28.7.15

La productividad del trabajador inglés ha caído un 7%. Nadie sabe la causa ni la solución

"(...) El miércoles, George Osborne, ministro de Hacienda y arquitecto de las políticas de austeridad del Gobierno, anunciaba su intención de implantar estas políticas de forma permanente. Gran Bretaña, afirmaba, debería tener una ley que exija al Gobierno mantener el superávit presupuestario —y que los ingresos actuales cubran todos los gastos, incluidos los de inversión— siempre que la economía esté creciendo.

Es una propuesta sorprendente, y lo digo en el peor sentido. No es que Osborne esté respondiendo de forma errónea a los problemas de Gran Bretaña; es que está respondiendo a un problema que Gran Bretaña no tiene, mientras hace caso omiso de los que sí tiene y los agrava.

 Porque Gran Bretaña no tiene un problema de deuda pública. Sí, la deuda aumentó después de la crisis económica, pero sigue sin ser alta desde un punto de vista histórico, y el coste de los préstamos casi nunca ha sido tan bajo. De hecho, los tipos de interés ajustados según la inflación son negativos, incluso en los préstamos a muy largo plazo.  (...)

Mientras tanto, la economía real de Gran Bretaña sigue aquejada de problemas. Es cierto que el empleo ha resistido sorprendentemente bien, pero esto se debe solo a una caída de la productividad espectacular y sin precedentes: teniendo en cuenta la cualificación de la mano de obra, la producción por persona y hora ha descendido alrededor de un 7 % desde principios de 2008.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué se ha producido este descenso ni cómo invertir la tendencia pero, sin duda, la combinación de una economía todavía débil, un desastroso comportamiento de la productividad y un coste negativo del préstamo indica que ha llegado la hora de aumentar la inversión en cosas como las infraestructuras. 

(Los trenes de pasajeros británicos hacen que el servicio ferroviario estadounidense parezca bueno, y la congestión del tráfico es cada vez peor). Sin embargo, la propuesta de Osborne acabaría con cualquier iniciativa de ese tipo. (...)

¿No es toda esta obsesión por el déficit una simple excusa para recortar las ayudas sociales? Estoy seguro de que, en parte, así es. Pero no creo que esa sea la única explicación. Yo diría que las ideas seriamente malas tienen vida propia. Y controlan nuestro mundo."                  (   , El País 13 JUN 2015)

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