidad, la punta de lanza de la
invasión. Se evidencia una gran disonancia entre los “funcionarios del
Pentágono” y los mandos militares; las tensiones, incluso broncas
verbales, han trascendido a la opinión pública. (...)
En
realidad, no hay planes para una guerra a gran escala contra Irán. En
las circunstancias actuales, el ejército de EEUU no podría sostener más
allá de dos meses. ¿Por dónde invadir? ¿Por Irak, cuyo gobierno le debe
la existencia a Teherán? ¿Por el Golfo, una auténtica ratonera que
precisa de navíos desminadores y de cobertura más allá de las
disponibilidades estadounidenses? ¿Por Kuwait, con fuertes lazos
comerciales con los iraníes? Un “serio” analista político televisivo
proponía que fueran enviados 200.000 soldados por tren a través de
Turquía… ¡¡¡Sin que nadie se diera cuenta!!!
El hecho
objetivo es que el portaaviones Abraham Lincoln no se ha atrevido a
entrar en las aguas controladas por Teherán. Es evidente su extrema
vulnerabilidad en caso de conflicto. La alternativa barajada es un
ataque con misiles capaces de doblegar a Irán y obligarle a aceptar las
12 propuestas que aireó Bolton hace unos meses. Esa opción es también
improbable: la capacidad balística de Teherán preocupa enormemente a la
flota estadounidense y, especialmente, a Tel Aviv, que recibiría
inmediatamente los ataques iraníes, de Hamás y Hezbola, en una guerra
que implicaría a todo Oriente Medio. (...)
Irán, por
otra parte, ha sabido sobrevivir bajo las sanciones norteamericanas. En
este momento tiene una capacidad militar nada desdeñable. Si bien no
posee el arma atómica, una “fatwa” dictada por Jomenei la prohibió, ha
desarrollado capacidades balísticas muy importantes. Cada misil que
alcance suelo Iraní será contrarrestado con misiles contra Tel Aviv.
Irán puede golpear cualquier contingente militar estadounidense en
cualquier país de la zona. Las vitales plantas de desalinización de agua
potable de Arabia Saudita están al alcance de los misiles iraníes,
todas las refinerías de los EAU y varios puertos estratégicos de
transporte de crudo están al alcance de la artillería iraní. Si el
ataque de los yemenís (hutis) hace pocos días a los oleoductos saudíes
ha puesto el petróleo por las nubes, ¿qué pasaría en una guerra a gran
escala? Irán posee un arma de destrucción masiva: el cierre del Estrecho
de Ormuz.
En los ejercicios militares Millennium Challenge 2002 se
formuló una hipótesis de guerra similar a la actual: una fuerza militar
encabezada por portaaviones forzaban la entrada al Golfo Pérsico. El
informe de la simulación fue demoledor. Las pérdidas del “bando azul, el
norteamericano”, eran inasumibles: en 15 minutos, el ataque coordinado
de las fuerzas iraníes hundía un total de 15 navíos de guerra
norteamericanos entre ellos un portaaviones (...)
El peligro en la Casa Blanca es la existencia de auténticos psicópatas con una nula comprensión de la realidad. ¿Querrá Trump iniciar otro incendio provocando una enorme subida en los precios del petróleo en periodo preelectoral?" (Eduardo Luque Guerrero, periodista y analista, Crónica Popular, 18/05/19)
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