"(...) Cuando leáis que se detiene la máquina exportadora alemana, que los
americanos han dejado de consumir, que cae la demanda en los
supermercados, que la deflación avisa, que China se embarranca, que
falta gas o que no hay manera de ofrecer empleo a tantos millones de
personas que llevan años esperando un milagro, aceptad que todo ello no
es más que reflejo de cuanto llevamos tiempo diciendo y que se trata de
cómo el mundo se adapta a este cambio absoluto de patrones. (...)
El caso español es para enmarcar no obstante. Si tuviéramos algo que exportar, si hubiéramos preparado los cimientos con tecnología,
ahora estaríamos exportando conocimiento y no, como sucede, lo que
enviamos al exterior son jóvenes hartos de esperar. Si se hubiera
decidido activar políticas destinadas a modificar un modelo de
crecimiento que ya no crece y que cuando parece que lo hace es de
juguete, otro gallo cantaría.
Y seguirán perdiendo el tiempo. No parece que nadie tenga intención
de transformar nada. Es difícil que tomen directrices hacia un nuevo
modo de entender la vida y la economía aquellos que difícilmente la
entienden. (...)
Leer que el descenso de venta de mercancías retrocedieron
significativamente en España por culpa de todo ese barrizal que
comentamos, lo cual ponía en riesgo la ‘frágil recuperación de España’,
es como un insulto a la inteligencia. Que recuperación, que fragilidad.
Aquí no se ha hecho nada que pueda considerarse que está en riesgo de
haberse hecho para nada. Nada es nada, aquí y en la China popular.
Todo gira en torno a una curiosa estadística inmediata, tóxica, que
se esfuerza en retorcer los números cuando te concede un rédito positivo
al comparar el desastre miserable absoluto con el siguiente mes algo
mejor. El titular interesado suele ser ‘ya nos recuperamos’. Lo grave es que, estando muy abajo, en el comparativo inmediato sigas bajando.
No obstante, cada vez que escucho la palabra recuperación tiemblo. ¿Qué querrán recuperar?
Cuando admiten que ‘sus políticas han iniciado la senda de la
recuperación’ quieren decir que sus conservadores y acomodados sistemas
socioeconómicos se sienten más tranquilos. El riesgo, la apuesta, el
cambio de paradigma podrá esperar. Eso es la recuperación para todos
ellos. (...)
Lo que hay que explorar es porque cae la demanda o, mejor dicho,
porque esa demanda no satisface la expectativa. Si revisamos muchos de
los negocios que hace apenas unos años tenían una cadena de valor
determinada con diversos procesos físicos, humanizados y plagados de
intermediaciones, ahora, cada vez más veremos procesos digitales,
automáticos y huérfanos de intermediación. Algo que, por cierto, sólo hará que aumentar.
Parece mentira en que gastamos el tiempo. En que lo gastan los que
deberían procurar por el futuro a medio plazo. Para los que las etapas
vitales son tramos de cuatro años, es complicado ver más allá, pero
haberlo haylo. Un mundo automatizándose a toda velocidad,
revolucionándose y jodiéndole la vida a mucha gente que no es capaz de
atrapar un tren en marcha. (...)
En la actualidad, menos del 1% de los objetos del mundo físico están
conectados, lo que significa más de 10.000 millones de un total de 1,5
trillones de objetos. Y cada uno de esos objetos con acceso a redes IP
de ordenadores, teléfonos, tablets, sistemas GPS, coches, TVs, máquinas,
teniendo el potencial de conectarse a ese otro 99% de objetos que
todavía no están conectados.
A la vuelta de la esquina, en el año 2020, el número de conexiones ascenderá a 50.000 millones
(el 2,7 por ciento del total de objetos en el mundo). Así, pasaremos de
los miles de millones de objetos conectados hoy a cientos de miles de
millones o incluso billones en un futuro inmediato. Ese mundo automático se lo va a llevar todo por delante, por lo menos eso que dicen que ‘se estaba recuperando’. Cuanto más malo pinte todo, más intenso estará siendo el cambio. (...)" (Marc Vidal, 16/10/2014)
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