"(...) En los momentos actuales, la Unión Europea se ha transformado en un
boomerang que causa efectos contrarios a la finalidad que en un
principio los padres fundadores afirmaban querer conseguir: superar los
enfrentamientos entre países que asolaron con dos guerras mundiales el
pasado siglo. (...)
La asimetría en el proceso llevaba en su seno, tal como ahora se está
haciendo patente, la destrucción del propio proyecto o, al menos, de
los principios que habían animado su creación.
El colosal desarrollo de
algunos aspectos, dejando paralizados y anémicos otros complementarios
tenía por fuerza que dar a luz un monstruo, inarmónico y pletórico de
contradicciones que, lejos de propiciar la unidad entre los países,
incrementaría sus diferencias e incluso los recelos que se pretendían
superar.
Hoy se ha abierto ya una enorme brecha entre los países del
Norte y los del Sur, ha surgido un fuerte sentimiento antigermánico en
países como Grecia, Portugal, España o incluso Italia, al tiempo que en
Alemania se extiende una opinión despectiva con respecto a los
ciudadanos de estos países.
La Unión Monetaria, tal como fue concebida en Maastricht y se ha
llevado a la práctica, tenía por fuerza que aumentar las divergencias en
las economías de los distintos países, e introducir a algunos de ellos
en una trampa de difícil salida. El incremento de las desigualdades
entre los países miembros y los contrapuestos intereses económicos se
están transmitiendo -como es lógico- a la realidad política
incrementando los nacionalismos y los recelos frente a los otros países.
Se puede decir sin ambages que hoy las sociedades europeas están mucho
más distanciadas entre sí y que se están formando dos bloques que se
miran con cierta aversión y en algunos casos hasta con odio.
Al pueblo alemán se le ha vendido el mito de que los problemas
actuales de la Unión Monetaria provienen del despilfarro y de la
prodigalidad de los países del Sur, que han vivido durante años por
encima de sus posibilidades y pretenden ahora que los contribuyentes
alemanes paguen sus deudas.
Los ciudadanos del Sur contemplan con
sorpresa y humillación cómo sus gobernantes se han convertido en
marionetas de poderes extranjeros y sienten un vivo rechazo ante este
nuevo imperialismo alemán que impone los ajustes más duros y las
reformas más regresivas, deprimiendo hasta extremos que parecían
impensables sus condiciones económicas y arrasando los derechos sociales
y laborales construidos a lo largo de muchos años. (...)
Ciertamente que ahora no se trata de una dominación bélica, pero sí
-de acuerdo con los nuevos parámetros históricos- económica, tanto o más
efectiva, sin duda.
Si se quieren combatir los movimientos nacionalistas y xenófobos, destrúyase antes su causa actual: la Unión Monetaria." (La Unión Europea genera xenofobia y racismo, de Juan Francisco Martín Seco en República de las ideas, en Caffe Reggio, 24/05/2014)
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