8.9.24

El curso político comienza con Sánchez a la ofensiva... Las elecciones de EEUU pondrán fin al paréntesis que ha significado el ciclo electoral de 2024, que venía cuajado de incertidumbres... es necesario oponer el optimismo a la visión catastrofista, la ciencia a los bulos, la ampliación de derechos a la restricción de los mismos, el progreso a la reacción... Sánchez refuerza su lucha ideológica contra las derechas, es el momento de Diego Rubio (Esteban Hernández)

 "El curso político comienza con Sánchez a la ofensiva. El anuncio del Congreso del partido, con el objetivo de fortalecer, y de dar tiempo, a los liderazgos regionales, ha venido de la mano de los cambios en la estructura de Moncloa.

El movimiento más llamativo es el ascenso de Diego Rubio a jefe de Gabinete. Relativamente joven (38 años), ha formado parte de Moncloa gracias a un perfil mucho más técnico que táctico, carece de ligazón alguna con el partido y tampoco posee experiencia en el manejo de las campañas electorales. Fue el director de la oficina de Estrategia, donde anticipaba tendencias y proponía políticas para adecuarse a ellas. El documento España 2050 fue uno de los momentos más expresos de su función inicial.

Su nombramiento implica un cambio de eje. En abstracto, significa poner menos acento en el poder y más en las políticas, menos en las maniobras y en la táctica y más en el fondo. La salida de Óscar López encontraba una continuación lógica en Antonio Hernando, que ya está en el equipo de Moncloa y que era el sucesor natural. La decepción de Hernando resultaba esperable.

Sin embargo, la elección de Rubio tiene sentido político e ideológico, que cabe enmarcar en una dinámica que mezcla contexto internacional y local. Esa conexión entre lo general y lo particular se entiende mejor a partir del marco en el que se sitúa la mentalidad progresista y la oferta que emite para sus electores.

La lucha contra las derechas

Las elecciones de EEUU pondrán fin al paréntesis que ha significado el ciclo electoral de 2024, que venía cuajado de incertidumbres. Como ha señalado recientemente Francis Fukuyama (aunque quizá el enunciante pueda hacer sospechar del acierto en la conclusión), el año no está siendo malo para los demócratas. En muchos lugares la extrema derecha y las posiciones autoritarias han avanzado, pero la democracia ha resistido bien, incluso mucho mejor de lo que se esperaba. Y los pronósticos sobre la contienda Harris-Trump apuntan ahora a una victoria para los demócratas. En esa partida entre el autoritarismo y la democracia que define el orden internacional, la segunda está saliendo fortalecida, asegura Fukuyama.

Este argumento es conocido, en especial porque Sánchez lo ha utilizado repetidamente en las anteriores elecciones generales y todavía con más intensidad tras ellas. La brecha política española ha sido definida desde el entorno socialista, y el martes insistía en ello el presidente, como una lucha para impedir que la extrema derecha llegue al poder. Era necesario oponer el optimismo a la visión catastrofista, la ciencia a los bulos, la ampliación de derechos a la restricción de los mismos, el progreso a la reacción.

Sin embargo, todo esto tiene que llevarse a la práctica, y Fukuyama tiene alguna recomendación al respecto. Para el pensador estadounidense, lo eficaz es “el trabajo constante y a menudo aburrido de la política democrática: presentar argumentos, convencer y movilizar a los votantes, ajustar las políticas, construir coaliciones y, si es necesario, hacer concesiones donde lo mejor ceda ante lo posible”.

La postura de Fukuyama permanece, en cuanto a la esencia de lo político, en el marco anterior al del covid, al de la guerra de Ucrania y al ascenso de las nuevas derechas. Insiste en la necesidad, para combatir las amenazas a la democracia, de ir más allá de la oposición discursiva: hay que ofrecer al ciudadano medidas que permitan seguir avanzando. Desde la ortodoxia progresista, las políticas públicas basadas en la evidencia, tejidas por expertos y apoyadas en las estadísticas son el mejor modo de oponerse a los bulos, la desinformación y el catastrofismo de la extrema derecha. Ese es el perfil por el que Diego Rubio llegó a Moncloa.

El encaje con Europa

El segundo elemento relevante es la conexión europea de Sánchez, en la que Rubio ha realizado un trabajo significativo con la Comisión a la hora de reforzar la presencia y la influencia españolas. Y este es el momento de que la UE se ponga en marcha de nuevo. Una vez celebradas las elecciones y repartidos los cargos, toca ahora enfrentarse a retos muy significativos, cuya definición será más nítida tras las elecciones estadounidenses.

En esta legislatura habrá que encajar con más energía aún las políticas europeas y las españolas. Rubio seguirá ayudando en ese ámbito

El ideario progresista, comprometido con los valores europeos y con la globalización, y que se asienta en la colaboración público-privada, la transformación digital, la ciberseguridad, la innovación y la transición ecológica, tratará de jugar un papel significativo en esta recomposición del continente. Ese, que era el proyecto previo a la pandemia y a la guerra, espera revitalizarse en este nuevo arranque. Habrá modificaciones, en especial en lo referido a la defensa y a la energía, pero hay consenso entre las fuerzas sistémicas de la UE de que es necesario incidir en esos ámbitos. Las diferencias están en el cómo.

De modo que en esta legislatura habrá que encajar con más energía aún las políticas europeas y las españolas, y será necesario influir en Bruselas para orientar las medidas hacia un lado beneficioso para España. Rubio seguirá ayudando a Sánchez en esa relación.

La posición ideológica

La tercera característica distintiva del nombramiento de Rubio tiene que ver con la vertiente política, que es más significativa de lo que parece. La elección del nuevo jefe de Gabinete de Moncloa señala una evolución que se inicia con un asesor que marcaba la pauta en la estrategia para ganar elecciones, continúa con un perfil destinado a engrasar la relación con el partido, a tejer alianzas y con experiencia en fontanería, y termina en un profesional que destaca por su confianza en los efectos de las políticas públicas y por su habilidad a la hora de elegir las más adecuadas.

Sin embargo, entender la figura de Rubio como la de un experto obvia el carácter ideológico que late bajo su formación. El nuevo jefe de Gabinete cree en la globalización, en la regulación, en mantener un nivel de interrelación comercial adecuado, en el mundo abierto y en la necesidad de reformas para que las sociedades sean más flexibles. Es decir, cree en todo aquello que la Unión Europea significó para el mundo durante las décadas pasadas y que Bruselas está intentando mantener vivo en un tiempo agitado. En la UE existe la convicción de que se ha logrado tejer un cortafuegos efectivo frente a la extrema derecha y que hay que retomar el camino para que la democracia supere sus desafíos. En ese contexto, elegir un perfil técnico es lo más ideológico que existe.

Los motivos del nombramiento solo los conoce Sánchez, y quizá lo único que haya pretendido sea tomar las riendas, definitivamente, del partido y de Moncloa, concentrar en su persona estrategia y táctica y rodearse de gente que le ayude en esa tarea. Pero, incluso en ese caso, Rubio aportaría un impulso ideológico."                (Esteban Hernández, El Confidencial, 06/09/24)

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