15.1.10

Las tres crisis...

"Todos los países situados en la zona de influencia de Wall Street y la City están amenazados. Estados Unidos, endeudado de los pies a la cabeza, desde el Gobierno al particular, se encuentra en una situación que algunos consideran sin salida. (...)

Paralelamente a los problemas de la economía, los de la ecología nos obligan a tomar decisiones muy difíciles. (...)

Así, en unas pocas líneas, se hace evidente que, en lugar de esperar el final de la crisis financiera y económica, de un mes a otro nos encontramos ante unos problemas económicos y ecológicos fundamentales que exigen de todos un esfuerzo muy difícil de conseguir. Tenemos que reconocer que hemos llegado a los límites de lo posible intentando mantener nuestro modo de vida y nuestros métodos de gestión financiera. (...)

A esto hay que añadir una tercera crisis, a saber, la de la acción política y, más precisamente, de la expresión política del descontento, las reivindicaciones y las denuncias. ¿Quién es responsable de las crisis? Es seguro que no se trata de una crisis social, es decir, de una crisis que enfrenta a dos categorías o clases sociales, por ejemplo. (...)

Una oposición así ya no puede fundamentarse en la defensa de cierta categoría social; debe tener un carácter universalista, ya que se trata de defender al conjunto de la humanidad. Apelamos a los derechos humanos contra la globalización económica. (...)

Pues, frente a unas fuerzas económicas no humanas, la resistencia no puede venir de la defensa de intereses específicos; sólo puede venir de la invocación de unos derechos universales que son pisoteados cuando los seres humanos mueren de hambre o se ven privados de trabajo o libertad para que los financieros puedan seguir aumentando sus beneficios. (...)

Ese levantamiento en nombre de la defensa de los derechos más elementales y, por tanto, más universales, es la única manera eficaz de oponerse a los intereses de los financieros puros y duros. Es poco probable que tal levantamiento se produzca, porque la contradicción, en mi opinión real, entre financieros y ciudadanos no parece capaz de proporcionar un objetivo concreto a las protestas populares.

Es el pensamiento ecológico el que da a las protestas lo que ellas no consiguen por sí mismas, un objetivo positivo de vital importancia: salvar nuestra atmósfera, impedir o limitar las consecuencias de los cambios climáticos, que pueden ser catastróficas. (...)

Y así llegamos a nuestra hipótesis central: la construcción de un nuevo tipo de sociedad, de actores y Gobiernos, depende antes que nada de nuestra conciencia y de nuestra voluntad, o, más sencillamente aún, de nuestra convicción de que el riesgo de que se produzca una catástrofe es real, cercano a nosotros y de que, por tanto, tenemos que actuar necesariamente. (...)

Nos encontramos ante tres crisis que se refuerzan mutuamente y nada nos garantiza hoy que vayamos a ser capaces de encontrar una solución para cada una de ellas. En otros términos, en vez de soñar de forma irresponsable con una salida a la crisis que suele definirse, demasiado alegremente, en función de la reanudación de los beneficios de los bancos, debemos tomar conciencia de la necesidad de renovar y transformar la vida política para que ésta sea capaz de movilizar todas las energías posibles contra unas amenazas que son mortales." (ALAIN TOURAINE: Las tres crisis. El País, ed. Galicia, opinión, 06/01/2009, p. 23 )

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