"Dos fenómenos han estado ocurriendo en los últimos diez años en
España, y que han generado las condiciones para que se dieran los
resultados de las elecciones del pasado domingo, incluyendo el gran
crecimiento de Vox (la ultraderecha española de raíces franquistas).
Uno es el tema nacional (también llamado territorial), que se ha
centrado en el conflicto entre el Estado central, por un lado, y el
movimiento independentista catalán, por el otro. Este conflicto ha
polarizado el panorama político español y ha centrado la mayor parte de
la atención mediática del país durante el período electoral. (...)
El otro gran tema ha sido la enorme crisis social, sin
precedentes en el período democrático, que ha afectado muy negativamente
el bienestar de las clases populares, cuyo nivel de vida es hoy menor
que el que tenía antes de que se iniciara la Gran Recesión. Esta crisis ha sido causada, en parte, por los partidos gobernantes en España y, en Catalunya (...)
Esta última crisis, sin embargo, ha sido ignorada o silenciada
por los partidos gobernantes, tanto en las Cortes españolas como en el
Parlament de Catalunya. Pero su existencia e imposición por
parte del establishment político-mediático español y catalán ha generado
–como era predecible y algunos así lo advertimos- un enfado popular, generándose un sentimiento anti-clase política -que podría haberse resumido bajo el lema “que se vayan todos”-
del cual la versión más conservadora (y que mira al pasado para su
inspiración) es Vox, que se ha presentado en los medios como el
“vencedor” de las elecciones. (...)
Andalucía había dado la señal de aviso. Y este movimiento de nostalgia
fascista se extenderá incluso más, pues los factores que lo causaron
persisten. (...)
En realidad, Vox sí que habló de la crisis social, presentándose a sí mismo como un PARTIDO
PATRIÓTICO Y SOCIAL, denunciando al establishment político-mediático
español, por haber causado la enorme crisis. De ahí su atractivo para
sectores de las clases populares que han sido perjudicadas por las
políticas públicas impuestas por los partidos gobernantes.
Esta protesta antiestablishment incluye un rechazo y hostilidad hacia el lenguaje políticamente correcto de dicho establishment, mostrando su racismo y machismo que moviliza a sectores populares que atribuyen su mala situación a la inmigración y al supuesto favoritismo del Estado a los inmigrantes, a las mujeres y a “otros”.
Sin embargo, a este racismo y machismo hay que añadir también otra característica
definitoria de tal partido: su clasismo, pues es un instrumento
extremista al servicio de importantes intereses financieros y económicos
españoles que ejercen gran influencia sobre sectores importantes del
Estado español. Vox concentra las dimensiones más extremistas
de las derechas españolas (que siempre han estado más sesgadas hacia la
derecha que sus partidos homólogos en Europa). (...)
La alternativa a Podemos soñada por el establishment político-mediático
era Ciudadanos (como dijo el presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu: “Necesitamos un Podemos de derechas”). Tal
partido resultó ser incapaz para parar a las izquierdas. Es por ello
que ha sido sustituido por una versión más dura, Vox, con unas
propuestas -tanto en el área económica y social como en el área
identitaria y nacional- que son una versión extrema de las de Ciudadanos.
En este aspecto, es interesante subrayar que, en Barcelona, donde Vox
consiguió más apoyo, fue en el distrito más pudiente de la ciudad,
Sarrià-Sant Gervasi, y en el distrito más pobre, Nou Barris (que tiene
un gran número inmigrantes). Los intereses económicos priman en el apoyo
de las clases pudientes a Vox. Los problemas de precariedad laboral,
desempleo, bajos salarios y, en definitiva, de bajón de nivel de vida,
junto a los discursos que señalan a los inmigrantes como una amenaza,
explican el apoyo a Vox.
El nacionalismo extremo excluyente es un
elemento clave para atraer a las clases populares que están perdiendo su
identidad en el mundo globalizado. En este sentido, sus semejanzas con el trumpismo en EEUU son muy notables. El lenguaje antiestablishment de ”que se vayan todos”, de antigobierno, nacionalismo extremo y anti-inmigración es común en aquella formación política.
Como ocurre con el trumpismo
en EEUU, la base electoral de Vox incluye los extremos, desde sectores
muy pudientes (a los cuales favorecen con sus políticas
ultraneoliberales) a sectores muy pobres, siendo estos últimos los
sectores más olvidados por parte del establishment político-mediático,
claramente perjudicados por las políticas de globalización, incluyendo
inmigración. (...)
La “supuesta victoria de Vox”
La noticia que ocupó mayor espacio mediático en el día de las elecciones fue el gran crecimiento de Vox, alcanzando un número de escaños (52) que le da gran capacidad de influencia en las Cortes españolas,
y que refuerza, dentro del bloque de las derechas, el tono agresivo de
las políticas represivas del Estado en el tema nacional y promueve
todavía más las medidas ultraliberales en el tema económico-social.
No hay que ignorar, sin embargo, que, como he indicado en varias ocasiones, una de las causas de tal supuesta victoria fue el clima de enfado que existe en este país hacia el establishment político-mediático y hacia la clase política.
Pero, además de ello, hubo otros dos factores que contribuyeron en gran
medida. Uno es el sistema electoral sesgado a fin de favorecer a las
fuerzas conservadoras y, el otro factor, es la división y atomización de las izquierdas que ha caracterizado históricamente a las fuerzas progresistas del país (habiendo sido una de las causas de su derrota frente al golpe fascista de 1936).
El sistema electoral poco representativo
Vox consiguió menos votos que la suma de los votos obtenidos
por Unidas Podemos y sus confluencias y Más País. Vox obtuvo 3.640.000
votos, 34.000 votos menos que Unidas Podemos y sus confluencias y Más
País juntos (3.674.000 votos). Unidas Podemos y sus
confluencias consiguieron 3.097.000 votos, y Más País 577.000.
En
cambio, el número de escaños para UP y confluencias y Más País fue de 38
en total (35 para UP y confluencias y 3 para Más País), un número mucho
menor a los 52 escaños obtenidos por Vox. En realidad, un dato
poco conocido es que, sumando todos los votos a partidos de izquierda
(incluyendo aquellos que no consiguieron representación parlamentaria)
el número total de votos es mucho mayor que el total de los votos a las
derechas. (...)
En realidad, si hubiera sido un sistema proporcional (es decir,
que el número de escaños fuera proporcional al número de votos obtenidos
en el conjunto del Estado) y sin barrera electoral, la diferencia de
escaños entre las derechas y las izquierdas sería mayor, pasando las
izquierdas de 180 a 182 escaños, y las derechas de 170 a 168. (...)
El gran potencial de expansión Vox: la mayor amenaza a la democracia
Existe un gran potencial de expansión de Vox porque el sentimiento antiestablishment de “que se vayan todos”
se va extendiendo en España, donde no ha habido un cambio notable de la
cultura dominante (de escasa sensibilidad democrática), que siempre ha
utilizado el patriotismo como manera de defender una estructura
profundamente clasista y conservadora. De ahí que la
alternativa a este populismo antidemocrático sea restablecer la alianza
antifascista que fue exitosa en la moción de censura al gobierno Rajoy y
que es esencial para el progreso de España. (...)" (Viçenc Navarro, Público, 14/11/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario